Crítica de 4 meses, 3 semanas, 2 días

Sin duda un proyecto de lo más ambicioso, «Relatos de la Edad de Oro» pretende ser una gran saga de películas de nacionalidad rumana que tengan como marco común la misma ubicación temporal, es decir, la época que abarca desde finales de los 80 a mediados de los 90. Así, busca dar una visión lo más completa posible de lo que fueron esos difíciles años de cambio, de comunismo, racionalización, y revolución. «4 Meses, 3 Semanas, 2 Días» es la que da el pistoletazo de salida a la propuesta.Escrita y dirigida por Cristian Mungiu, la película nos presenta a Gabrila Dragut, una chica que se ha quedado embarazada de manera indeseada y ahora pretende abortar. Para ello contará con la inestimable ayuda de Otilia, su mejor amiga, que hará lo imposible por ella…

Esta es una película atípica. No se centra en el devenir de los acontecimientos. Todo transcurre en un periodo de tiempo cortísimo, una tarde-noche, y gran parte del tiempo se limita prácticamente al rodaje del ir y venir de la protagonista de un sitio a otro. Protagonista que, por cierto, no es ni mucho menos la embarazada, pues de hecho, el aborto no es más que una mera excusa, una subtrama de la que el director ni siquiera da una opinión. En realidad, esta es una película sobre la amistad. Lo que Mungiu quiere es preguntarnos a cada uno de nosotros hasta qué punto estaríamos dispuestos a llegar por un ser querido. Porque si bien es cierto que a lo largo de la película se dan a lo sumo cinco sucesos realmente relevantes, en su mayoría son duros, muy injustos para la protagonista que insisto, es la amiga de la embarazada.
Resulta como mínimo curioso, y es de agradecer, que «4 Meses…» opte por posicionarse en una perspectiva completamente diferente a la que nos tenían acostumbrados películas como «Juno» o «Lío Embarazoso», los dos últimos ejemplos de embarazos más o menos deseados.

Pero no nos engañemos; por muy original que sea la propuesta, y mucha intensidad que tengan sus dos o tres momentos dramáticos (que la tienen), esta película no es ni mucho menos la gran obra maestra de la que todo el mundo habla.
Porque ante todo, «4 Meses…» tiene en su principal logro su mayor defecto. Y es la voluntad de crear una cinta tan fría, tan poco subjetiva, casi documental (y no solo a nivel argumental: a Mungiu le falta muy poco para convertirse en un director dogmático como demuestran sus planos nocturnos, mal iluminados y rodados con «inexperta» cámara en mano) consigue que el público se mantenga más frío de lo que debiera, sin sentirse identificado ni lograr simpatizar en ningún momento con los personajes.
Además, dicho hiperrealismo se traduce sí en escenas descorazonadoras, deprimentes y opresivas, pero también en larguísimos momentos situados en el mismo lugar, con infinidad de silencios estirados en exceso, pasando de provocar una mueca de desazón a un resoplido de aburrimiento, en el infinito tedio en el que a veces llega a caer la cinta.

Por lo tanto, al ver «4 Meses…» uno se topa con sensaciones encontradas. Por un lado es consciente de que ha visto una película correcta, diferente e innovadora en su propuesta, con momentos enormes pese a la austeridad general. Pero por otra parte, resulta inevitable notar que falla en numerosos aspectos, y que la innovación inicial poco a poco acaba dando paso al tedio más absoluto.
Demasiado irregular, me extraña el bombo que se le está dando.
6/10

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Coincido. Está bien, pero quizá me la esperaba mejor con tanto bombo que le han dado. Saludos.

  2. me alegra que coincidamos, así a lo mejor no me estoy volviendo (aún) una roca sin escrúpulos que se siente seducido únicamente por la sangre en el cine!

    saludos!

  3. El dramatismo que evoca esta pelicula es de lo más incierto; casi desconcertante. Si bien la pasividad ante macabras y trágicas escenas es sumamente difícil; en general te topas con una barrera de «realismo actual, generacional, político y geográfico».
    Es decir, la frialdad con que se trata este tema no resulta suficiente para penetrar en los más profundos sentimientos de dolor, terror, panico, angústia, deseperación…que, justamente (o injustamente) son los que están experimentando sus protagonistas.
    Eso sí; tensión, hastío e impotencia hacen presencia a medida que avanza la trama; y es que a mi parecer; es precisamente el espacio tan acotado en el tiempo con el que cuentan ( casi se trata de horas) el que logra alcanzar ese punto álgido y expectante que lleva a aplaudir o rechazar inconscientemente las acciones de los personajes. Se espera de una amiga que haga lo impensable (que no imposible) por la otra? y esa otra; es capaz de dejar que su incondicional aliada pase contra su voluntad por una de las situaciones mas humillantes que existen?
    Pues bien, todo ello lo has de reflexionar una vez ha acabado la pelicula; ya que con 4 meses, 3 semanas y 2 dias; las horas parecen años, los minutos meses y los segundos semanas… cualquier decisión debe ser tomada aqui y ahora y es ahora o quizá nunca.

  4. Se me olvidó firmar; G!

  5. jolín, no queda absolutamente nada más que decir sobre la película, aplaudo tu comentario, G! (más que nada, porque estamos de acuerdo, que si no te maltrataría enormemente, joujoujou).

    Por fiiiiiin te decides a pasar por aquí… espero que no sea la única vez que lo haces! te gusta el tinglado que tengo aquí montado?

    un besaco!

  6. La primera sensación que tuve al ver esta magistral nueva obra del rumano Cristian Mungiu fue de incomodidad y un cierto agobio. Con este relato sobre la experiencia del aborto en el aplastante régimen comunista de Ceaucescu, el cine europeo vuelve a tomar las riendas de un necesario espíritu crítico, revulsivo, combativo con la realidad. Y es tan acertado el planteamiento, son tan evidentes los logros que el grado de desazón era inevitable. Tal impacto ha causado que ha conquistado al jurado del glamouroso festival de Cannes. Una joya en el palmarés…eso sí, llena de mugre y directa al estómago.

    Otra película -también europea, también de escaso presupuesto, también hecha desde las tripas- me vino a la mente enseguida: 13 (TZAMETI), ópera prima del georgiano Géla Babluani, pequeña gema en blanco y negro que irrumpió con brutal modestia en la cartelera del 2006. Recordé su radical apuesta por trasladar en imágenes expresionistas, angustiosas, uno de los lados más oscuros y miserables de la condición humana. Y la asocié a la película de Mungiu por su honesta desnudez, por azotarnos desde un frío distanciamiento, por dejar clara su intención de estrujar conciencias desde el riesgo y el compromiso. Aunque esta 4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DÍAS no sea una propuesta tan conceptual como aquélla, las iguala ese tono de naturalismo ajeno a la industria yanqui, ese afán suicida de unos creadores centrados no en hacer taquilla, sino en cuestionar los tenebrosos cimientos de la sociedad que reflejan. En ambas se pasa miedo, una lacerante angustia de saber que esas cosas suceden.

    Con implacable austeridad, sin adornos ni embalajes, recorremos la odisea de dos chicas, estudiantes en la Bucarest de mediados de los 80, que buscan el medio más rápido y económico para lograr que una de ellas aborte. En esa terrorífica coyuntura política, el riesgo que corren puede suponerles graves consecuencias, pero la desesperación y la perspectiva de un futuro incierto les impulsa a contratar los servicios de un siniestro asistente a domicilio, quien las humilla y convierte su tormento en algo casi grotesco. La historia nos muestra personajes reales, extraídos de esa sociedad que, aunque cueste aceptarlo, escondía toda esa abyección, esa afilada represión, ese tono lúgubre y malsano. Sufrimos con las dos chicas -aunque se focaliza la atención en una de ellas, auténtica heroína del relato, encarnada con elocuente contención por Anamaria Marinca-, nos estremece su descenso al infierno, comprendemos y justificamos su valiente decisión, nos compadecemos de la mala jugada de su destino. Todo ello sin excesos, sin los habituales condimentos melodramáticos tan jugosos, sin refuerzos emocionales externos -música, voz en off, planificación efectista-, sin todo aquéllo que una historia trágica de estas dimensiones se hubiera prestado a contener. Las protagonistas actúan con un sentido común desconcertado ante lo soez que las rodea, su inexperiencia hace que padezcan las consecuencias de ese estado de cosas. Pero no se juzga a las dos jóvenes ni se las convierte en víctimas modélicas. Tampoco se hace con ellas un forzado discurso proabortista. El director es mucho más inteligente que todo eso y esquiva sermonearnos filmando las acciones sin tomar postura. Esto es lo que eleva la película a sus niveles de grandeza.

    4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DÍAS es el último y más riguroso ejemplo de cómo el cine, cuando parte de un terreno abonado con honestidad y destreza, se despoja de los envoltorios y aborda su materia con lo básico: una trama poderosa por ser tan real, tan desnuda formalmente que abruma, tan sobria y punzante que asusta. Se nos cuenta -con innegables elementos de un thriller desde el inicio- una historia escabrosa, sucia, denigrante. No existen aditivos, no hay pulcritud argumental, como tampoco la hay a nivel estilístico. La cámara sigue a los personajes con sofocante fidelidad, se convierte en el testigo de toda su desesperada aventura, nos hace observadores de su intimidad lastimada, nos sumerge en su sombrío y agónico paseo por una ciudad llena de seres fantasmales, personajes que entran y salen de escena ajenos a la tortura que viven las chicas. Y a nosotros casi nos da vergüenza asistir a la práctica abortiva, y, desde luego, nos escandaliza y enfurece que su falta de recursos las obligue a aceptar actos de la mayor vileza. Esta implicación directa, inmediata, brutal con lo que vemos la consigue Mungiu a través de una premeditada sencillez de conjunto. La planificación, en este sentido, es funcional, sin puntuaciones ni aspavientos, sin sobresalir por encima de lo que se nos narra. Los planos se alargan hasta la asfixia para obtener ese aspecto de hiperrealismo, para que los actores hagan vivos a sus humanos personajes, para que la inmundicia salga a escena. La fotografía no hace alardes y explota la tonalidad nauseabunda de calles y espacios cerrados, es tan expresiva en esta truculencia como puede serlo la de una película de época en su esplendor.

    Fondo y forma, por tanto, están tan asimilados que se convierte la película en la más pavorosa muestra de un cine de enorme integridad ética, concebido desde una marcada autocrítica social y política, pero sin excentricidades, sin levantar la voz, desde la franqueza y el buen gusto. Es duro reconocer que en la Rumanía más vergonzante, la de la dictadura comunista en su apogeo, tuvieran lugar prácticas ilegales de este tipo, que humildes jóvenes como Otilia y Gabita conocieran la senda del horror más intenso. Gracias a Mungiu parece vislumbrarse una nueva etapa creativa en la débil industria de Europa del este, destinada a exorcizar fantasmas de un pasado ignominioso, a cicatrizar llagas de humillación y perversidad en una nación con la moral degradada. Y el mejor instrumento para condenar tanta maldad sigue siendo el buen cine, como este descorazonador y claustrofóbico trayecto por los caminos del dolor y la mezquindad.

  7. jolín, dónde has escrito eso? para seguir leyéndote digo, aunque no coincidamos en esta película (lo siento, pero para mí una cosa es querer expresar la frialdad etc, y otra es el tedio, jeje)

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