Crítica de Bad Weekend, de Ed Brubaker y Sean Phillips (eVolution Comics-Panini)
Hay tres cosas en las que el guionista Ed Brubaker y el dibujante Sean Phillips derrochan maestría jedi: el género negro, el intramundo de los cómics norteamericanos y los claroscuros del alma humana. Los tres elementos vertebran Bad Weekend, nuevo capítulo en la veterana y esencial serie Criminal, una especie de compendio de tropelías y vivencias del underworld urbano que abarcan varias décadas y un racimo de personajes que crece a cada entrega. No hay una clara columna vertebral, una prolongada trama horizontal que estructure a modo de novela-río una gran tragedia única. No, lo de Criminal ha terminado siendo una especie de fresco polifacético donde cada capítulo añade una capa más. Un nuevo punto de vista, un nuevo acercamiento al género, unos nuevos personajes que, si acaso, terminan imbricándose con otros ya conocidos.
Ocurre en Bad Weekend, cuyo mayor activo es una pareja de personajes que, por avatares del destino (que me guardaré en destripar) van a dar con alguien perteneciente a una estirpe ya conocida por el lector (cuya identidad, obviamente, también dejaré velada). El interés, comentaba al principio, se centra esta vez en la industria comiquera. La dupla creativa abandona un rato los narcóticos, los bajos fondos y los atracos a licorerías y se centra en el tráfico de, cuidado, planchas originales de cómic de autores consagrados. Uno de ellos es el ficticio Hal Crane, suerte de aglutinador despótico de los rasgos de algunos de los más conocidos autores reales que operaron en la Marvel y la DC de la Edad de Plata. Y a este respecto, Bru ejecuta un trabajo de hibridación estupendo, mezclando contexto real y nombres populares con unos personajes propios que son puro carisma. Del malo, pero carisma. No sólo el mentado Crane, sino también su abnegado asistente, contrapunto sacrificado y currante de las veleidades artísticas de quien fue considerado un grande. Un personaje que ya conocimos en la anterior Bad Night: el muy trepa Jacob Kurtz.
Ambos se ven metidos en una trama, la de ese trapicheo de páginas originales, que pone al descubierto no sólo sus miserias personales sino también las vergüenzas de una industria del espectáculo, que es la tebeística pero podría ser cualquiera, que gusta de deslumbrar con los focos de la popularidad cualquier posible atisbo de mirada crítica hacia lo precario de las condiciones laborales, hacía la dictadura desigual de un star system injusto. Una historia de primeras aparentemente anecdótica que, sin embargo, evidencia esa velocidad de crucero técnica y estilística que han alcanzado los dos autores, que ya trabajan como uno solo. Bru derrochando sabiduría narrativa a la hora de construir no sólo tramas muy enraizadas en el negro clásico sino, simplemente, tapices humanos llenos de matices y detalles, volcados en personajes tan propios del género como cercanos y creíbles. Phillips dando ambiente, rudeza y carácter con su trazo sucio, sus sombras duras y su expresividad noir.
Es posible entrar a Criminal por Bad Weekend, pero poco probable. Obviamente cualquier lector que quisiera catar las mieles del mejor tebeo negro en activo en este momento debería empezar a tirar del hilo madre. Pero eso no quita que esta nouvelle en dos actos en forma de capítulo autónomo y autoconclusivo sea tan brillante como el resto de la serie y, en general, como toda la obra de Ed Brubaker y Sean Phillips. A día de hoy, aún imparables.
Bad Weekend: un cómic fundamental
Por qué tienes que leer Bad Weekend
Artistas resentidos, mezquindad, fandom confundido y tráfico de arte se conjugan en este nuevo capítulo de la soberbia Criminal que revalida su condición de serie fundamental en el cómic negro contemporáneo.