Crítica de Bienvenida a Montparnasse (Jeune Femme)
París es una ciudad curiosa: la inmensa mayoría de sus visitantes salen encantados de ella, pero quienes la viven o bien tienen un poder adquisitivo importante, o lo más probable es que la odien y busquen salida. Aunque eso nos dicen, que quizá sea la capital parisina la que los rechace a ellos. Más o menos, como le ocurre a Paula, una chica de unos 30 años que hace lo que puede por hacerse un hueco en una ciudad que la ignora o le da portazo sistemáticamente. Ella se niega, y lo intenta y lo vuelve a intentar. Como se niega a asumir que los tiempos del soñar despierta y creerse con una vida por delante han pasado y es hora de asentar su vida adulta pese a no saber aún por dónde empezar. Porque la vida, como la ciudad francesa, es implacable y de la noche a la mañana exige vertiginosos saltos de fe, cambios de ritmo y tomas de decisiones… o lo dicho: te da con la puerta en los morros.
En este brevísimo lapso de tiempo que recoge la debutante Léonor Serraille, asistimos pues a un viaje cual peonza, una lucha por la supervivencia, dando tumbos siempre por debajo del radar: la de Paula es una vida anónima perdida en el barullo, y no tiene ningún interés en cambiar eso, mientras pueda respirar. O a lo mejor lo tuvo antes, pero era una bala perdida. Fácil identificarse con ella, y más fácil aún a través de una cámara que no la abandona prácticamente nunca: nos desnudamos con Paula, sufrimos con ella en el médico, pasamos vergüenza a la puerta de su ex, e intentamos respirar. Porque no nos queda otra, porque Serraille apenas se aleja unos metros de la actriz (excelente Laetitia Dosch). Ojo, también vemos el mismo color con el que ella se viste y viste lo que la rodea. Reconocemos que todo más bien una mierda, pero vamos a maquillarlo a ver si aliviamos la pena, como se obliga a las dependientas de una tienda desfasada a maquillarse con, ejem, elegancia y distinción. Vemos y respiramos, en definitiva, la misma realidad que ve Paula y como la ve Paula desde sus ojos de distinto color.
Es loable, y seguramente sea el motivo por el que Bienvenida a Montparnasse se llevara el premio al mejor debut en Cannes, que no haya momentos para los excesos de edulcorante ni de melodrama (no hay ni música, hasta el nada gratuito jazz de los títulos de cierre). En todo momento, la película se muestra lo más realista que puede en su seguimiento a una parisina algo bohemia y excéntrica pero obligada a tener los pies en el suelo mal que le pese. La sutileza es reina absoluta del cotarro y no hay grandes aspavientos que desentonen en esta propuesta, que se enmarca perfectamente en la corriente de cine europeo más o menos indie, y más o menos de bajo presupuesto que por aquí conocemos tan bien (Julia Ist, Ana de día, Yo la busco…). Un cine que sigue siendo deudor de los clásicos del cine francés, claro está y Serraille no pretende esconderlo, pero que en este caso se hace con una personalidad honesta y sin pretensiones, y ojo que puede afectar al respetable desde la más anodina de las cotidianidades.
Trailer de Bienvenida a Montparnasse
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Una película diminuta e hipercorriente, como lo es la protagonista a la que sigue, y que sin embargo sirve para hablar de tú a tú a la práctica totalidad de su público objetivo.