Crítica de Animals
¿Os acordáis de Los Cervatillos de Los Punsetes? Ellos correteaban por el bosque y no se fijaban en tu personalidad; no se andaban con chiquitas porque en el fondo sólo les importaba el exterior. Los cervatillos de Marçal Forés son menos mordaces, menos hijoputilmente sinceros en general y muchísimo más etéreos en concreto. Ellos y también el resto de animales que pueblan este debut largo que está empezando a levantar polvareda hipster: perros, conejos, un oso de peluche parlante suerte de Ted de la filosofía del vocoder, y un puñado de adolescentes en busca de un lugar en el mundo.
Porque, ¿qué hay más silvestre que un grupo de adolescentes con las hormonas y las neuronas en plena cocción? Pues eso. Que nadie espere en todo esto más que jóvenes turbulentos en plenos caos emocionales, o criaturas flotantes que sobrevuelan las contradicciones y terminan cayendo al suelo de un hostión que les devuelve a una realidad que no conocen, o seres que han optado por el misterio existencial como forma de construcción de una personalidad propia.
Esto, pues, apunta a cuentas saldadas, con el ejercicio cinematográfico y con uno mismo. Pinta a comentario sobre la transición (de un lugar a otro; de la adolescencia a la edad adulta) y desde la transición (de cortometrajista a nuevo llegado a la escena de creadores catalanes interesantes). Y a partir de aquí cada uno fijará su nivel de identificación y su grado de fascinación por lo que Forés nos cuenta y por cómo nos lo cuenta: desde luego, el tema que recorre transversalmente la cinta es el mismo de siempre, pero ¿logra imprimir su propia personalidad al asunto?
Pues definitivamente sí. Y no es que no se le vean las influencias, que aquí hay mucho Gus Van Sant; ni que no vaya a recordar otras cosas ya vistas (la tradición de historias sobre amigo imaginario viene de largo y la coincidencia superficial con el osito de MacFarlane debe haber mosqueado, y mucho, al realizador). Pero definitivamente Forés respira su propia atmósfera y, guste o no, se lanza al vacío. A poco que uno le ve las intenciones, el realizador es capaz de quebrar el discurso hacia otro lado, de imprimir ese halo de imprevisibilidad adolescente y un tanto anárquica, a partir de la sencilla tesis de que esto habla de las contradicciones y turbulencias pubescentes. O sea que Animals tenía que ser de todo menos un relato anclado en la estructura clásica.
Y si apuntábamos el influjo del Van Sant cronista de la adolescencia, no es menos cierto que a la película se le ven otras tantas influencias aquí y allá de las que no se molesta en esconder, y de las que incluso hace bandera y razón de ser. Que esto es muy postmoderno y al fin y al cabo danza al son de lo indie, así que su arsenal de guiños debe estar a la altura: desde el cine de Wes Anderson hasta los tebeos de Daniel Clowes o de Charles Burns, este último con referencia directa con al cita reiterada del enorme Agujero negro, otro relato de jóvenes perdidos en su propio universo hermético. Pasando por ese catálogo musical que lo pilla muy, muy de cerca (no es gratuita la inclusión en la banda sonora de temas de bandas afines al propio Forés-músico, caso de Thelemáticos, Los Ginkas, Mujeres o Los Claveles).
De modo que el director monta un pequeño juguetito a ratos delicioso, a ratos desconcertante y en algunas ocasiones aparentemente -aún no sé si sí o si no- fallido. Puede que incluso algo pedante, un tanto presuntuoso para lo poco que lleva recorrido. Pero siempre se muestra personal y único, formalmente preciso y precioso, a menudo con una puesta en escena que ya dejan entrever ideas sabias -esos travellings laterales de seguimiento, el trabajo expresivo y narrativo de la iluminación y la fotografía- y con un acabado final que puede ponernos en la imaginación a un joven Marc Recha. Y eso sólo puede ser bueno de cara a un futuro prometedor.
Eso sí, no es que nadie haya preguntado, pero como fenómeno hipster de la temporada y como nueva película con un pequeño culto a su alrrededor (que esta lo es, definitivamente), yo me sigo quedando con Diamond Flash.
7/10
- Making Of: casi veinte minutos en los que se van desglosando algunos de los puntos más relevantes de la poliédrica película. Explicación de personajes, de algunas escenasy de varios referentes alternan su protagonismo entre declaraciones y entrevistas a reparto técnico y artístico, desvelando aquellas dudas que podían haberle quedado al espectador sobre el sentido de todo ello. Aunque no todas, y es que en alguna ocasión es el propio Forés quien reconoce buscar más preguntas que respuestas…
- Cortometraje Yeah! Yeah! Yeah!: Primer cortometraje del cineasta, y clarísimo referente a para su posterior debut en largos. Se trata de un corto de 15 minutos en el que vuelven a aparecer temas recurrentes: edad del pavo, amores y desamores, homosexualidad, crisis de identidad… de todo un poco en una minipelícula cambiante, referencial, cargada de música, zooms, pantallas divididas, textos sobreimpresos y disfraces de osos panda. Lo dicho, mucho que ver con Animals tanto en su fondo y forma como en las impresiones que puede llevarse el espectador. Sólo un pero involuntario: la calidad de audio y vídeo, VHS-Rip, no le hace en absoluto justicia, aunque nada haya podido hacerse al respecto, claro.
Aj, nos pasa lo de siempre. Lo de siempre que nos pasa cuando tenemos valoraciones radicalmente contrarias. Que escribes una crítica que suscribo hasta en su última coma, y sin embargo, para mí la peli sí es fallida.
El mundo personal de Forés me parece el mismo de siempre y, por lo tanto, me interesa lo mismo que siempre. O sea, casi 0. lo explica con un estilo propio y se lanza al vacío, de acuerdo, pero me parece un estilo muy "esperable", cuya novedad es falsa y forzada.
Y además, lo de la pedantería que mencionas es lo que definitivamente me echó para atrás. Tanto fardar de referentes y de lo molón que es, implica cosas impensables, como que un niño de 17 años le diga a otro que un cómic es bueno por su entintado y no-recuerdo-qué. Me parece que quiere epatar a toda costa, fardando de estilos que beben de directores molones, poniendo músicas molonas, y hablando de cómics molones (por cierto, hablando de forzamientos varios: lo de poner "Agujero negro" al lado del culo del protagonista después de cierta escena me pareció digno de ahorcamiento).
Además, me pareció demasiado hermética en su desarrollo de la trama, o lo que quiera que sea, dejando demasiados cabos sueltos (algunos bien, tantos ya no), y cosas, de nuevo, forzadísimas. Como la justificación de esa escena hacia el final en la Autònoma.
En definitiva, es un tío que puede llegar a ser interesante, no lo discuto, pero yo no fui capaz (imagino que el tonto soy yo) de entrar en ese mundo suyo, tan igual al de tantos otros en esencia y tan esforzado por ser lo más de lo más en lo hipster.
No quisiera frivolizar ni que se entendieran cosas que no son, que no se extrapole este comentario al mundo fuera del cine. Porque dentro del cine, francamente, estos rollos autobiográficos de gays reprimidos y depresivos me parecen tan pesados a estas alturas…
Pero vamos, que la crítica me parece que la clava en todo y de hecho, mi comentario no hace sino dar vueltas sobre cosas que ya mencionas! Mecagonenlaleche, tenemos que buscar a gente que piense cosas distintas xD