Los 25 mejores libros de 2021
Elaborar una lista de lo mejor del año en cualquier categoría de entre toda la producción cultural es, ya lo hemos dicho varias veces, casi imposible. Nosotros, insensatos, normalmente nos lanzamos a ello sin comprobar si hay agua en la piscina. Pero con los libros es aún más complicado. La inabarcable cantidad de títulos publicados a diario hace imposible categorizar de manera más o menos fundamentada para destacar esa obra única que subyuga a todas las demás. Pero hacemos lo que podemos. Que cada cuál se tome esta lista como le apetezca, si no un “lo mejor” por lo menos sí un “lo mejor que hemos leído de lo publicado este año”. Sea como sea podéis fiaros de cualquiera de estas 25 novelas, obras todas ellas sobresalientes que han salpimentado, o directamente marcado, el presente curso editorial.
Lista de los 25 mejores libros de 2021
25. Vida de Gérard Fulmard, de Jean Echenoz (Anagrama)
A Jean Echenoz da la sensación de que se la sude un poco todo. Excepto escribir bien, por supuesto. Pero su última obra es un poco eso, una semiparodia del género negro en clave postmoderna, que imbrica tramas empresariales y políticas con un sentido de la comedia casi pasota. Parte deconstrucción del género, parte intriga bufa, Vida de Gérard Fulmard escupe personajes memorables en un escenario no por chalado menos reconocible en el paisaje sociopolítico europeo actual.
24. La casa al final de Needless Street, de Catriona Ward (Alianza)
Si es la renovadora de la novela terrorífica norteamericana no lo sabemos aún. Pero sí es cierto que con esta tensa novela cuasifantástica Ward se reivindica como una experta constructora de atmósferas gótico-sureñas asfixiantes, giros psicologistas bien enraizados en la trama e insospechadas relaciones entre personajes sólidamente descritos. Una historia de las que atrapan y no sueltan y que, sin embargo, en ningún momento decide tomar la vía de la complacencia fácil.
23. El instituto Topeka, de Ben Lerner (Random House)
Casi siempre, las claves para entender el presente y el futuro exigen observar el pasado. Ben Lerner, niño mimado de la crítica desde Saliendo de la estación de Atocha (estatus revalidado con 10:04), lo sabe y ejerce de radiógrafo contemporáneo y futurólogo encubierto con una historia que es pura clase media-alta norteamericana: la de los miembros de una familia bien (psicólogos con hijo adolescente) que a finales de los años 90 empiezan a encarar un cambio de paradigma social casi sin saberlo. Un texto relativamente severo pero indudablemente lúcido.
22. El castigo, de Guillem Sala (Tusquets)
A pesar de que parte de su atractivo se pierde en la traducción castellana (El càstig fue publicada el año pasado en Catalunya, un texto bilingüe cien por cien calle) no son pocas las virtudes de esta abrasiva novela de Guillem Sala, un retrato de varios personajes de la Barcelona contemporánea que conjuga descripciones sagaces con conflictos éticos y sentimentales articulando una historia comprometida y moralmente desafiante.
21. Valle inquietante, de Anna Wiener (Asteroide)
Inquietante, sí. Y muy real, también. La joven Anna Wiener documenta su delirante paso por el mundo de las startups y da fe de un panorama enloquecido marcado por turboemprendedores febriles, CEOs irresponsables, crunch, misoginia salvaje y esa fantasía laboral que hacer pasar por el puesto ideal lo que en realidad es una estrategia de explotación basada en la desaparición de la línea que separa trabajo de identidad propia. Qué mundo nos está quedando.
20. Vacas, de Ronald Sukenic (Malas tierras/Underwood)
Cowboys en tiempo de descuento, videntes, tráfico de órganos, plutonio, gemelas desconcertantes e investigadores lynchianos. Todo esto forma parte del paisaje humano de Vacas, una de las obras tardías del desaparecido Ronald Sukenick -primera que vemos traducida-, una especie de thriller con olor a estiércol y regusto a tabaco edificado sobre un caso real -el secuestro y asesinato de una reina de la belleza infantil- pero vestido de viaje alucinado al fondo de la América rural, demasiado surrealista como para ser pura grit lit y demasiado oscuro como para considerarlo comedia.
19. Los cerros de la muerte, de Chris Offutt (Sajalín)
Los ambientes que suele dibujar Chris Offutt -de quien también le hemos leído el notable recopilatorio de cuentos Lejos del bosque– colindan con facilidad con el neonoir. Pero no ha sido hasta Los cerros de la muerte que se ha metido de lleno en el género: un drama criminal con investigación policial que no va tanto de eso como de, en realidad, todo lo que suele preocupar al autor de Noche cerrada: ambientes deprimidos en una Kentucky rural inclemente. Personajes que buscan el afecto en medio de sus propia ruinas emocionales y un microcosmos humano donde rigen las lealtades pero también la violencia.
18. Los profetas, de Robert Jones Jr. (AdN)
El monumental debut de Robert Jones Jr narra la apasionada relación homosexual de dos jóvenes esclavos en una plantación de Virginia. Una novela épica que aglutina historia y magia, reivindicación y denuncia, brutalidad y lirismo, una nueva piedra de toque en la ya abundante literatura reciente sobre la esclavitud y la identidad afroamericana, excesiva pero intimista, dolorosa pero absorbente.
Reseña completa de Los profetas
17. Más allá de mi reino, de Yaa Gyasi (Salamandra)
La joven autora ghanesa-americana sigue hurgando en sus propias raíces, esta vez con un personaje, una investigadora universitaria de la Facultad de Medicina, que vive en perpetua lucha dual consigo misma: ciencia vs fe. Desorientación vs comprensión. Tradición vs modernidad. Ruptura vs aceptación. La búsqueda del origen químico-espiritual de las adicciones en el perfecto “amor (familiar) y otras drogas”, una novela que (se) hiere y (se) sana.
16. Trigo limpio, de Juan Manuel Gil (Seix Barral)
Parte autobiografía dudosa, parte novela de misterio entorno a la búsqueda de una personalidad esquiva, parte making of de sí mismo, este puzzle narrativo reivindica la ficción como motor de nuestra realidades, pone en crisis la supuesta omnisciencia(/poder) del escritor y desliga la narración de hechos reales de la propia fidelidad a esos hechos. Sofisticado y fascinante.
15. Pureza, de Garth Greenwell (Random House)
Suerte de continuación del deslumbrante debut Lo que te pertenece, Pureza retoma las líneas maestras de aquella y las depura aún más para ofrecer un relato más crudo, más preciso en detalles y más desgarrador, la historia de un profesor norteamericano gay instalado en Bulgaria y su lucha interna en un triángulo cuyos vértices son el sexo, el amor y su propia identidad.
14. Little, de Edward Carey (Blackie Books)
Biografía (o no) novelada de un personaje que Edward Carey sabe hacer fascinante: la huérfana que terminó cayendo a manos de un maestro de la reproducción en cera de partes humanas, que se convirtió en una eminencia en el tema, que sirvió en la corte de Luis XVI y que terminó siendo conocida como Madame Tussaud. Divertidísima, tierna y oscura como la parafina podrida, esta es una novela apasionante, no sé si más macabra que tronchante o al revés.
13. Dejar el mundo atrás, de Rumaan Alam (Salamandra)
Thriller de personajes, drama familiar cataclísmico y reflejo del zeitgeist de una sociedad paranoica, obsesionada con lo suyo y entregada a una falsa creencia de superioridad. Esta novela de suspense supone un vehículo de género (en su mejor forma posible: la que traza parábolas sociales reflejo de una realidad contemporánea y reconocible) tan refrescante como cortante, tan entretenida como despiadada.
12. Encuentros fugaces con el Che Guevara, de Ben Fountain (Sexto Piso)
Mientras esperamos leerle algo nuevo al autor de la celebradísima El eterno intermedio de Billy Lynn no nos queda otra que echar la vista atrás. Afortunadamente ahí podemos encontrarnos con su primer libro, la antología Encuentros fugaces con el Che Guevara. Ocho resplandecientes relatos protagonizados por americanos perdidos en países ajenos al estilo de vida occidental (Colombia, Myanmar, Sierra Leona, Haití) o embriagados por su embrujo y que reflejan el drama o el absurdo con extrema versatilidad, precisión, lucidez y gracia estilística a prueba de cambios de tono: sin importar el género todo lo que escribe Fountain lo escribe bien.
11. Elegías a la patria, de Ayad Akhtar (Roca Editorial)
Entre la autoficción y el análisis de la Historia reciente de Estados Unidos. Por ahí se sitúa esta memoria vital del dramaturgo americano de origen pakistaní, aventajado cronista que logra un relato emocional, original, excitante y revelador en el que repasa medio siglo de historia del ciudadano americano musulmán desde un prisma personal, emotivo y honesto, oscilando entre la anécdota chichuda y la crítica social más descarnada: el 11-S, Trump o la paranoia racista marcan un relato vital que repasa las circunstancias de quien ha nacido en un país al que no sabe si pertenece realmente.
10. Klara y el Sol, de Kazuo Ishiguro (Anagrama)
Ishiguro no es solamente uno de los autores más populares de la ciencia-ficción, ejem, cerebral de la actualidad. También es uno de los mejores. Y lo es gracias a su aproximación humanista al género, siempre delicada, incisiva y audaz en el estudio psicológico de sus personajes. Aquí nos pone en el pellejo de Klara, una Amiga Artificial encargada de ser la acompañante de una niña enferma que se enfrenta a la perspectiva de su propia mortandad. Un libro intenso, bellamente escrito, mucho más profundo de lo que habríamos llegado a imaginar, excusa cruel y tierna para reflexionar sobre dónde se aloja aquello que nos hace humanos.
9. Historia de Shuggie Bain, de Douglas Stuart (Sexto Piso)
Alcoholismo, miseria y paro en el deprimido Glasgow obrero de los años 80. Estos son los ingredientes contextuales que maneja Douglas Stuart en su primera novela, un inclemente retrato de una familia maltratada por los abusos, especialmente de dos de sus miembros -magistralmente descritos: el pequeño y amanerado Shuggie y su madre Agnes, trágica esclava de la botella. Un relato duro en el que, a pesar de todo, termina aflorando el amor y la compasión.
Reseña completa de Historia de Shuggie Bain
8. El Evangelio, de Elisa Victoria (Blackie Books)
Novela de tintes autobiográficos, crónica de una desastrosa entrada al mundo adulto, crítica desesperanzada a la mafia educativa católica, hilarante slice of life sevillano, oda al respeto, patada al patriarcado. El segundo libro-misil de Elisa Victoria es eso y bastantes cosas más. Sobre todas ellas, la constatación del talento de una autora con una voz única y poderosa.
Reseña completa de El evangelio
7. En la casa de los sueños, de Carmen María Machado (Anagrama)
Encendida autoficción en la que la norteamericana hace balance de su vida, sus represiones y una libertad que la condujo hacia una relación tóxica con la supuesta mujer de sus sueños en la casa de los ídem. Dolor, abuso psicológico y toxicidad dentro de la comunidad LGTB marcan esta crónica dolida y desencantada, pero también mordaz y marcada por una luz al final del túnel. Piel de gallina aquí.
6. La mitad evanescente, de Brit Bennett (Random House)
Melodrama familiar, reflexión identitaria, manifiesto racializado, la segunda novela de Brit Bennett, uno de los fenómenos editoriales del año pasado en Estados Unidos, es un emocionante viaje al centro de la identidad negra vehiculado a través de la relación de dos hermanas escindidas y de sus respectivas hijas. Una inteligente novela que a ratos parece de misterio y a otros un sofisticado culebrón sobre la dualidad y las caras ocultas. Brillante.
Reseña completa de La mitad evanescente
5. La edad de la piel, de Dubrabka Ugrešić (Impedimenta)
Que no pare el ritmo de publicación de obras de la croata, que cada una de ellas representa un pequeño must literario, terremoto editorial de bolsillo. En esta ocasión, casi dos decenas de ensayos afilados, sarcásticos, escritos con bisturí echan sal fina a las heridas abiertas del patriotismo de pega, del fascismo siempre cómodo en una Europa desnortada, de las consecuencias físicas y morales de la guerra en los países de la antigua Yugoslavia. Placer infinito leerla, como siempre.
Reseña completa de La edad de la piel
4. Tienes que mirar, de Anna Starobinets (Impedimenta)
Acto de denuncia y de sanación al mismo tiempo, la rusa Anna Starobinets pone en crisis el sistema sanitario de su país mientras documenta un proceso de duelo real, el sufrido por ella misma al perder a su hijo no nato, en un relato tan crudo y desgarrador como terapéutico. Literatura de herida abierta, escalofriante e inspiradora.
Reseña completa de Tienes que mirar
3. Revancha, de Kiko Amat (Anagrama)
Revancha apila algunas de las filias presentes en el ideario amatesco (ambientes comarcales barceloneses decadentes, delincuencia salvaje, personajes dislocados de una sociedad ordenada) y las compacta en un, acuñemos el género, Llobregat noir rabioso y eléctrico que inyecta placer e incomodidad a cada giro de página. Revancha es la historia de dos bestias humanas, un ultra del Barça y un “arreglador” a sueldo, cuyos caminos terminarán cruzándose irremediablemente, arrastrados por la violencia de sus pasados y la inhumanidad de sus presentes. Bronco.
2. La gran ola, de Albert Pijuan (Sexto Piso)
Tres primos, niños pijos, hijos de un trío de magnates de la industria hotelera, hacen el mongo postcolonialista en Sri Lanka antes de darse de bruces con el tsunami. El real, el de 2004, y el posterior, el emocional. Albert Pijuan despacha una generosa vomitona de bilis en forma de sátira catalanoburguesa, mordaz resaca turística y descacharrante circo de las relaciones interpersonales en la catalunyita más bien. Una prosa-metralleta sin puntos y aparte, todo sucesos agolpados y reacciones precipitadas, un texto con filo que engancha del cuello con una mano, contando chistes bestias a la cara del lector, mientras con la otra va apuñalando, apuñalando, el bajo vientre.
1. Hamnet, de Maggie O’Farrell (Asteroide)
A partir de una excusa argumental más o menos canónica (la biografía ficcionada de un episodio en la vida del bardo de Stratford-upon-Avon) la escritora irlandesa toma caminos secundarios para edificar un relato mucho más valioso sobre los nombres anónimos que lo rodearon: su esposa Agnes y tres hijos. Un caudal emocional y literario de insólita belleza -y tristeza- deslumbrante virtuosismo literario y desbordante riqueza estilística sobre el amor y la pérdida. Debería marcar época.