angustia

Angustia (Bigas Luna, 1987)

«Usted va a ver un film durante el cual estará sometido a mensajes subliminales y una forma benigna de hipnosis. Nada de esto le causará ningún daño físico, pero si por algún motivo pierde el control o nota que su mente se está alejando de la realidad, abandone la sala inmediatamente»

No me resistía a empezar este comentario con esto, un texto que aparece impresionado sobre un fondo negro al inicio de la película que nos ocupa, mientras una voz nos informa que en el vestíbulo ha sido instalado un servicio gratuito de asistencia médica a disposición del espectador, que puede disponer asimismo de máscaras de oxigeno. Eso, y que la compañía no se hace responsable de la salud del respetable.

Delicioso; empezar una película así, aunque sea pura boutade, sólo puede traer cosas buenas. Y lo hace, las trae.

Y además nos pone sobre aviso de lo que vamos a presenciar: no sólo una película de terror, de «angustia», o de lo que vaya a ser. Más bien una experiencia desasosegante total, la única lástima de la cuál es no poder apreciarla en su contexto original: una sala de cine y con un sistema de «cuarta dimensión» ideado por el propio Luna. Llegaré a ello.

Pero empezar, que sea por el principio.

Johnny Hoffman (Michael Lerner) tiene la extraña costumbre de asesinar y extraer los ojos a todo aquel que se le pone a tiro. Enfermero en una clínica oftalmológica y soltero crónico, Hoffman da pábulo a su frenesí psicótico azuzado por la presión de su enfermiza madre (pequeña gran Zelda Rubinstein), obsesionada con poseer la mayor colección de ojos humanos del mundo.

Bien, partiendo de algunas nociones contenidas en el cuento popular germánico «El arenero», en el que E.T.A. Hoffman contaba la historia de un solitario que robaba a los niños los ojos para dárselos de comer a sus hijos, Bigas Luna plantea su película tomando unos referentes más o menos canónicos. A parte del indudable sabor a terrorífico americano de acomodamiento comercial(1), del referente británico criminal y del regustillo a giallo italiano, no es difícil detectar en «Angustia» la poderosa presencia de Alfred Hitchcock. Se pueden rastrear trazas más evidentes o menos de «Psicosis» -esa la relación casi edípica del hijo dependiente de la madre-, de «Los pájaros» -la utilización de algunos recursos formales relacionados con al presencia en pantalla de las aves-, de «Vértigo» -los elementos más o menos hipnóticos, como espirales-.

Así que con el maestro inglés entre ceja y ceja «Angustia» se convierte pronto en un carrusel de momentos con imágenes desquiciadas que chocan con la sobriedad casi gótica de otros pasajes; de sonidos extraños y jugueteos con la percepción de los personajes y, de rebote, del espectador. Un vehículo de experimentación ligera que le sirve a Luna para otear nuevas vías de expresión en el género del terror y el suspense a base de conceptos psicológicos (la presencia constante de la hipnosis y la manipulación de la voluntad) y sirviéndose de sonidos extraños e imágenes chocantes imbricados en esa trama de suspense más o menos convencional. Haciendo uso de una fotografía contrastada, colores duros y un marcado juego de luz y sombras, más un diseño de sonido cuidado, que también contribuye en guiar al espectador hacia el terreno de lo inquietante. Es decir, todo según lo previsto, hasta el momento.

Pero algo catapulta el producto de golpe y porrazo hacia otros terrenos. Mediante un preciso travelling out, Luna introduce un quiebro en el relato en el que el espectador ve con una especie de mezcla entre la admiración y el descoloque cómo todo lo que ha visto hasta ahora era una gran mentira: la historia de Johnny y su madre pertenece a «The Mommy», una película de terror que están viendo una serie de personajes dentro de una sala de cine.

La pirueta se vuelve triple cuando Johnny (en «The Mommy») se introduce en una sala de cine en la que proyectan «El mundo perdido», planeando cazar a su siguiente víctima.

El espectador real (nosotros) debe reformular en este momento su percepción del relato y darle nuevos significados basándose en la escala de realidad y ficción. Ahora la historia está en los espectadores que están en la sala de cine viendo esta «The Mommy», más que en el plano de Johnny y su madre.

Con un nuevo malabarismo argumental, Luna no tardará en construir otra ficción sobre esta nueva «realidad»: un asesino se introduce en la proyección de «The Mommy», inducido por las mismas imágenes de la película que, sabemos, ha ido viendo una y otra vez. Y empieza a acosar a dos de las presentes en el visionado.

Mediante un juego metalingüístico de espejos, de distintos planos narrativos, el espectador real (recuerdo, nosotros) no tiene más remedio que ponerse en un siguiente plano lógico en la cadena. De ahí lo que comentaba antes sobre «la cuarta dimensión»: el plan original era que un hombre se paseara por la sala durante la exhibición de «Angustia» asustando al respetable. Y convirtiendo la película en una experiencia a múltiples bandas. Una interactividad que se mantiene en cualquier contexto en el que se vea la película en tanto que nosotros pasamos a formar parte del propio discurso de la película.

En este punto, el director va perfeccionando su jugueteo y habilidosamente pone en paralelo las dos líneas narrativas (la de la ficción -Patty y Linda- y la de la ficción dentro de la ficción -Johnny y su madre-) y busca la confusión de las dos desdibujando los límites formales entre una y otra. Hay momentos que las dos historias se montan en paralelo sucesivamente como si fueran una misma; otros en los que la imagen de una convive con el sonido de la otra; otras en las que un plano en una obtiene su respuesta en la otra. Creando con ello un estado de irrealidad que contamina al «espectador real» y lo sume en este entorno de confusión, enigma constante y realidad enrarecida.

Al final, lo que se pretende es elaborar un discurso que vaya más allá del simple entretenimiento. Que ponga al espectador en el centro de la ficción y lo haga partícipe de las cosas que ocurren. De ahí la persistente presencia de ojos durante toda la película: «Angustia» reflexiona sobre el poder de la mirada, la seducción de la violencia y la agresión de la imagen -ficcionada o no- a quien la percibe: Patty se debate constantemente entre el impulso de apartar la mirada de la pantalla y su miedo a abandonar la sala de cine.

Y ello conecta de nuevo a Luna con Hitchock; en este caso el de «La ventana indiscreta» en su vertiente voyeurista, tanto en lo que tiene esta de observación impune (o impotente) de los actos violentos como en la filigrana de convertir al observador en observado.

Una serie de disquisiciones más o menos acertadas que convierten la película en un producto autoconsciente, más allá del simple exploit de terror ocular. Y le dan al conjunto, ayudado por un tenso crescendo dramático, un aire malsano, casi demencial, convirtiendo «Angustia» en un rara avis, quizá no tan audaz como «Arrebato«, pero que tampoco se queda corta como película perturbadora, tensa e inquietante. Clasicazo.

 

(1) De hecho, viniendo el realizador de realizar «Reborn» en Estados Unidos, «Angustia» está planteada como una película puramente americana a pesar de que esté rodada íntegramente en Barcelona, los diálogos sean en inglés, con parte de la plantilla interpretativa de origen norteamericano y ambientada en Estados Unidos, en un contexto de sala de cine tradicional norteamericana.

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. La vi hace bastante tiempo por televisión y me pareció interesante pero no sé si me gustaría si la volviera a ver (aunque como dice usted, los quiebros en el relato ya no me resultarían tan sorprendentes). Y sí que hubiera sido guay verla en el cine.

    Un saludo!

  2. No, claro, cuando conoces los giros, la cosa pierde bastante. He tenido que hacer un esfuerzo para escribir la crítica desde cierto punto de vista "inocente" tras haber re-visionado una película de la que ya me acordaba bastante.

    Y además no ha envejecido del todo bien (ojo a las connotaciones de la última palabra de mi crítica: "clasicazo", jejeje).

    Pero aun así me parece una película por esto o por aquello, muy, muy bien valorable

    Saludos! ;)

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