Crítica de Ahora los padres son ellos
Ocho años después de conocer por primera vez a los Focker (Folien en su versión castellana) y a los Byrnes, ambas familias se reúnen por tercera vez en ocasión del quinto cumpleaños de los hijos gemelos de Pam y Greg. Los primeros en llegar, antes de lo previsto por supuesto, son los Byrnes Sr., dispuestos a pasar unos días en casa de la pareja. O sea, que por tercera vez Robert De Niro y Ben Stiller se enfrentan a una nueva pelea de gallos donde el primero sigue mostrando sus manías adquiridas como antiguo agente secreto de la CIA, y el segundo hace lo imposible por ganarse su respeto. Y ya está.
Las pocas diferencias que alberga “Ahora los padres son ellos” en relación a “Los padres de ella” y “Los padres de él” se limitan, a nivel argumental, a meras excusas que no tardan en caer en el olvido como el delicado estado de saludo de Jack (De Niro) o la consiguiente proclamación de Gred (Stiller) como posible heredero suyo en caso de desgracia. Y a niveles más pragmáticos, a la incorporación de nuevos actores (Jessica Alba y Harvey Keitel), a un cambio en la dirección (de Jay Roach a Paul Weitz) y en el escenario, que ahora pasa a ser la ciudad de Chicago.
Y ya está. Tan poquita novedad es lo que ofrece esta innecesaria tercera entrega de una saga que, como tal, tampoco hacía falta alargar más allá de su muy decente primera parte… ahora bien, a la hora de la verdad el dinero manda, y en vista del previsible taquillazo que significará su estreno, ya podemos ir preparándonos para una, dos y todas las que puedan colarnos.
Y eso que su rodaje fue más un quebradero de cabeza que otra cosa. Después de una primera versión del film, las sensaciones fueron todo menos positivas, por lo que tuvo que hacerse una segunda versión con, entre otras cosas, la inclusión de un Dustin Hoffman que se había desinteresado por completo del proyecto. Re-escritura, re-rodaje, re-casting y re-desembolso de dinero después, “Ahora los padres son ellos” ya estaba lista para su estreno, y muy sabiamente sus distribuidoras se han encargado de colocar como película de estas navidades, asegurándose así un buen aguinaldo. Si hablo de todo ello es porque tantos condicionantes afectan, y mucho, al trabajo final de Weitz, quien por cierto viene de firmar “El circo de los extraños”, “Nick y Nora” o “La brújula dorada”. Afectan ante todo en la introducción con calzador de Hoffman, cuya presencia se limita a dos escenas breves que nada tienen que aportar al entramado, a la historia de su personaje ni a su relación con los demás. O a la de Harvey Keitel, cuyo papel parece haber sido recortado hasta quedar, también, en una mera comparsa sumamente desaprovechada.
Pero afectan con mayor ahínco en un guión excesivamente vaciado hasta llegar a la total carencia de argumento (sólido, al menos), que se limita a una sucesión de gags que además se antojan tan inocentes como para que un niño los entienda. ¡Ah, dichosa la gracia! Con tal de convertirse en un producto inocuo que pueda ir a ver todo el mundo sin temor a posibles salidas de tono, con su tercera entrega la saga ha perdido el (ya de por sí) escueto porcentaje de mala leche que contenían chistes como el de las cenizas de la madre, el frenillo disecado o la lactancia de De Niro. Tan sólo uno de sus gags (sorprende que nadie lo haya censurado) tiene algo de negrura en su concepción, y justamente pro ello se convierte en el mejor de la película… si bien es posteriormente explicado para no traumatizar a los más pequeños.
Afortunadamente, los guionistas (hasta cuatro) sí han acertado en una cosa: para bien o para mal, Ben Stiller, Robert De Niro, Teri Polo, Barbra Streisand, Owen Wilson, Dustin Hoffman… todos ellos tienen en la, ejem saga Focker a sus personajes recientes más reconocidos, más aceptados si se prefiere, por lo que hace falta muy poco para que sean capaces de despertar una sonrisa e, incluso, hacer reír de buena gana al espectador que menos ganas tenga de preocuparse en la licitud de lo que esta viendo. Que no deja de ser más de lo mismo (el ejemplo perfecto de lo que son capaces de hacer en Hollywood con un chicle), pero peor, puesto que la estrategia de repetir el mismo guión a lo largo de toda la saga empieza a dar síntomas de agotamiento. Esta aún se salva, sí, y mentiría si no reconociera que alguno de sus chistes me ha caído en gracia… pero se salva por los pelos, se olvida al instante, y clama al cielo por un cambio radical en la saga en caso de que exista una cuarta parte.
5,5/10
Vamos, que yo que soy seguidor de la Saga puedo ir sin miedo a disfrutar del abuelo De Niro, ¿no?
Saludos !!
P.D. Ayer vi "Balada….". Salí encantado, jejeje.
Sin miedo tampoco, que lo mismo te cansa la historia. Yo arrugué la nariz con la primera aparición de Hoffman, a ver qué te pasa a ti cuando la veas (sí, irás a verla, como todo el mundo. Y luego vendréis aquí, y yo os diré "te lo dije" ahayiiiiiiiii!)
esto último pretende ser un grito a lo Onofre o Emilio…
Ah, y por fin otra persona que disfruta con Balada!!
Acabo de verla. Entretenida, pero el nivel es un poquito inferior al de las anteriores. Están intentando estirar mucho el mismo tipo de gags. Pero bueno, para pasar un buen rato, está bien.
de ahí mi nota. Tres estrellas (que denotan entretenimiento correcto) pero castigadas con medio punto menos, porque la cosa empieza a oler. Llevan tres películas contándonos el mismo rollo…
Supongo que te refieres a que se están poniendo muy cargantes por ser
tan repetitivos,eso es algo muy normal en el cine,tras una producción muy exitosa viene otra y así hasta que el éxito decae debido al cansancio del público.
Ya sabemos que más vale loco conocido que sabio por conocer,se ha dicho toda la vida,pero,¿y la esencia y riesgo de lo innovador?,yo creo que lo hay y mucho,pero,demasiados productores siguen optando por lo que consideran fácil y seguro.
Vi los padres de ella y me enamoré
del minino.