Crítica de Atraco por duplicado
Hay varias cosas que pueden describirse como “lo peor que le puede ocurrir a una película”, y maldita la suerte, parece que Atraco por duplicado las tenga todas. Ahora las veremos, pero de todos modos, si esta es una colección de todas las desgracias que puede aglutinar una producción cinematográfica, será mejor que primero hablemos de lo peor que le puede ocurrir a quien tenga que opinar negativamente sobre una: y es que el susodicho tenga constantemente la sensación de que no se lo merece. ¿Qué daño puede hacerle a uno una comedieta de acción con tintes románticos, que apenas dura hora y veinte sumando títulos de entrada y de crédito? Efectivamente, se mire por donde se mire, Atraco por duplicado es una película fallida, y las cosas empeoran cuando se piensa en sus responsables: Rob Minkoff, director de El rey león, y el tándem Scott More y John Lucas, por cuya obra y gracia tenemos los guiones de Resacón en Las Vegas o El cambiazo. Pero también es cierto que cuando acaba su visionado, a lo sumo se nota cierta irritación de retina, nada de impulsos por sacarse los ojos a cucharadas ni similar… Demonios, esto va a resultar más difícil de lo que parece.
La cosa va así: un tipo guaperas (Patrick Dempsey) entra en un banco dispuesto a realizar sus gestiones de turno; se enamora ipso facto de quien le atiende (Ashley Judd) pero ella le da largas, hasta el momento en que él le medio salva la vida al descubrir que está a punto de llevarse a cabo un atraco. Ahora bien, resulta que el atraco es doble: un par de pánfilos paletos con escopeta por un lado, y un equipo ultra-tecnológico por el otro, coinciden sin comerlo ni beberlo, y claro, técnicas de uno y de otro no hacen sino entorpecer la extracción de dinero. Potencial descacharrante para parar un tren, que sin embargo no es aprovechado, ni mucho menos. Hete aquí uno de esos “lo peor que le puede pasar…” a los que me refería antes. Otro, más grave y derivado del primero, lo constituye el no haber sido aprovechado pese a que en no pocas ocasiones hay pistas de que sí se podía haber hecho: porque hay ocasiones en que se ve un desaprovechamiento fruto de la inoperancia, pero en la que nos ocupa, aquí y allá el guión opta por salidas inesperadas, traducidas en diálogos surrealistas y situaciones casi de esperpento. Ahondar en estas cuestiones hubiera supuesto toda una alegría.
Pero no, de la misma manera que Kevin Smith lo intentaba en Vaya par de polis, se deposita toda esperanza en que la diversión salga aquí de los personajes y la acción. Cantinela a punto: lo peor que le puede pasar a una película, es que intente hacer gracia y no lo consiga. En este caso, ni el muy irritante Patrick Dempsey es el más indicado para hacer de híbrido entre gentleman, Rain Man y Scofield, ni el resto de actores están lo suficientemente desquiciados como para acabar de llevar sus personajes más allá. Todo se mantiene en unos niveles muy contenidos, no se salga nada de madre, no vaya a ser que nos pasemos de la raya. Y lo mismo ocurre con una dirección y montaje posterior que no acaban de dar en el clavo: jamás se entiende si hay que tomarse en serio la propuesta o en coña, y al final, ni chicha ni limonada, y mucho menos dinamismo. Lo cual no deja de ser irónico: hora y cuarto de una trama que no para, y que por pura inercia invita a averiguar antes de tiempo el entuerto… y sin embargo, es de un apático que asusta.
Y aquí viene lo complicado: una película que es mediocridad pura en el mejor de los casos, y joder, lo mal que sabe cargársela por lo inofensiva que resulta. Así que toca buscar valores positivos, que más allá de aquellos puntuales ramalazos de acierto en el guión, se traducen en una violencia visual más extrema de lo esperado (sin llegar nunca a ser nada desagradable, no caerá esa breva; pero lo menos sí puede incomodar al más incauto), y en su escasa duración; se empieza a ver, medio interesa saber cómo acabará pese a que se ve venir todo, y sin darse uno ni cuenta ya está fuera, formateando el cerebro y pensando en lo que va a cenar.
¿Suficiente? Por supuesto que no. En ningún caso, Atraco por duplicado debería haber rebasado las barreras del mercado doméstico. Se trata de un producto enclenque y casposo, como lo son sus propios títulos iniciales (una versión asuecada de Atrápame si puedes y similares) o sus demacrados actores, todos ellos viejas glorias, falsos guaperas, y un Jeffrey Tambor que últimamente no sabe muy bien dónde se mete. Pero bueno, puestos a elegir, esta al menos no irrita, es algo así como el mal menor, así que si alguien tiene ganas de tirar a la basura una hora y veinte de su vida, puede hacerlo yendo a verla, que cumple a la perfección.
4/10
Madre mía, Ashley Judd no hará grandes pelis pero tampoco solía hacer cagarrutas así, no? Puff…
Ah, y feliz año nuevo!
bueno… horas de las arañas y dobles identidades eran bastante mierderas también, no?
seh pero gueno no tan malas, hm hm br br
sí… alguna chustilla por ahí tendrá, la chica. Seguro…
Por cierto, feliz año back!!