Crítica de Blanco, de Bret Easton Ellis (Random House)
Teníamos a Bret Easton Ellis un poco perdido. En los últimos 20 años había publicado tan sólo un par de novelas, Lunar Park y Suites imperiales y, por válidos que fueran, no dejaban de ser sendos ejercicios de onanismo, y por tanto carencia de ideas frescas. Además, había estado liado con proyectos pseudocinematográficos (el guión de The Canyons, una webserie) sin demasiada suerte precisamente… en fin, sin noticias del escritor de la seminal Menos que cero y la capital American Psycho. Se le intuía frustrado, eso sí. Y de ese sentimiento ha salido su más reciente publicación, Blanco, un libro a caballo entre la autobiografía y el ensayo que destila amargura por todos sus poros. Amargura, eso sí, que Ellis justifica mediante lo que acaba siendo una lúcida, si bien derrotista, reflexión sobre la sociedad actual.
Para Bret Easton Ellis, hemos perdido totalmente el norte, y las recientes tensiones sociales motivadas por el trumpismo no son sino la gota que colma el vaso. No entra en la cabeza del autor que por un ideal político, se le llegue a hacer el vacío a una persona, hasta entonces totalmente válida. Cómo hemos llegado a este punto en el que la izquierda se ha convertido en una suerte de dictadura del buenismo, es a lo que Blanco pretende responder y, para ello, echa la vista atrás y repasa las últimas tres o cuatro décadas. Habla de tiempos mejores en los que la creatividad no se autocensuraba en pos de lo políticamente correcto. En la que no se vivía esta sobreprotección de hoy en que nada puede ofender, nada debe alterar (ni provocar que las nuevas generaciones se den de bruces con una realidad que no le va a poner las cosas siempre de color de rosa). En que había menos miedo a que te mandaran a la hoguera por expresar una opinión impopular. No habla de actos vandálicos, violaciones o exclusiones. Habla de opiniones. Habla, básicamente, de la era pre-Twitter. Artistas como Frank Sinatra, por ejemplo. Películas como Kids. ¿Habrían podido existir a día de hoy?
Usando su carrera profesional como hilo conductor, pero torciendo rápidamente hacia sus experiencias personales como novelista, guionista, periodista y demócrata (moderado) gay, Bret Easton Ellis, defiende su tesis del buenismo nazi con diversos ejemplos, incluyendo los sufridos en sus propias carnes. Famoso es el tuit que el escritor publicó a la que The Hurt Locker ganó el Oscar a mejor dirección (para Kathryn Bigelow, primera mujer en la historia en ganarlo) y película. En dicha publicación, se preguntaba si hubiese obtenido el mismo éxito si la hubiera dirigido un hombre. Y claro, a la hoguera. ¿Que Ellis es un ferviente defensor de otras directoras como Karyn Kusama (La invitación), por ejemplo? A la comunidad de Twitter le da igual. ¿Que lo que dice, a poco que se indague un poco, es que la Bigelow es una directora mediocre por rendirse a la vulgaridad del director medio, mientras que otras artistas hacen que sus películas brillen, justamente, por no negar su toque personal, femenino (sic)? Tampoco importa. ¿Que su comentario fue una opinión desafortunada? Ah, sí, a la hoguera con él.
Blanco es, en definitiva, una pesimista visión del mundo a día de hoy, en que resulta imposible alejarse de fanatismos y hay que andarse con mucho ojo, ya que el mínimo paso en falso puede tener consecuencias imprevisibles. Es también una llamada a recapacitar. Casos de linchamientos hay continuamente, y para parar un tren. Unos meses después de publicarse este libro, Gina Carano era despedida de la serie The Mandalorian por un post tremendamente desafortunado en el que comparaba ser republicano hoy en día, con sufrir las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. Qué duda cabe, la actriz se pasó de frenada y de qué manera. Y quizá sea uno de los casos más extremos. Pero si valoramos cada cosa por lo que es, ¿no debería quedar ésta como una opinión con la que no simpatizar y, por tanto, no debería ser la sociedad quien decidiera seguir escuchándola o, simplemente, limitarse a verla en pantalla e ignorar sus ideales lejos de la misma? Esa es la pregunta que Blanco plantea en una lectura adictiva como pocas, con infinidad de referencias y guiños a la música, el cine o la literatura. Un libro que entretiene, cargado de humor negro y pullas para dar y regalar, y que invita a una sesuda reflexión. Pero que, pase lo que pase, no debería considerarse jamás como nada más que la opinión de una persona. Una que revolucionó el mundo de la cultura en los años 90, y que considera que su Patrick Bateman, a día de hoy, jamás habría visto la luz. O una que simplemente se queja porque en el fondo no sabe adaptarse a los nuevos tiempos.
Muy recomendable lectura para que cada cual saque sus conclusiones, en definitiva. Y como complemento, no está de más recuperar el podcast de 2016 en el que Bret Easton Ellis ya indagaba en todas las cuestiones presentes en el libro, entrevistando a Karyn Kusama, Moby o Peter Bogdanovich. Casi nada.
Crítica de Blanco, de Bret Easton Ellis (Random House)
Por qué leer Blanco
Bret Easton Ellis sigue agitando conciencias, ahora desde una obra a medio camino entre la autobiografía y el ensayo en la que analiza la sociedad actual e indaga en los orígenes de la sobreprotección y la autocensura, y en definitiva, la muerte de la libertad de expresión.