Crítica de Anacleto: Agente secreto
Resulta que sí, que si se quiere, se puede. Hete aquí que de nuestra industria aparece una adaptación comiquera que, con actores de carne y hueso, por fin da en la diana; un blockbuster intachable que consigue combinar acción y humor sin pasarse de frenada en relación a ninguno de los dos géneros. Que evita la vergüenza ajena pero no esconde el ser de aquí (cómo la busca, y qué bien le queda la caspa castiza); y sin embargo, no se arruga cuando parece ser de allá sino todo lo contrario: a espectacularidad no la gana nadie. Tomándose todas las libertades del mundo con el producto original (aunque acudiendo a él con complicidad), el director español de comedias más en forma de los últimos años, Javier Ruiz Caldera, se apunta otro logro en el casillero con Anacleto: Agente secreto, revisión del clásico de las viñetas de Vázquez con Imanol Arias en el papel de SuperAgente 86 nacional, Quim Gutiérrez como su hijo, y el todopoderoso Carlos Areces como el (meta)archienemigo Vázquez. Trío de aúpa: cuesta imaginar a otro, ejem, Bond charcutero que no sea el de Cuéntame cómo pasó, y dispares pero de sobras conocidas son las aptitudes cómicas de los otros dos. Para mayor gozo, el reparto principal encuentra secundarios de vis humorística igualmente atinada, como son Berto Romero, Alexandra Jiménez o Rossy de Palma (amén de cameos y rostros reconocibles para dar y regalar).
Y sin embargo, la propuesta no cae de inmediato en la comedia, sino todo lo contrario: la jugada fácil hubiese sido tirar de torrentada de turno, pero Ruiz Caldera ha demostrado haberle tomado la medida a un lenguaje más universal, mainstream, a un «lo que se lleva ahora» o como se le quiera llamar, y si con Tres bodas de más supo hacer de Inma Cuesta una Pretty Woman española, para la ocasión ha ido a competir de lleno con Paul Feig. Él, con Espía, tiró más de cine de acción que de comedia pura (como SuperAgente 86. De película: ¿Es Imanol Arias nuestro Steve Carell?), y lo mismo ocurre con Anacleto, que de entrada se antoja menos divertida de lo que podía imaginarse, pero en conjunto logra hacerse mucho más entretenida, ganando peso como película (como ya ocurriera con la anterior propuesta del director) y por lo tanto permitiéndose el lujo de poder perdurar un poquito más en la memoria colectiva. Perfecto para servir de arranque de una saga, oigan.
Perdurar, y gustar. Y es que lo de la torrentada no iba únicamente dirigido a la construcción de la película, sino también a su tono, mucho más bienvenido: ningún gag cae en la barrabasada, nada hay en la búsqueda de iconos (pitillo constante en la boca de Anacleto, exceso de verborrea de su hijo, pintas chungas de Vázquez, y retro del jefe…) que caiga en el mal gusto. Se apuesta aquí por un humor que pueda valer para todos los públicos, y que en lugar de ser protagonista, sirva de acompañamiento para una trama de corte clásico… quizá demasiado: caza al malo con topos de por medio por un lado, acercamiento de posturas en una relación padre-hijo históricamente tirante por el otro. Es ahí, en la falta de sorpresa argumental, donde residen los más graves problemas del film: de tanta compostura (miedo al fracaso, quizá) se ha contagiado demasiado un argumento timorato y carente de interés, por mera previsibilidad. Cuando los esfuerzos se dedican al desarrollo del mismo, Anacleto pierde enteros.
Suerte que logre reponerse de los reveses (que no son pocos) logrando el más preciado de los premios a los que una película de estas características puede aspirar: humanidad. Los personajes se antojan entrañables de inmediato, y las relaciones entre ellos resultan sumamente creíbles, como reconocible es el surrealista marco de crisis en que ocurre la acción: una España en que existe una agencia secreta anclada en los setenta y compartiendo edificio con Correos, y donde los recortes han hecho mella hasta el punto de no permitirse salarios superiores a los de un vigilante nocturno para sus super-espías. Cercana, así es en definitiva, la propuesta de Ruiz Caldera, y así las cosas salen más fácil. El carisma de sus actores, la vistosidad de su puesta en escena y efectos especiales, sus divertidos juegos referenciales con el malvado Vázquez, y algunos gags realmente logrados, decantan la balanza del lado positivo para esta ambiciosa, quizá no excelente pero sí de lo más entretenida, gran apuesta veraniego-palomitera que por fin demuestra que sí, que se puede. Sólo hay que dejarse de complejos.
Ver completa Anacleto: Agente secreto (legalmente)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un entretenimiento dignísimo que saca las mejores virtudes de todo lo que tiene a su alcance: Quim Gutiérrez, Imanol Arias en estado de gracia, y una fuente original a la que respeta y explota al al máximo.
Ganazas de verla. Tenia fe en que saldria bien. O necesitaba creerlo.
Coyote
Bueno, tampoco te esperes un acabose, eh? YA digo que de entrada es menos divertida de lo que esperaba… pero a mí se me pasó volando, y ya soy fan de varios de sus personajes (y… bueno, Alexandra Jiménez, ya sabes…. <3)
Bueno, como se suele decir, en la variedad está el gusto y yo en esta ocasión discrepo con el crítico :) A mi me ha parecido, sobretodo, un esperpento; si en las historietas lo que cuenta son los guiones sencillos pero con miga y diálogos graciosos, en la pelí con la primera viñeta se acaba.
Los cambios de ritmo la hacen, para mi claro esta, soporífera y el sonido con voces de estudio y con entonación exagerada todavía más casposa. Tiene cosas buenas como actualización de la trama y diálogos para adultos, aunque esto más bien pueda ser un guiño para los nostálgicos de las historietas que ahora ya somos bastante mayores. Creo que siguen sin encontrar la fórmula correcta para adaptar los personajes de las historietas a películas, igual la que más se ha podido aproximar sea Asterix pero también son personajes más definidos.
Otro detalle, este seguramente por la falta de presupuesto, es la cutredad de algunas escenas. A falta de dinero se puede cuidar un poco más la interpretación, enlazar los diálogos sin buscar tanto el chiste fácil y dar una vuelta más al guión para buscar coherencia; en las historietas las viñetas estaban contadas y había que ser telegráfico, en el cine hay más recursos sr. director.
Algún día coincidiremos en una opinión. Me apuesto el culo (y mi colección de pelis de Quim Gutiérrez :P)
Medio punto arriba, o medio punto abajo, coincidimos en la mayoría ;)