Crítica de Beyond the Lights
Mirad, no me quiero poner racista ni sexista, pero esto ya clama al cielo. Con vosotros Beyond the Lights, la historia de una cantante de éxito a lo Miley Cyrus, que en realidad se está ahogando de tanto éxito y no puede más del mundillo que la rodea, pero tiene a una madre/manager muy exigente. Conoce a un chico, un securata que le salva la vida de casualidad y que se convierte en la luz al final del túnel; la que le hará replantearse su vida, sacar pecho, y a ver si con suerte se planta. Dicho de otro modo, la misma película de sobremesa de siempre, con trasnochadas reminiscencias tanto a El guardaespaldas como a cualquier chuminada Disney para menores de quince años. Para mayor inri, con una puesta en escena indigna de la gran pantalla durante, al menos, el 80% de su metraje, gentileza de una Gina Prince-Bythewood cuanto menos impersonal detrás de la cámara. Así que no me entra en la cabeza en la cabeza el éxito de crítica y público (de éste un poco más) que está recibiendo el film, que incluso se ha colado entre las nominadas a los Oscar (a mejor canción), salvo por razones ajenas. Esto suena a indulgencia, a beneplácito y ya lo avisaba: no, no quiero sonar racista, ni tampoco sexista. Así que… que alguien me lo explique.
Puede entenderse que caiga simpática: la química entre sus dos atinados protagonistas, unos Gugu Mbatha-Raw y Nate Parker infinitamente por encima del nivel del film, es innegable. Tanto como la facilidad con que puede uno empatizar con la historia de ella (y en menor medida, de él): el sueño de toda la vida, el miedo a fallar, la necesidad de darle al Pausa de vez en cuando… De acuerdo pues: cumple como película de sobremesa. Y de hecho, conforme avanza su metraje, el film amenaza con convertirse definitivamente en un capítulo largo de soap opera. Y ahí el más grave de sus males: pese a empezar como una posible crítica a la sociedad (a la parte que le interesa, al menos) con una estimulante relación casi de esclavitud entre la artista y la estricta madre que ha conseguido hacer de su hija una superestrella a costa de acabar con su vida; pese a apuntar a una queja con bastante mordiente dirigida a las varias Rihannas, Minajs y Mileys actuales, cuyas canciones son más una invitación al sexo que a otra cosa… esto al final acaba siendo la misma historia de amor de siempre. Rodada como siempre, pilotada por los raíles de siempre, y con los habituales topicazos y alguna que otra resolución deus ex machina para rematar.
Y es que Beyond the Lights es un drama romántico de lo más pusilánime. Huye de todo atisbo de ruptura de moldes apostando por una vulgaridad acorde al cuestionable estilo que le brinda su directora. Planos arquetípicos, impersonales, sumamente esperables llegan a colmar la paciencia del espectador durante muchos, demasiados minutos. Tan sólo en su tercer acto parece ganar algo de entereza el ¿estilo? de la responsable de La vida secreta de las abejas, pero por aquel entonces, lo dicho: con el folletín romántico hemos topado. Vamos, que para la tele un domingo está bien. Para todo lo demás… en fin, que alguien me lo explique.
4/10