Crítica de Air Doll
Bienvenidos sean los giros estilísticos. Y más si son afortunados, como el que acaba de dar Hirokazu Kore-Eda quien, tras conmover al más pintado hace un par de años con aquella extraordinaria «Still Walking» se sale (un poco) por la tangente y entrega una «Air Doll» que aunque no representa un giro total, sí se aleja del realismo dramático de la anterior, suma una especie de humor estrambótico y además añade un componente salvaje a la mezcla.
Pero si se aleja un poco del realismo, no lo hace de la sensibilidad, porque si bien «Air Doll» se mueve en unas coordenadas algo más -digamos- fantásticas (como ya hacía «Afterlife»), sí es cierto que la delicadeza con la que el director tokiota retrata los sentimientos sigue ahí.
Ahora parte de un material preexistente, un manga(1) de Yoshiie Goda sobre Nozomi, una muñeca hinchable que cobra vida y decide irse a conocer mundo. Su «dueño» es un soltero que sólo vuelve a casa por las noches, así que Nozomi aprovecha el día para salir y, como un niño en plena etapa de descubrimiento, conoce el mundo, la gente que lo habita y descubre sentimientos que para ella eran inéditos. Poco a poco irá estableciendo relación con otras personas, sintiéndose cada vez más humana, más real, rellenando los espacios vitales que su propietario le negaba. Ahora empatizará con los niños, aprenderá de los ancianos e incluso conocerá algo así como la amistad, o el amor, o qué sé yo, de la mano del compañero en el videoclub donde encuentra tabajo (y que sirve, por cierto, para que Kore-Eda dé rienda suelta a su cinefilia).
Por eso, «Air Doll» se mueve básicamente en un doble plano, entre la parábola y el realismo. Entre el cuento de hadas y el drama trágico. Y combina implacablemente momentos realmente emotivos con otros directamente sórdidos.
Estimula ver a Nozomi aprehendiendo la humanidad que la rodea. Es un personaje ingenuo que parte del «lienzo en blanco» para ir creciendo: ella misma dice estar vacía (en su interior sólo tiene aire), un espacio a rellenar de experiencias, de viviencias, y de humanidad. Así que «Air Doll» actúa como metáfora de la infancia, la adaptación del niño a un mundo adulto (difícil: la ingenuidad lleva a Nozomi a momentos tan crudos como aquél en que intenta «deshinchar» al joven del que se ha enamorado) y de la pérdida de inocencia con ello.
Y de la vida y la muerte. De cómo lo primero implica lo segundo, y de cómo Nozomi siente la curiosidad del envejecer, teniendo un cuerpo plástico que ni se corrompe ni se deteriora. Es la gran contradicción a la que se enfrenta, vivir significa perecer, del mismo modo que conocer el amor significa tener que sufrir por él, y tener un corazón implica la posibilidad de que a uno se le rompa. No me estoy poniendo pastelón, la película se mueve en estos términos.
Y hay mucho del poder represor del hombre y de cómo este desemboca en «juguetes rotos». Literalmente. Y de la dominación masculina e instrumentalización sexual de la mujer, por supuesto: Nozomi es un objeto expresamente diseñado para satisfacer los deseos sexuales del hombre, quien le pedirá hasta que renuncie a su adquirida humanidad y por supuesto no dudará en substituirla en cuanto se canse de ella.
Así que es necesario, en un mundo más duro de lo que las fantasías profilácticas podrían hacernos creer, en un mundo donde hasta el encargado de un videoclub puede chantajear sexualmente a cualquiera, que Nozomi tome las riendas de su propia vida, aunque para darse cuenta de ello necesite encontrarse con Dios. O lo que es lo mismo, su creador, el tipo que en un estudio diseña muñecas de goma. Quien le dirá, por supuesto, que el libre albedrío no es más que una ilusión. Que al final «todas acabáis volviendo».
Terrible mensaje, ¿no os parece?
Vamos, que entre «terribles mensajes» y «momentos hermosos» se mueve Kore-eda, en una combinación de surrealismo (reglas extrañas pero aceptadas: nadie se sorprende demasiado al descubrir la auténtica condición de Nozomi) y dramatismo sucio en unos suburbios japoneses algo sórdidos. El director tira hacia los planos muy abiertos para transmitir la libertad recién adquirida de Nozomi, a menudo colocando la cámara a su espalda, de modo que el espectador percibe a la chica como un personaje con un sinfín de nuevas posibilidades abriéndose ante sus ojos. Mientras que baña sus planos más íntimos de una fotografía cuidada que convierte el producto en delicada poesía visual. El resultado: con ayuda añadida de una estupenda banda sonora, Kore-Eda siempre logra conmover al respetable. Ya sea con secuencias amables o con momentos de cierta crueldad nipona, y esa combinación de delicadeza, humor estrambótico y surrealismo le da un aire muy personal al conjunto.
A todo ayuda la estupenda interpretación de la actriz coreana Doo-na Bae que como Nozomi construye un personaje a caballo entre lo humano y lo artificial, difuminando los límites entre uno y otro en momentos que están entre lo frágil y lo inquietante. Difícilmente se le van a uno de la cabeza esos rostros estáticos de Doo-na o esos momentos en los que Kore-Eda combina la cabeza de la actriz con el cuerpo falso deshinchado.
En definitiva, «Air Doll» va más allá de un «Pinocho» con vocación cosplay, más allá de un simple juguete visual atractivo, y de una fábula triste con mirada ácida hacia la fugacidad de los objetos de consumo sexual (y de consumo a secas). Es este un nuevo paso hacia adelante (y un poco lateral también) en la carrera de un Hirokazu Kore-Eda que se resiste a convertirse en un director creativamente estancado. Y eso que nunca había sido sospechoso de serlo.
8/10
(1) En mi opinión no es la única conexión que podemos establecer entre Kore-Eda y el manga: casi todos quisieron ver mucho de Ozu en «Still Walking». Sí, por aquello de la coincidencia de terreno artístico. Pero a mí a lo que me recordó, y mucho, es a los dramas familiares y a la contemplación humanista de Jiro Taniguchi, especialmente a «El almanaque de mi padre», «Barrio lejano» y «El caminante».
Sinceramente, he visto bastante cine japones… y me suele gustar, pero esta pelicula en particular me parece tan vacia como presuntuosa. Tipica pelicula intelectualoide…
Mucha estetica y mucha musica bonita y mucha voz en off… y nada de contenido…
Bueno, yo es que no entiendo por qué SIEMPRE todo tiene que tener un contenido. En fin, creo que se ha perdido la apreciación de lo lírico por lo lírico, y se desprecia cada vez más lo meramente sugerente.
Esperamos que todo nos cuente "algo" porque nos aburre pasar dos horas delante de una pantalla simplemente dejándonos embriagar por una conjugación de imágenes y música. No, necesitamos chicha, contenido o si no terminamos haciendo zapping.
"Mucha estetica y mucha musica bonita y mucha voz en off… y nada de contenido…" No sé qué tienen de malo de por sí la estética, la música bonita y la voz en off.
Eso hablando en general. Hablando en concreto, sobre "Air Doll", sugiere más de lo que parece. Y cuenta mucho más de lo que podría parecer a simple vista. Es una apreciación personal.
Y a partir de ahí podríamos empezar a discutir. Si realmente sugiere tanto como a mí me pareció o no. Si estéticamente está lograda o no. Etcétera.
En cualquier caso eres libre de pensar lo que quieras y de opinar lo que te dé la gana sobre esta y todas las películas del mundo (faltaría más), pero los demás también lo son. Por eso me ha molestado un tanto eso de "típica película intelectualoide".
El desprecio a las cuestiones intelectuales y a la inteligencia suele poner en entredicho a quien lo hace.
¡Muchas gracias por participar y, por favor, firma con un nombre!
¡Saludos!
Saludos John, recien ví esta cinta.
Me parecen atinados tus comentarios aunque hay cosas esenciales que se te escapan: diría yo que las más esenciales: El Vacio, el vacio de la existencia humana contemporánea, que creo es el tema central de la pelicula y la air doll es el pretexto y la metáfora. El soplo de aire viene siendo lo que posibilita el contacto con el extraño. Todos andamos por alli necesitando que nos inflen, que nos den vida, vacios, el aire con que el enamorado infla a la Air Doll es lo que la humaniza y ella al morir al desinflarce deja salir esa aire enamorado que da vida a cuanto toca.
El mensaje: hay que ser el soplo de aire enamorado que humaniza el mundo.
Juan Ramon
Excelente pelicula, coincido con los comentarios de John "Bluto y de Christian.
Hermosa pelicula, muy a mi gusto, me enamore de la pureza de Nozomi frente al vacio del ser humano… la forma en que todo le asombra, el caracter y la personalidad de los japoneses tan diferente de los de este lado del mundo, en fin, no me importa lo que digan otros, para mi es arte puro, es cierto es breve en su argumento y tiene muchos silencios, pero estos estan llenos de un bellizimo significado. Mil Gracias por la recomendacion!
De nada; para nosotros es un placer poder hablar bien de algunas películas, y más aún si luego las véis y os gustan…
Gracias a ti, un abrazo!