Crítica de 300: El origen de un imperio (300: Rise of an Empire)

300: El origen de un imperio

La operación debería ser simple, es una receta del triunfo en dos pasos. Paso 1, adapta un cómic de éxito y consigue una película de mayor éxito. 2, sácate de la manga una secuela e intenta ganar más pasta que con la anterior, a ser posible sin rebajar excesivamente la calidad. Lo que ocurre es que la cosa no era tan simple porque desde que 300 se lo comiera todo en 2006, el panorama de peplums digitales se ha depauperado hasta el punto de haber sido poblado por varias secuelas deudoras de la película de Snyder de calidad más que cuestionable y oportunismo bastante jeta. No es lo mismo que 300: El origen de un imperio llegara poco después de la antecesora que que lo haga con Immortals, la serie Spartacus (y derivadas) y, en menor medida, Furia de Titanes e Ira de Titanes ya estrenadas y quemadas. Y, la verdad, si uno no dudara tanto de las inquietudes artísticas de los productores y de su pensamiento estratégico más allá del mero abultado de la cartera, podría decir que incluso han dado un paso inteligente: ¿está todo el pescado vendido? Estupendo, pues démosle al público simple adrenalina disparada con un trabuco, sin un sistema nervioso que la regule. A piñón. Y guardándonos las espaldas ante la parroquia comiquera: que Frank Miller escriba a toda prisa un cómic secuela (Xerxes) a su éxito planetario y a partir de ahí adaptamos.

Y sí, claro, 300: El origen de un imperio es, en esencia, un auténtico petardo en todos los sentidos. En el malo, en el peor y también en el bueno. De nuevo anclado (casi más que su predecesora) en la pura serie B, despojando al género de cualquier posible honorabilidad y legitimidad que tuviera con algunas producciones más o menos dignas de los 60 (El león de Esparta), esto es un producto de consumo rápido con inexistente reflexión profunda, por cierto más apegado a otro peplum de los 60: el italiano. Esta secuela es en definitiva un mero amplificador de los tics formales y narrativos de su antecesora, una especie de refrito más ruidoso y atronador, generador de mayores disrupciones intestinales espasmódicas y de glaucomas instantáneos gracias a una puesta en escena faraónica -todo pantalla verde, claro- pero altamente cincallera. De modo que si allí los trescientos guerreros espartanos de Leonidas se enfrentaban a los persas en la batalla de las Termópilas, aquí es una contienda paralela, una contra las huestes de Artemisa, auténtica perra del infierno, killer barbie al servicio (o no) de Jerjes, este en cambio en un papel casi anecdótico. Una acumulación de batallas navales culminadas en peleas a espada, como aunando los clásicos de aventuras en el mar y los swashbuckle bajo el signo del kitsch hipertrofiado y sobre-postproducido de Snyder, de quien el director Noam Murro ejerce de mero suplantador. Todo en una estructura narrativa tan simple como la chancla de Maciste, consistente en un sistema de engarce de batallas con un poco de parloteo como aglutinador, charlas intrascendentes pero henchidas de epicidad machurrienta que terminan en interminables arengas militares, siempre entorno a los conceptos de libertad, sacrificio y honor.

Son esos los grandes temas (sic) que pretende tratar una película que, como su predecesora, vuelve a apelar a una historia de David contra Goliat. Lo cierto es que bajo tanto guarrazo, gruñido austrolopiteco, explosión padre y choque naval a uno le cuesta oír el argumento, pero también es cierto que los responsables de esto han dedicado un mínimo espacio a plantear alguna situación basada en las motivaciones de los personajes. Especialmente, y a falta de un protagonista fuerte (lo de Sullivan Stapleton y su Temistocles es más que olvidable), han optado por trabajar una villana potente y carismática. Esa Artemisa de la que hablaba, pura furia. De diseño pero furia. Salvaje, venenosamente bella, arrebatadoramente pulpesca, interpretada con cachonda convicción por una Eva Green que se come ella solita la película y que, estupendo plus, regala algún que otro momento de gloria softcore, cargando el ambiente con una subtrama -meramente esbozada- de tensión sexual resuelta. A parte de eso (en definitiva momentos fuera del fragor de la batalla que aún así están empapados de una agresividad y visceralidad desastrosamente Hollywood) la película es, por lo demás, puro y descerebrado entretenimiento de violencia animal para las grandes masas. Y ahí cumple con creces. El gore irreflexivo que caracterizaba la primera vuelve a enchurretear planos cuasiestáticos (se vuelve a abusar de la slo mo como si el propio Snyder estuviera tras la cámara) que evocan la narrativa secuenciada de la viñeta de cómic. La ceremoniosidad forzada vuelve a intentar legitimar un sistema de simples fostias como panes, bañadas en una pomposidad hueca muy heavy metal.

Y, en fin, las aventuras de este nuevo grupo de six-packs andantes vuelven a situarse en las antípodas de cualquier cosa que se pretenda enmarcar dentro de los conceptos de elegancia, sutileza y buen gusto, devolviendo la serie B al terreno que nunca debería haber abandonado: el del puro entretenimiento sin tregua. Ni poso alguno.

5/10

Sending
User Review
0 (0 votes)
Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

Te puede interesar...

Comentarios

  1. tu uso del lenguaje español es tan rebuscado y hipster que termina haciendo doler la cabeza al tratar de entenderte… ¿o es que eres extranjero?

  2. no, mira, el problema es que usa "español de España". Creo que lo que tú empleas lo denomináis "neutro" o algo así. Fuera de latinoamérica nadie sabe a lo que os referís con esa mierda

  3. Querido Troll (perdona, al llamarte Troll no pretendo insultarte sino constatar un hecho: así es como se os llama a los que os dedicáis a odiar profesionalmente por las páginas de gente que no os ha hecho nada; si lo prefieres te llamo Hater…)

    Querido Hater,
    tienes toda la razón en tu comentario, así que he decidido volver a explicarte la crítica sólo a ti, con un vocabulario que probablemente se adecue más a tu nivel intelectual y de comprensión del español.
    Allá va:

    "300: El origen del imperio es una película muy bonita de ver, pero muy rollo, porque todo es pum y bam y pumba y catapún. Y luego hay aventuras muy emocionantes que te lo hacen pasar superbién, los señores que salen son muy guapos y las señoras también. Pero la película es muy mala porque en el fondo es un rollo. Mí no gusta. No ver. Ser mala. Ser un rollo. Fin. Pero las chicas ser muy guapas. Fin otra vez".

    ¿Mejor? Si sigue siendo demasiado hipster (aunque te sugiero que repases el significado de la palabra hipster, especialmente antes de decir a los demás que no sabemos hablar) te lo puedo simplificar un poquito más…
    ¡Ya me dirás!

    Un abrazo

  4. Cuando no poniendo a su lugar al calvo…

Escríbenos algo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más en Acción