Crítica de Barry, temporada 3 (HBOMax)
Por lo menos en la ficción, la guerra crea monstruos persistentes. Esos que se agarran al alma de los que han vivido para matar y hoy siguen viviendo con esa pulsión de muerte instalada. Caso de Barry, veterano con las manos ensangrentadas reciclado hoy en asesino (reconvertido a su vez en actor amateur). Un planteamiento narrativo cuya mecha parecía inicialmente un tanto corta y que, sin embargo, ha arrojado en su tercera temporada resultados tan buenos como en sus ya lejanas precursoras. La serie de Alec Berg y Bill Hader ha seguido adelante y ha mostrado un potente músculo a la hora de capturar esos monstruos, esa sangre en las manos y esa pulsión de muerte.
Y de amor. Barry, con su protagónico psicópata a sueldo, su profesor de interpretación en horas bajas, su actriz reciclada en showrunner, se ha terminado revelando como una serie sobre el amor. Quizá puesto así parece un poco relamido, especialmente teniendo en cuenta la negrura del alma que puede llegar a reflejar la serie. Pero lo cierto es que por ahí van los tiros: Barry es una serie sobre la necesidad de amar, sobre los meandros extraños y estúpidos que puede tomar el amor y sobre lo volátil que es el mismo concepto, tan maleable que a menudo termina por perder su significado o por corromperse, convirtiéndose en la cosa más horrible y más nociva posible.
Su tercera temporada, por lo menos, ha dado vueltas sobre ello. El amor perdido, el de un Mr. Cousineau que no sólo tiene que asumir esa pérdida sino también reencontrar su amor propio. El de Barry, cada vez más retorcido y desnortado -Bill Hader en una interpretación para el recuerdo, por cierto. El de Sally, en proceso de desprenderse de una relación tóxica para, ella también, abrazar el autoconocimiento. Y el de Hank y Cristobal que… en fin… Hank y Cristobal. Todos ellos son personajes a la deriva en una situación siempre a punto del colapso por masculinidad tóxica, por envenenamiento laboral, por estructuras de poder rancias o por desintegración en el puro odio.
Y qué bien sabe Barry reflejar esa tensión, joder. Especialmente porque, no lo olvidemos, en su ADN está inscrito el gen de la comedia. Entre tanto código de género negro siempre termina aflorando su inicial querencia por un humor negrísimo. Una fluidez tonal que hace convivir lo cotidiano, ese retrato de la vida del showbiz off-Los Angeles, con ocasionales estallidos de violencia seca, brutal, y con esos gags que siempre irrumpen inesperada, incluso estrepitosamente… y aun así con una naturalidad desconcertante. De algún modo Barry siempre ha respirado, y sigue haciéndolo, su propio aire y está encantado de compartirlo con nosotros… o de cortárnoslo hasta la asfixia si hace falta. Para entrar en su juego sólo tenemos que asumir y abrazar los monstruos -cómicos o dramáticos- que nos propone. Los de la guerra y los del estrés post-traumático, los de la ausencia de amor y los de la gente que sólo sabe comunicarse de la peor manera posible.
Trailer de Barry (Temporada 3)
Barry: la mejor ¿comedia?
Por qué ver Barry
No alcanzamos a decir si es una de las mejores comedias en activo o uno de los mejores dramas del momento. Barry es tan líquida en ese sentido que cuesta encasillarla. Y eso es bueno: pertenezca al género que pertenezca, es una serie única y lo ha confirmado en una tercera temporada impecable.
Como comedia negra tiene los ingredientes apropiados con personajes tan inestables como la nitroglicerina. Creo que mantiene el interés de las temporadas anteriores y eso pide que pronto haya una cuarta.
Saludos
Sí, y juraría que será la última (?) por lo que puede ser épica. Muchas ganas de ver cómo acaba, o continúa, la que para mí es de las mejores series en activo…