Crítica de Abismo (Black Water: Abyss)
¿Os acordáis de Black Water? Que sí, hombre, la del cocodrilo. ¿Sí? ¿No? En verdad yo no lo sé. Hay tantas dentro del subgénero peli con bicho, y del subsubgénero peli con bicho que es un cocodrilo, que ya no sé cuál es cuál. Pero vaya, que ahora llega Abismo (Black Water: Abyss), secuela que nadie pidió y que, de hecho, podría valerse por sí sola: un grupo de amigos van a hacer una exploración a unas cuevas, quedan atrapados y, oh sorpresa, hay un cocodrilo al acecho.
Formulaica donde las haya, la nueva propuesta de Andrew Traucki es una muesca más en una filmografía que empieza a oler a nicho: suya fue la anterior entrega, así como El arrecife (con tiburones) y La jungla (con una especia de leopardo, si no recuerdo mal). Todas ellas cortadas por el mismo patrón, todas ellas con un mismo denominador común: son horrorosas. Pero ojo, que de entrada esto jugaría en favor de la que nos ocupa: si pese a todo ha conseguido tirar para delante este proyecto, será porque algo tendrá que aportar, ¿no? Jeh.
Pues no. Black Water: Abyss es exactamente lo que parece: un subproducto-fotocopia que no se molesta en hacer nada, absolutamente nada nuevo. No aporta ni desde su premisa (esta vez ya no se basa en hechos reales), ni desde su trama, ni del bicho en cuestión. Y tampoco está especialmente bien hecha ni escrita. Tiene gracia que entre algunos integrantes del grupo de víctimas, haya historias pasadas, un embarazo incluso… pero no se aprovecha en absoluto, importando entre cero y menos quién viva y quién muera. Tiene gracia que todo ocurra en una cueva, pues algunas escenas cuentan con iluminación proveniente únicamente de las linternas de los actores… pero a la mínima se descubre incapaz, por lo que tira de otros focos. Tiene gracia que se opte por no mostrar al animal durante buena parte del tiempo… pero tampoco es porque tenga nada de inusual. Si acaso es un poco idiota: la gente entra y sale del agua bastantes veces sin que el reptil parezca enterarse. Cosas de vivir en una cueva, será.
Al menos se tiran al agua, que cuando lo hacen, la película consigue generar cierta tensión, al César lo que es del César. Pero no sé si es por esa total (pero total, total) falta de innovación, o porque se toma en serio a sí misma, pero no consigue cuajar como entretenimiento despreocupado sin más. No tiene la mala leche de Infierno bajo el agua, ni la calidad como película de Rogue, ni la caspa exagerada de Mandíbulas. Vamos, no tiene nada de nada.
Y para rematar, lo peor de todo es que forme parte de la selección oficial Panorama del festival de Sitges 2020, en lugar de caer en el saco de las Midnight Extreme (a donde van a petar los subproductos para maratones a horas funestas y hasta arriba de birra). Sintomático del festival que se viene, temo…
Trailer de Abismo (Black Water: Abyss)
Crítica de Black Water: Abyss
Black Water: Abyss en pocas palabras
Subproducto con clara finalidad de relleno para sobremesa, dirigida por un cineasta especialista en desastres con bichos de por medio. No, no es la excepción.