Los 100 mejores videojuegos de los últimos 10 años (III): Puzzles
Un montón de nombres propios caben en esta lista dedicada a otro de los géneros clásicos del videojuego que, irremediablemente, se ha ido mudando en los últimos años hacia las latitudes de lo indie. Es inevitable la presencia aquí de auténticas luminarias del diseño de puzzles como Jonathan Blow, Increpare o Tom Jubert y de colectivos tan esenciales como Zachtronics o Draknek. Todos ellos han hecho del rompecabezas digital un estimulante terreno donde se encuentran experimentación, game design y narrativa: un lugar, a menudo exigente pero siempre reconfortante, capaz de acoger a gamers y casuales, a curiosos y veteranos, a sesudos e instintivos. Aquí nuestra selecta decena de puzzles digitales con la que alimentar las retinas y poner a trabajar las neuronas, diez títulos esenciales del género que, junto con los shooters y los terroríficos, también pasan a engrosar nuestra centena de oro gamer de los últimos diez años.
10 – Threes (2014 – smartphone, Xbox One)
Origen de miles de clones posteriores y paradigma del puzzle casual para móviles, el terremoto Threes supuso la alquimia perfecta entre la inteligencia de un diseño aplastantemente simple (y efectivo) y la accesibilidad de un juego que era sólo inmediatez de mecánicas: deslizar casillas en una cuadrícula de 4×4 para ir sumando múltiplos de tres. El vicio fue instantáneo, y mundial, y demostró que ante una falta de consola mastodóntica un diseño elegante suple cualquier exhibición gratuita de potencia tecnológica.
9 – The Talos Principle (2014 – PC, PlayStation 4, XBox One, Nintendo Switch, smartphone)
La carga filosófica de The Talos Principle lo elevó por encima de su ya de por sí brillante diseño de rompecabezas en primera persona: el título que armó para Croteam Tom Jubert (autor del también notable The Swapper) planteaba reflexiones sobre la humanidad, la inteligencia artificial y el peso de la historia y la mitología sobre la tecnología mientras desplegaba un mapa de acertijos basados en reflejos, cajas, campos de fuerza y, especialmente, láseres. Todo ello bañado en un lore de ciencia-ficción casi existencialista de lo más estimulante.
8 – A Good Snowman Is Hard to Build (2015 – PC, Switch, smartphone)
Cualquiera de los caramelitos que conforman la pequeña colección de delicias de Draknek podría haber figurado en esta lista. Cosmic Express, A Monster’s Expedition o Bonfire Peaks son obras tan excepcionales como esta A Good Snowman Is Hard to Build, una nueva variación de (en Draknek son muy de eso) el esquema jugable Sokoban, en esta ocasión con bolas de nieve. Pero nos hemos quedado con esta por la sorpresa que supuso, en su momento, que en un dispositivo móvil (conoció el éxito en el entorno iOS) pudiera caber tanto encanto, inteligencia y puntería mecánica. Una simpática y conmovedora maravilla minimal.
7 – Stephen’s Sausage Roll (2016 – PC)
Dueño de una de las personalidades más interesantes del género, el británico Increpare -aka Stephen Lavelle- también es responsable de algunos de nuestros mayores quebraderos de cabeza jugables de los últimos años. Su Stephen’s Sausage Roll es una absoluta maravilla del diseño por substracción, un ejemplo de pureza jugable extrema y una delicia visual feísta. Pero sobre todo es uno de los juegos más diabólicamente imbatibles que existen: a modo de (de nuevo) Sokoban con salchichas (debemos arrastrarlas hacia unas casilla de parrilla para cocinarlas sin que se quemen) se nos obliga a calcular la posición espacial y el movimiento de la carne con una capacidad precognitiva digna de Magnus Carlsen. El resultado es un juego extremadamente hardcore e intelectualmente frustrante, pero también una obra de precisión milimétrica y una fuente de (excepcionales) momentos de euforia triunfalista.
6 – Opus Magnum (2017 – PC)
Algo tenía que haber por aquí, ya decíamos, de Zachtronics -el proyecto liderado por Zach Barth- y creemos no estar equivocados si afirmamos que Opus Magnum es su título más ilustre. También uno de los que mejor vehiculan su gran tema creativo (gamificar la conexión de circuitos y el ensamblaje de módulos mecánicos o electrónicos) hacia su forma más fluida y depurada. En este caso, maquinaria y alquimia se dan la mano en una serie de brazos móviles que hay que instalar sobre un plano y programar para lograr movimientos en cadena cada vez más complejos. Una estética steampunk y un trasfondo narrativo sorprendentemente cuidado terminan por redondear la potencia de un juego tan cerebral y abstracto como gratificante.
5 – Gorogoa (2017 – PC, PlayStation 4, XBox One, Switch, Android)
No sé ni cómo explicar Gorogoa. Hay una serie de planos divididos en cuatro cuadrantes. Cada uno de estos cuadrantes nos permite adentrarnos en él, y cada uno es visualmente combinable con el resto de distintas maneras en función del plano de profundidad en el que se encuentre. De este modo el diseñador Jason Roberts nos guía por una narrativa que necesita ser desplegada de manera activa dando pie a preciosas rimas visuales, pinceladitas de historia y sofisticadas resignificaciones de lo mostrado. Fue uno de los títulos que dio inicio a la división de gaming de Annapurna y, a día de hoy, sigue siendo de sus propuestas más sugerentes.
4 – Monument Valley (2014 – PC, smartphone)
Ustwo Games facturaron el mejor heredero posible del totémico Fez, un juego (dos si contamos su notable secuela) casi tan bonito como aquel y basado en un principio parecido: los puzzles basados en la perspectiva. Aprovechando las bondades de la pantalla táctil Monument Valley invita al swipe con objeto de girar los escenarios, a rotarlos sobre sus ejes para cambiar sus perspectivas y encontrar secretitos escondidos en paradojas visuales escherianas. Una sobrada de diseño de niveles, un arte delicioso y un lore enigmático complementan la emotiva historia de un juego-maravilla de proporciones diminutamente épicas.
3 – Tetris Effect (2018 – PC, PlayStation 4, familia Xbox, Switch)
Sí, es “sólo” un Tetris. Pero el Tetris primigenio está en el podio histórico del videojuego, y además este lo dirige Tetsuya Mizuguchi. Y qué podía esperarse del responsable de REZ y Lumines sino un viaje sinestésico de euforizantes proporciones. Este Effect convierte al de toda la vida en un hipnótico juego de ritmo donde la mecánica principal se encaja (no pun intended) con una banda sonora reactiva milimétricamente diseñada (no contradicción intended) para conectar con nuestros centros de placer sensorial. El resultado es una brillante lección de cómo modular el feedback en una majestuosa reimplementación donde cabe lo pop, lo new age, lo delicado y lo grandilocuente. Nuevos aires para una obra que ya era eterna.
2 – The Witness (2016 – PC, PlayStation 4, XBox One, smartphone)
Cuestionable personaje, indiscutible genio, la productividad de Jonathan Blow es inversamente proporcional a su mil veces demostrada inteligencia -y a su galopante bocachanclismo. Sólo dos juegos comerciales en su currículum, pero ambos obras maestras. Este en concreto sabe trascender casi desde el minuto uno su mecánica aparentemente más propia de los juegos para móviles basada en trazar laberintos en pantallas atendiendo a ciertas reglas lógicas variables. The Witness es mucho más que eso. Mucho más que un absorbente mundo semiabierto trufado de rompecabezas, más que un endiablado tour de force intelectual de un tipo cuyo cerebro podría acabar con la humanidad si se lo propusiera. Es una enorme reflexión sobre el conocimiento y sobre como ello y el acerbo cultural pueden sobrevivirnos a todos mucho después de que, como civilización, hayamos abandonado este mundo.
1 – Baba Is You (2019 – PC, Switch, smartphone)
El geniecillo finlandés Arvi teikari, aka “Hempuli”, desarrollaba en 2017 para una game jam un pequeño prototipo de juego que resultaba tan minimalista en formas como abismal en su profundidad. Poco después, su ensayo se convertía en una de las experiencias más edificantes y reflexivas del videojuego reciente: un sistema de puzzles lógicos basados en la construcción de significados mediante la manipulación de significantes, las propias palabras. No voy a intentar explicarlo, sería inútil -se entiende más rápido que se cuenta- y podría hacerme daño. Baba Is You tiene que experimentarse como la exquisita obra, la experiencia metalingüística que es. Un juego que se interroga sobre, homenajea, desnuda y pone del revés (todo al mismo tiempo) el propio lenguaje del videojuego e incluso los mecanismos que rigen la comunicación humana. Una de esas obras cuya concepción y diseño se escapan de la comprensión de cualquier mortal de inteligencia media pero que nos acoge a todos con su eterno carisma y su inagotable capacidad para rizar rizos mientras plantea una feliz conclusión: el videojuego como lenguaje aún tiene mucho por explorar.