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Crítica de Arthur Christmas: Operación regalo

A mí, que soy navidófilo irredento y amo las festividades del polvorón tanto como sus manifestaciones audiovisuales, caústicas o no, ya me va bien echarme al corriente sanguíneo chute de esencia de ho ho ho! en vena en forma de película o especial televisivo, año tras año. Y la verdad, me da igual si lo protagoniza James Stewart, Alf, Macaulay Culkin, Chevy Chase, Charlie Brown o los malditos Teleñecos. Sé que casa mal con el hecho indie, pero qué le voy a hacer, se me mete el espíritu en el tuétano, se me anestesia la parte cínica, huraña, atea y comunista y me rindo a las bondades de la asquerosa magia jesucrística. Es lo que hay. Pero si lo que hay es, encima, buena película, pues con más alborozo se la recibirá, claro.

Es lo que ocurre con Arthur Christmas. Que no sólo es una película cien por cien navideña, sino que encima es una película genuinamente buena. No un must, no una nueva piedra en la imponente catedral gótica de la animación 3D que están construyendo los tipos de Pixar de cara a los historiadores de arte del futuro, pero sí un producto inteligente, bien facturado, divertido y solvente. Y que como digo espantará, no lo dude nadie, a quien prefiera pasar estas fiestas encerrado a lo hikikomori y en un microclima artificial caribeño: Arthur Christmas chorrea Navidad a todo poro.

A saber: esta es la historia de Arthur, hijo del actual Santa Claus, nieto del anterior, descendiente de una saga de Claus que se remonta a vaya usted a saber cuándo. Pero es el vástago en la sombra: su hermano está empezando a asumir el traspaso de poderes y, de paso, tecnificando el reparto de regalos hasta límites que harían las delicias del difunto Steve Jobs. Pero bien sabía el buen Chaplin que el avance tecnológico salvaje lleva al colapso. Un sólo regalo se pierde en la cadena y una niña está apunto de perder la fe en la Navidad por la vía bestia. A lo que el bonachón Arthur, ante la indiferencia de su hermano, decide embarcarse con su abuelo, el desvencijado trineo aquel y el viejo Rudolph.

Es pura fantasía fresquita aun sin alarde de originalidad, y cortesía de los estudios Aardman, máximas autoridades en eso de la claymation (arcilla animada por stop motion), inventores de la maravilla Creature Comforts y tercera pata en el taburete de la animación actual. Sin ellos, sin sus delirios british de fusión de la comedia costumbrista con el cine de aventuras y el cacharrazo slapstick y esa tremenda capacidad para ir sembrando los elementos visuales sin que el espectador se percate para luego hacerlos confluir en un delicioso clímax, sin todo eso ni ellos, el oligopolio lo sería más aún.

Las mala noticia es que Aardman ya no es una factoría plenamente independiente. Su asociación con Sony Pictures encarrila su ingenio hacia otro tipo de mercado, el americano, y un público no necesariamente distinto pero sí más amplio. Con lo que toca suavizarse, redondear los modos (limar estridencias argumentales) y adaptar las formas a lo convencional (siendo lo convencional hoy día un puñado de personajes que parecen moldeados usando nube de chuche). Llevándolo todo a un extremo formalmente bastante alejado del cartoon feísta, de personajes hiperdentados, glaucomosos y unicejos, que patentó Nick Park.

Lo cierto es que poco deberían interesarnos las cuestiones burocráticas, así que aceptado el desbarajuste empresarial y el choque de sensibilidades transoceánicas, cabe sentarse y disfrutar. Y aconsejo aceptación de las reglas del juego y a partir de ahí festín. Que Arthur Christmas da de sí.

Porque se echa de menos el inimitable ingenio visual y la diabólica disposición de los gags más físicos que jugaban directamente con la puesta en escena de los varios Wallace y Gromit o de Chicken Run. Pero es cierto que el ritmo sigue siendo febril, tanto en el disparo de gags vertiginosos como en las secuencias de acción, bien planificadas, estupendamente montadas y bellamente rodadas. Aun lejos de los mayores logros plásticos (Wall·E), ambientales (Cómo entrenar a tu dragón) o psicodélicos (Lluvia de albóndigas) la riqueza cromática y de texturas de Arthur Christmas aseguran el gozo. Es normal, la película se quiere modernización del cuento navideño dickensiano a través de los clichés del cine de agentes secretos y misiones imposibles que tan bien saben parir y parodiar los ingleses; un poco como planteaba Los increíbles con el cine superheroico. De modo que esta está trufada de ingenios ultramodernos (elfos con ipad, ahí es nada), trineos motorizados, bases secretas en el Polo Norte y misiones suicidas.

De todos modos, algo termina por caracterizar y certificar la condición de producto definitivamente classy; y es que la cosa no tendría por qué cuajar si no fuera por el tratamiento humorístico, fresco, alejado de los manidos chistes de temporada, las parodias burdas con fecha de caducidad y las repetitivas triquiñuelas pedestres que suelen dar el aliento cómico a las películas diseñadas «para niños». Y ahí es donde a Arthur Christmas le transluce el arranque british. En puntuales gotitas de mala leche, de absurdo costumbrista o de fantasía sucia. Es esta una película que se mueve entre lo simpático y lo directamente gracioso, que alimenta a ratos la caja torácica, a ratos el corazón y siempre el cerebro.

Que, repito, no es la panacea en esta especie de pandemia cinematográfica (la animación 3D se está revelando como uno de los más peligrosos instrumentos de acomodamiento narrativo y laxitud creativa) en la que Pixar parece un perímetro de contención inexpugnable. Pero que, caracoles, por lo menos se postula como el modelo a seguir para futuras intentonas. Y es que vista Arthur Christmas uno sale con una idea fija entre las cejas. Esa de que todo el cine navideño familiar debería ser así.

 

Y en el Blu-Ray…

Sony edita la película casi un año después de su estreno en cines, para coincidir con las fechas navideñas. Lógico. La edición en DVD puede encontrarse junto a alguna otra película infantil de la distribuidora (Los pitufos), mientras que su versión en alta definición permite la opción de verla en tres dimensiones. Al tratarse de una cinta tan vistosa, el Blu-Ray sabe sacarle el máximo partido, con una definición perfecta de imagen, y un más que correcto empleo de las tres dimensiones (dentro de las limitaciones de un formato, el 3D televisivo, que no acaba de convencernos).
Además, el disco se acompaña de un puñadete de extras:

  • Un curioso árbol genealógico donde se explican los roles de cada uno de los protagonistas principales (abuelo, padre y hermanos) según directora, productores y actores.
  • Un cómo se hizo, en el que los mismos protagonistas humanos (y alguno más) van explicando el proceso de creación de la película, en un documento de unos 15 minutos de duración. Es gracioso el consejo que dan a los padres: cuando el hijo empieze a plantearse el hecho de que un hombre gordo y vestido de rojo se cuele por las chimeneas, que le pongan esta película.
  • Una serie de minidocumentales que también van explicando más aspectos relacionados con la creación del film. Estás separados por capítulos de unos 3-4 minutos, pero la opción «ver todo» evita que nos volvamos locos con el menú de extras
  • Uno de los trailers de la película, el más viral de todos: como si de un anuncio de reclutamiento de elfos se tratara. Intrascendente, pero divertido.
  • Videoclip del tema principal de la película, el «Santa Claus is coming to Town» según Justin Bieber (sic), y un cómo se hizo dicho videoclip con entrevistas chupiguays del irritante, eh, artista.

Extras cumplidores y poco más, en definitiva, como pensando en un público que a fin de cuentas tampoco es que se preste demasiado a saber cómo se hizo su peli de dibus favorita, ¿no?

 

Trailer de Arthur Christmas: Operación regalo

 

 

Valoración de La Casa
  • Xavi Roldan
  • Carlos Giacomelli
3.8

En pocas palabras

Una joya en forma de entretenimiento navideño para toda la familia, que efectivamente funciona para todo ese abanico de público. No es perfecta, pero es una delicia.

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Buen comentario. Me gustó la película. También iba pensando o más bien temiendo que fuera otra película típica y sin mayor trascendencia pero no es así… aún así no gustará a todo el mundo pero seguramente a los más pequeños sí.

  2. Pues ya es!
    JUAS, que los críos tienen las cosas mucho más claras de lo que a veces podemos llegar a pensarnos…
    Celebro que te gustara!

    Un saludo :D

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