Crítica de La angustia del miedo

En su más reciente reedición (a cargo de la distribuidora 39 Escalones), este clásico reciente de terror estrenado en 1983 se presenta en su forma más completa, esto es, con un pequeño prólogo que sirve para poner en situación: lo que vamos a ver es la historia de un brutal asesino que fue capturado tras dispararle a alguien porque sí, y condenado a varios años de prisión para ser liberado al cabo de los mismos. Una introducción demoledora, muy próxima al falso documental (ojo a la escena sexual, censurada hasta ahora), no sin esconder evidentes esfuerzos por llevar a buen puerto una producción cinematográfica cuidada, digna. Al menos, en su (tosca) dirección. Después, de los 4:3 se pasa al 16:9, y arranca el grueso de La angustia del miedo.

Gerald Kargl dirige esta sumersión en la mente de un asesino durante su último ataque, consistente en la irrupción en una casa y la tortura de sus tres habitantes (una anciana, un hombre disminuido psíquico y una joven). A lo largo de una hora y cuarto, y prácticamente a tiempo real, se asiste por tanto al crimen desde su muy temprana concepción y hasta las repercusiones de su realización, con la guía constante de la voz en off (subconsciente) del malhechor… una versión de lo que podría haber ocurrido realmente en esa casa (oh, sí: otra “basada en hechos reales”). Y aunque puede que suene a ya visto, y que a día de hoy no albergue novedad alguna tampoco a nivel formal, mucha atención, que este podría ser el ascendente más directo de auténticos mitos como Funny Games o Henry: retrato de un asesino. Ahí es nada.

Ciertamente, lo primero que llama la atención de La angustia del miedo es la voluntad de querer desmarcarse de lo visto hasta entonces en materia, entiendo como tal el cine de género, de serie Z y/o totalmente comercial. Toca citar una vez más a Craven y su casa a la izquierda, a La violencia del sexo y similares (por qué no, métase en este saco, sólo para la ocasión, también Perros de paja): todas ellas se posicionan del lado de la víctima, y desde ese prisma realizan el seguimiento de los acontecimientos. Aquí Kargl prácticamente coloca una cámara alrededor del asesino y un micro en su interior (por cierto, portentosa interpretación de Erwin Leder); obliga al espectador a ponerse a su lado pese a no buscar en ningún momento un vínculo entre ambos, más allá del rechazo puro.

Estamos ante un ser deplorable, un hijoputa vicioso que causa ardor estomacal tan sólo con verle comer una salchicha en primerísimo y viciosísimo plano. Y se nos obliga a verle y escucharle, a seguir sus planes de asesinato y sus deseos de generar sufrimiento porque sí. Y lo mejor de todo es que nadie, nunca, se molesta por tratar de buscar una justificación que pueda antojarse lejanamente humana. Atención a su epílogo, absolutamente cínico al respecto. Un film chungo, en definitiva, al menos en lo que a concepción se refiere.

A efectos prácticos ya lo avisábamos al principio, no hay nada excesivamente rompedor si se ve a día de hoy. Es retorcida, sí, muy retorcida; habla del mal porque sí (vale, hay un discurso crítico de fondo, como siempre, aunque esta vez menos evidente)… Pero ha quedado trasnochada, cargada de recursos ochenteros absolutamente caducos y que, de hecho, en alguna ocasión pasan de lo entrañable a ser condicionantes negativos para el desarrollo del conjunto: un exceso de voces en off, una dirección con buenas (o muy buenas) ideas plasmadas de manera más bien tosca, desigualdades rítmicas propiciadas por la incapacidad de crear atmósfera con semejante banda sonora… Y sobre todo, cotas de violencia visual un pelo por debajo de lo esperado.

Un pelo, ojo, que si La angustia del miedo tiene el (¡dudoso!) honor de aparecer esta sección es por algo: al agónico-torpe tándem de ataques iniciales les da relevo una secuencia delirantemente hemogoblínica, mucho más larga de lo necesario, y con la sanísima puerta abierta a imaginar más de lo que se ve (tampoco hay que ser un hacha para atisbar su punto necrófilo). Unos minutos de pura locura retro-gore que sirven como compensación para aquellos a quienes todo lo anterior pudiera haber sabido a poco. Pero como esto pretende ser un análisis del razonamiento de un asesino, no tendría gracia acabar así. Cometidos los actos (con desigual resultado), queda saber todo lo demás, cómo pretende salir del entuerto. De modo que la cinta vive un reprise final siendo consciente de lo salido de madre que ha quedado todo, y actuando en consecuencia.

El resultado es una película de ritmo desigual y desfasada, pero que además de ser chunga por naturaleza, cuenta con un tour de force final que, desde luego, justifica la categoría de película de culto que ostenta. Es una salvajada que merece la pena ser entendida desde la distancia, tratando de ubicarla en el tiempo y el lugar (la cinta es austríaca, por cierto) para comprender porque supuso, para el género, un punto de inflexión.

Como decíamos, ahora, puede recuperarse de la mano de 39 Escalones, en una edición que incorpora la intro perdida conservando su formato original (4:3) para después pasar a los acostumbrados 16:9. Se nota el cambio también en el cuidado de la imagen, que al pasar a la cinta per se gana en calidad si bien se antoja un pelo granulada, y aquí y allá puede verse algún defecto del original que en todo caso no molesta en absoluto el visionado en condiciones notables. Por su parte, el audio en versión original salta unos segundos al formato mono, para luego regresar a un estéreo tan depurado que se distorsiona con un evidente efecto metálico, que en todo caso ya se percibía en ediciones anteriores del film. En castellano no hemos notado problema alguno. En definitiva, se puede ver perfectamente siendo conscientes de su proveniencia y año de producción. El DVD se completa con dos cortometrajes (Julia de Susanne Aernecke, y Escarnio de Raúl Cerezo; de 16 y 24 minutos respectivamente), además de un trailer y las fichas de rigor. Vamos, que por 11,95 € que vale, va que te estrellas y la película, para todos los amantes del cine de terror, es un must.

En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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