Crítica de Águila Roja: la película
Ejercicio de sinceridad al canto: ¿cuántas películas salidas de series para la televisión nos han gustado? Y de ellas ¿cuántas lo han hecho por los valores de la película en sí, y cuántas debido a la imparcialidad de ser seguidores del producto original? A mí me vienen a la memoria engendros de todo tipo (desde los expedientes X a “No te fallaré”) y a bote pronto sólo se me ocurre “Serenity” como adaptación digna, pero claro, fui fan de “Firefly” y prefiero no pensar en qué habría ocurrido de no serlo. Ya se me ven las intenciones, ¿verdad? Efectivamente, jamás he visto un minuto seguido de “Águila Roja”, por lo que la valoración que sigue de “Águila Roja: la película” parte del punto de vista de un espectador neófito, algo del todo lícito por otra parte, ya que es de esperar que no sea el único engañado que se plantee acudir a las salas a verla. Idea que habría que ir desestimando si es que aún se quiere mantener algo de esperanza en el cine español.
Y es que, fanatismos aparte, la película que ha perpetrado TVE para seguir llenando sus arcas a base de uno de sus productos estrella es poco menos que un desastre en todos los sentidos, a su lado hasta “Lope” gana enteros (dando por bueno el biopic sobre el poeta como referente más inmediato), por lo que si el objetivo final va más allá de satisfacer a los fans, si se buscaba obtener nuevos adeptos a la serie, objetivo fallido con estrépito. Es más, lo mismo hasta sirve para que muchos de los que ya cuentan entre sus filas se desentiendan.
Empecemos por una premisa que, entiendo, debería ser básica en esta clase de ejercicios: tele y cine no son lo mismo. Para dar el salto de lo primero a lo segundo es necesaria cierta evolución técnica, pues por mucho que en pantalla pequeña pueda resultar, el mismo recurso puede quedar en evidencia en una grande tal y como ocurre en la cinta que ahora nos ocupa, de una ranciedad visual y carencia de profundidad tales que casi parecen faltarle dimensiones. Ahora bien, del mismo modo que puede considerarse como el abecé de una producción, no menos cierto es que de no contar con mejores recursos, uno siempre puede paliar la molesta sensación de estar viendo un telefilm a base de arte y oficio. Lo hemos visto recientemente en “Carlos”, “Misterios de Lisboa” o hace algunos años en “Saraband”, casi obras maestras que no ocultan su condición en ningún momento; pero hablamos de Olivier Assayas, Raoul Ruíz e Ingmar Bergman, y no de un José Ramón Ayerra cuya filmografía conforman las series “Javier ya no vive sólo” y “Águila Roja”, siendo la película sobre esta última su debut en cine. Su inoperancia queda patente en una dirección desafortunada en el mejor de los casos, plagada de artificios horteras y ridículas resoluciones, ralentizaciones (señores, que de “Matrix” hace ya más de una década, por caridad), burdos jugueteos con el tiempo de exposición en las escenas de acción, y un cúmulo de clichés visuales que dicen francamente poco de su personalidad como artista.
Claro que de clichés es de lo que vive la película a todos sus niveles, y si damos por finiquitados los técnicos, toca centrarse en los de un guión que no se deja ni uno en el tintero. Aquí hay de todo, desde personajes arquetípicos (el héroe buen samaritano a cargo de un hijo, que a la vez parece un angelito; la chica misteriosa buenorra que necesita la ayuda del héroe, las figuras cómicas, los malos malosos…) a situaciones de chiste, impropias del año en que estamos. En pleno 2011 ya no cuela que puedas distraer a alguien diciéndole que tiene una araña encima; no se puede tolerar que en el mismo diálogo uno le pida a otro quemar todos sus trajes y luego que le ayude a vestirse con uno, que todo el mundo hable español perfecto venga de donde venga, o que todo un pelotón militar pueda esconderse tras un par de árboles y pasar realmente desapercibido; y no puede ser que los malos sigan pecando de los mismos errores de siempre: si contratan a un sicario es para que asesine a su víctima a las primeras de cambio, en vez de recapacitar a última hora y optar por un rebuscado plan que acabe metiéndola en una trampa (que igualmente acabaría con su vida). ¿Dónde estamos? Así, hasta se maquillan sarpullidos como la presentación de Inma Cuesta a base de playbacks que nadie parece querer disimular, los gags con posaderas al viento (adiós a la dignidad), la introducción de personajes cuando ya se lleva una hora de película, la nulidad evolutiva de cada uno de ellos, los evidentes cortes… qué demonios, incluso el hecho de que toda la trama se apoye sobre tan endebles justificaciones (ni de lejos aguantan el mínimo atisbo de duda); todo eso no es sino más madera que añadir al despropósito global.
Ah, y no, nos os libráis: falta hablar sobre los actores, aunque poco hay que pueda añadirse a la pregunta que le sobreviene a uno cuando el primero de ellos abre la boca (y si no, a la que lo hacen Francis Lorenzo y José Ángel Egido): ¿están de broma? Y quede claro que se les concede el beneficio de la duda porque a la mayoría de ellos se los ha visto con mayor atino en otras ocasiones, y puede que todo se deba a que el guión no daba para más. Subrayo lo del “puede”. En cuanto al debut de Martina Klein, que haya conseguido no mostrar nada más que un desnudo de espaldas es lo mejor que puede decirse de ella.
Con todo esto sobre la mesa, toca sin embargo romper una lanza a favor de “Águila Roja: la película”. La cinta como producto cinematográfico es una chufa, cierto, pero es la abierta prolongación de un producto determinado, y si sirve como respuesta a necesidades del mismo, si complace a sus fans o no, es algo que ignoro. Seguramente sea un suicidio comercial dedicar un largometraje entero al consumo exclusivo de tan específico público (y probablemente no haya sido esa la idea original) pero el caso es que en la sala donde tuvo lugar el pase de la cinta había una pareja de seguidores de la serie, y ellos disfrutaron de lo lindo. Tanto, que ni les molestó que hacia el final, un personaje en un valle donde acaba de librarse una batalla dijera algo así como “cuánto español caído, se merecen un monumento. Qué orgulloso estoy de ser español”. Terrorífico.
3/10
Oye, yo recuerdo una película basada en una serie que me encanto!!! La de Los Simpsons!!! Fui a verla al estreno y dejame decirte que hacía mucho que no veía a todo el publico de pie, incluyéndome, aplaudiendo durante los créditos finales!!! jajaja :D
Hola. Estoy depre. Tenía unas gans de que saliera la de "Águila roja" pa poder hacer todo un despliegue de descalificaciones, chistes y gracietas sobre tal engendro, que, de verdad, estaba como un niño en Nochebuena ( o la noche de Reyes, allá cada cual). Pero con esta crítica me habéis desarmao. No sólo porque ya hacéis el desguace por mí, sino, sobre todo, ¡porque me habéis hecho pensar, mierda! O reflexionar, al menos, no tanto sobre la relación producto televisivo- cine, sino sobre qué tipo de productos tienen que sacar el cine español al mercado para poder sobrevivir. Aún no he llegado a ninguna conclusión, eso sí, porque en mí los momentos reflexivos son intermitentes, cuando no espasmódicos, pero si llego a laguna conclusión, os amenazo con seguir esta diatriba. la venganza es un plato que se sirve frío…
Sigue sigue, a mi me importa un pepino el tema y la peli, pero me gusta leerte y encima gano una opinión sobre algo que me importa un pepino y ya sabré porqué me importa un pepino, porque yo = q Huang.
Hola y muchas gracias, Ripley! me he pasado todo el finde elaborando un argumentario con 14 puntos perfectamente desarrollados y por culpa de tu comentario, me he dado cuenta de que a mí el tema, en realidad,también me importa un pepino. pero enfin , para quitarme la sensación de haber perdido miserablemente el tiempo, permitidme una pequeña exposición, resumida,de mi brillante aserto:
Ultimamente se repite mucho, como un mantra, la idea de que el futuro del cine español pasa por hacer buenas películas que atraigan al público (¿ah, pero no se ha tratado de eso?). Ahora mismo en las carteleras hay dos ejemplos gloriosos de esta tesis: "Torrente 4" y "Águila roja". Cada una de estas pelis ejemplifica una manera de hace cine en España. La saga torrentina, al igual que "Pa negre" (y todas las de temática guerracivilista, post- y pre-), así como la mayoría de las obras de directores señeros como Trueba, Almodóvar o de la Iglesia suponen un tipo de cine que parte de la utilización de elementeos netamente hispanos para la realización de estas películas y su compresión por parte del público.
La otra corriente partiría de premisas que están copiadas o adaptadas del cine hollywodiense o del mainstream mundial: "Aguila roja" ( ya sé que se desarrolla en la España del XVII, pero la idea de meter ahí a un ninja es más propia de un guinista de California que de uno de Valladolid, ¿no os parece?), la mayor parte de las comedias españolas, todo el cine de terror y los pocos y malogrados ejemplos de thrillers policiacos españoles. Y, desde luego, toda la filmografía de Amenábar, por citar a otro director oscarizado.
La conclusión, si es que hay alguna, es que en España se puede hacer cine partiendo de cualquiera de estos dos paradigmas (o, dicho de otro modo, cabeza de ratón o cola de león). En cualquier caso, sólo se obtendrá el favor del público si el resultado es suficientemente penoso y deleznable. Es más, yo propondría una hibridación entre las dos corrientes, que se lleva mucho ahora: algo así como "Torrente rojo en busca del pan negro". Eso sí que arrasaría en taquilla.
PABS, bueno, ahí tienes razón, pero estarás de acuerdo conmigo en que la peli no llega, ni de lejos, a los momentos más gloriosos de la serie. Pero sí, yo también la disfruté mucho! Ahora bien, no sé cómo reaccionaría ante ella quien no hubiera visto nada antes de Los Simpson. Te recuerdo cómo fue recibida South Park, jejej…
huang bai, cositas: tío, que hemos tenido exitazos con películas gloriosamente buenas! Mira las taquillas de La mujer sin pi… espera, a ver…. Buri… Balada tris… joer, ahora no me sale ninguna. Vale, aceptamos Pa negre como éxito/peli buena. Pero muy española no es (uy, uy lo que ha dishooooo) y su éxito fue muy relativo.
En todo caso, sí, por favor, quiero ver esa película y su continuación: Torrente Rojo 2: Fuga de cerebros en el orfanato mar adentro. Esa lo peta.
O "Balada roja de Torrente"…
Es un capítulo malo alargado!!
Puede ser. Desde luego, nunca he visto un solo episodio de esto, pero ahora seguro que no me molesto en comprobarlo! Qué horror, madre mía, qué forma de borrarle a uno las ganas de ver la serie!