Crítica de Barbarian
Hasta hace algún tiempo podríamos estar tirándonos de los pelos ante la decisión de Disney+ de estrenar Barbarian directamente en su plataforma online, en España, saltándose el paso por cines. ¿Cómo se les ocurre, siendo la película de terror de la que todo el mundo habla? Pero los tiempos cambian, y pese a que sea una lástima, la decisión no parece del todo desacertada. En primer lugar, porque el boca-oreja es el factor más fundamental para el éxito de esta propuesta, por su inmediatez: el estreno en plataformas coincide con Halloween, momento dulce para el cine de terror, así que la plataforma puede echar humo en cuestión de pocos días. Pero también, porque alejándonos un poco del hype que la rodea, y reconociéndole sus incuestionables valores, tampoco hay nada que justifique su paso por la gran pantalla.
Y es que el debut de Zach Cregger como director basa todo su punch en un guion que juega a la sorpresa constante: por errores del sistema, una chica (Georgina Campbell) acaba teniendo que compartir Airbnb con un desconocido en un barrio de mala muerte de Detroit. Suficiente para generar un thriller a lo «nunca duermas con desconocidos», que es a lo que precisamente juega Cregger al principio de su film, en lo que suponen sus mejores pasajes. Acaso por la extraña química entre ella y él. Acaso porque él es Bill Skarsgård, que ya de por sí… tal. Sin embargo, dicha premisa es justamente eso, apenas la premisa de un argumento del que mejor no saber mucho más.
Conforme empiezan a saltar sorpresas, cabe reconocerle a Barbarian dos méritos: el primero, su habilidad para construir un juego de matryoshkas totalmente descabellado y, sin embargo, de inusitada coherencia. Los diversos cambios de tercio del film podrían sonar excesivos y forzados, pero no sólo encajan y quedan justificados, sino que enganchan lo suficiente como para… bueno, para ser el principal motivo del hype en torno al film. Pero sobre todo, asustan. Demostrándose conocedor del lenguaje del terror y de cómo ha ido evolucionando hasta ahora, Cregger combina géneros, o más bien ramalazos de uno u otro subgénero (de verdad, no queráis saber más de la trama), dosificando información y gestionando tensión con sobresaltos, momentos wtf, y con sanas pinceladas de humor entre necesario, por aliviador, y autoconsciente.
Ahora bien: parte de esa consciencia de sí misma implica una voluntaria delimitación en los marcos de la serie B. Por muy cool que sea Barbarian en su guiño constante al espectador, no menos cierto es que carece de otros valores cinematográficos. Lejos está el trabajo de Cregger como director, del de Aja en Alta tensión o Las colinas tienen ojos, por ejemplo. Como lejos está su propuesta de generar grandes momentos de cine de terror. Sorprende y juega con suma complicidad con su público, sí; pero ni lo inquieta ni, realmente, lo alimenta. Y de ahí lo que decía al principio: que en el fondo, su estreno directo a plataformas puede hacerle más bien que mal a una película que se diluiría a su paso por salas. Es fast food cinematográfico, debe consumirse de inmediato y con una birra en mano y teniendo la certeza de poder ir a la nevera a por más.
Vamos, que es divertidísima, de culto inmediato; pero ojo con el hype. Por que ni estamos ante la revolución definitiva del género, ni ante nada especialmente duradero. Ni mucho menos ante un nuevo «fenómeno cabaña del bosque». Barbarian sólo pretende entretener al espectador, sin mayores pretensiones. Eso sí, lo consigue de manera cojonuda, que no es poco.
Trailer de Barbarian
Barbarian: Jugando al despiste
Por qué ver Barbarian
Entretenidísima película de terror con un buen puñado de sorpresas y giros de guion imposibles que, sin embargo, cuajan a las mil maravillas. Parca en valores cinematográficos y en momentos realmente destacables, se toma la molestia de buscar la complicidad del espectador y ofrecerle un juego del que cuanto menos sepa, mejor.