Crítica de El año de la plaga
Ya sabe mal, ya. Filmax estrena sus nuevas creatividades, se lanza a distribuir con ánimo rejuvenecido, y lanza películas comercialmente arriesgadas, como esta El año de la plaga. Que por su parte tampoco parece que haya recorrido un camino de rosas. Se trata de una comedia sci-fi, nada menos, algo a lo que sólo parecía querer acercarse Vigalondo (Extraterrestre). Y sin Quim Gutiérrez, lo cual complica aún más su viabilidad económica (aunque con Silvia Abril y Brays Efe como secundarios fijos, eso sí). El empeño es noble: vamos a adaptar el libro homónimo, con guión de su propio autor; y vamos a sacar fortalezas de debilidades, ese presupuesto visiblemente reducido no va a tener que afectarnos. En principio, tiene sentido. En esencia, lo que sustenta a una producción de bajo presupuesto en el 99% de los casos es el guión, que no vale más ni menos. Así que por qué no.
Bueno, pues porque no.
Porque El año de la plaga ha salido francamente mal. Ya desde sus primeros compases, se empiezan a descubrir sus carencias. Muy especialmente en forma de un humor que no funciona. En ningún momento (algún gag suelto al margen) acaba de encontrar el tono correcto, generando entre el público una sensación más de incomodidad que de otra cosa: hay chistes constantes, se suceden con alegría. Pero casi ninguno hace gracia.
Error mortal por dejar la totalidad de las vergüenzas de la producción al descubierto: y es que no hay plan B. El guión se autodefine homenaje a La invasión de los ladrones de cuerpos, pero es más bien un descarado plagio que se parece, más de lo que desearía, a aquellos subproductos italianos de hace unas décadas, que tomaban referentes americanos y hacían con ellos lo que les diera en gana (véase Nueva York bajo el terror de los zombies, por ejemplo, conocida como Zombi 2 antes de que se estrenara la secuela oficial de La noche de los muertos vivientes). No esconde sorpresa alguna, ni cabo al que aferrarse salvo tal vez cierto discurso sobre los conflictos morales de los aliens, torpemente resuelto por otra parte.
No está quedando bien la cosa, ¿no? Pues hay más. Para acabar de rematar la faena, El año de la plaga no se contenta con ser un insulso, olvidable intento fallido por rascar unos dinerillos en taquilla. Es que hacia el final decide tornarse solemne. Y entonces, su carácter inofensivo varía, y se torna, directamente, insultante.
Un desastre con todas las de la ley, en definitiva. Y es una pena por todo lo comentado al principio, pero también porque era una estupenda plataforma para la reivindicación de su protagonista, Ivan Massagué muy por encima del producto en que se ha metido. Pero no es Quim Gutiérrez.
Rueda de prensa de El año de la plaga en Sitges 2018
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Buenas intenciones y poco más. Eso es lo que tiene por ofrecer una de las peores películas de la temporada tanto en Sitges 2018, como a nivel de estrenos comerciales. Pena.