Crítica de Alma salvaje (Wild)
Parece una fantasía bastante recurrente en estos tiempos estresantes que nos ha tocado vivir eso de mandarlo todo a tomar viento y largarse al monte, aunque sea por un tiempo limitado. Lo justo para desintoxicarse y volver oxigenado y limpio de mierda, aunque sólo sea para diez minutos después volver a estar como se estaba. De hecho, es un cliché más viejo que el mundo y supuestamente motiva periodos de fertilidad creativa y demás o, como en el caso que nos ocupa, sirve para renacer tras un periodo de crisis personal intensa. Es lo que le ocurrió a Cheryl Strayed, una joven de Minnesota que sufrió el cáncer de su madre y su posterior fallecimiento, saboteó su propia vida matrimonial y tocó fondo con la ayuda de las drogas duras. Y que decidió empaquetarlo todo y lanzarse al desierto de Mojave a reconectar con todo aquello que ya parecía propio de una existencia ajena. Una vida ejemplar que luego la propia Strayed plasmó en su autobiografía y que ahora sirve como punto de partida para Nick Hornby, autor del guión de la última propuesta de Jean-Marc Vallée. El realizador, por su parte, venía de mostrar los avatares de otro luchador, el protagonista de Dallas Buyers Club, y parece estar empezándose a encauzar hacia un cine convencional y comercial que, sin embargo, no renuncia a aspiraciones un tanto más autorales.
Alma salvaje podría sugerir de entrada un relato de aventuras, y sin embargo la cosa no va por ahí. Strayed decide vivir una odisea que en ocasiones se convierte en calvario, pero la descripción de su travesía no suele tender hacia la exteriorización sino más bien todo lo contrario. Dando vueltas entorno al presente y el pasado del personaje, Vallée prefiere mantener el punto de vista en un plano más familiar e introspectivo. Lo primero que sorprende de su película es que a pesar de los paisajes, de los planos generales y la orografía de un Mojave al que se le puede sacar mucho partido dramático, la auténtica lucha se produzca en la intimidad de la protagonista. Esto es antes que nada la historia del reencuentro con uno mismo, con la propia esencia y el descubrimiento del lugar que ocupa uno en el mundo y en la naturaleza. Una historia sobre la determinación y la lucha constante con el exterior y el interior que examina los sentimientos, los recuerdos, el arrepentimiento y la culpa. Cheryl, en consecuencia, no es una heroína; al contrario, durante gran parte de la película se ve víctima de su propia torpeza y vulnerabilidad y su viaje no es una epopeya. De ahí que la opción narrativa de Hornby y Vallée sea, cuanto menos, inquieta: la película se va desplegando de manera libre, desligada de las convenciones mediante una exposición fragmentada. Un relato caleidoscópico que huye de la linealidad y va autocompletándose de manera no cronológica.
Con ello evitan el mecanicismo y la tendencia al tópico formal. Y si bien no resulta un derroche de imaginación escénica, la película sí está marcada por un bonito trabajo de montaje, un sonido que juega con ecos, superposiciones y melodías que se van replicando del pasado al presente y una selección de canciones resultonas usada con inteligencia y utilidad narrativa. El resultado es un proceso de transformación sobre todo emocional de un personaje vulnerable que sin embargo no se rinde en su empeño de hacer frente a la enfermedad, al recuerdo y al remordimiento. Personificado además en una Reese Witherspoon que perfectamente podría estar interpretando el mejor papel de su vida y que ve en Laura Dern (tan estupenda como de costumbre) un perfecto apoyo y contrapunto. Todo hipotéticamente muy a gusto del gran público, sí, pero examinado de cerca un poco más inquieto de lo que cabría esperar: Alma salvaje es un material convencional que en los últimos años hemos visto ya tratado varias veces (recientemente en El viaje de tu vida y antes, y mucho mejor, en Hacia rutas salvajes) pero que está indudablemente llevado con buena mano por un director que aunque parece no querer labrarse una personalidad muy marcada sin duda sabe conducir y dar lustre a sus narraciones.
7/10