Crítica de Bill y Ted salvan el universo
Cuando se estrenó Minari, todo el mundo la tildamos de un bien necesario, la mejor feel good movie del peor año de la historia reciente. Y andábamos equivocados. No, no era esa la película que necesitábamos, sino Bill y Ted salvan el universo, ignominiosa traducción de Bill & Ted Face the Music, o lo que es lo mismo, la tercera entrega de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted. Tres décadas después, Keanu Reeves y Alex Winter vuelven a ponerse manos a la guitarra en un cierre de trilogía que nadie pedía, nadie necesitaba, y que seguramente nadie vaya a recordar después de su visionado. Y es que afrontémoslo, no es que estemos ante una obra maestra precisamente. La película cuenta con un guión que ni se molesta en mostrar su canónico esqueleto; el director, Dean Parisot, no hace absolutamente nada por dignificar el asunto; los efectos especiales se supone que constituyen una gran mejora en relación a la anterior entrega, estrenada hace 30 años, pero a la hora de la verdad casi parecerían sacados de un episodio de los Power Rangers; y las caras de Reeves y Winter son la confirmación de que, sí, se lo habrán pasado de puta madre durante el rodaje, pero ya no están para estos trotes. Lejos quedan esas expresiones bobaliconas y naif de los dos jovenzuelos que esperaban comerse el mundo con sus guitarreos y acababan saltando por el tiempo (en la primera) y entre la vida y la muerte (en la segunda).
Vale, pero afrontemos también que con todo eso ya contábamos. Y si no, los que andamos muy equivocados somos nosotros.
Lo que hace Bill y Ted salvan el universo es seguir la senda de dos películas que se convirtieron en mitos noventeros sin mucho que lo justificara. Eran dos películas malas si se las valoraba objetivamente, pero que molaban. Por sus alocados planteamientos y demenciales aventuras, y porque no pretendían nada más que hacérselo pasar bien al respetable y amansar su ánimo, con mensajes buenistas y humor tan socarrón como inocente. Y esta tardía reunión hace exactamente lo mismo. Ni siquiera parece ser excesivamente consciente de su condición retro-revisionista (o algo), es simple y llanamente un capítulo más. Una premisa cualquiera reúne a los protagonistas y los hace viajar de nuevo por aquí y por allá en una historia delirante, tan carente de sentido y lógica como de costumbre, y tan cargada de buenas vibraciones que, si de algo parece acordarse, es del machismo con el que la saga retrataba a los personajes femeninos. Eso se soluciona consiguiendo además que puedan haber múltiples viajes, enlazando así los dos entramados anteriores en los algo menos de noventa minutos que nos ocupan.
Bill y Ted salvan el universo es buen rollo, es sonrisilla tonta, es cameos y es bromas básicas. Es una película mala, como mala es la saga a la que se adscribe, pero a su vez totalmente inocua y disfrutable. Entrañable. El batiburrillo de sensaciones que, en definitiva, tan bien entra tras un periodo eterno de negrura. Y es que sobre todo, sirve para recordarnos que hubo una vida previa a la pandemia. La propuesta que nos ocupa se hizo antes de los toques de queda y los confinamientos, por lo que con la misma inocencia de sus protagonistas, viaja a 2022 y no se ve mascarilla ni distancia de seguridad alguna. Y no sabéis lo bien que sienta. Tanto, como ese clímax final que, sin que sea su objetivo (¡en absoluto, vaya!) consigue ponernos las emociones en una licuadora, recordándonos esa vida pasada en la que nos reuníamos y nos poníamos a botar como locos ante un escenario.
Y a lo tonto, saltan los títulos de crédito y echas la vista atrás: has visto una peli mala, no hay discusión. Pero te has reído en mayor o menor medida, y durante hora y media se te ha remitido a un tiempo pasado y por partida doble: recordando una saga que viste hace trenta añazos, y recordando un mundo que era mejor, en el que la diversión ocupaba gran parte de tus prioridades. Y esto es más necesario que cualquier familia coreana que emigre a los Estados Unidos queriendo montarse su granja.
Trailer de Bill y Ted salvan el universo
Bill y Ted salvan el universo: la película que necesitábamos
Por qué ver Bill y Ted salvan el universo
Tercera entrega tardía de una saga que ya en su día, si triunfó, no fue por sus logros cinematográficos precisamente. Consciente de ello, no pretende más que hacer pasar un buen rato al espectador con su buenismo desbordante y su condición pre-pandémica. Y vaya si lo consigue.