Crítica de Blinded by the Light (Cegado por la luz)
No puedes encender un fuego sin una chispa. Eso dice Bruce Springsteen en Dancing in the Dark, y a ver quién es el listo que le quita la razón. Pero habría que ir más allá, por aquí añadiríamos que, una vez has creado fuego, tienes que hacer algo para mantenerlo, o la llama se te apaga. Blinded bit he Light (Cegado por la luz) tiene la chispa, y es gorda: un joven pakistaní, infeliz, ninguneado, y bajo el yugo de su padre, descubre en las canciones de The Boss la llamada a la acción que le faltaba para revelarse, luchar por sus sueños, plantar cara a su familia e incluso a la sociedad. La de un Luton de los 80 afectada por la Thatcher y los movimientos fascistas. Y a su vez la que planifica las vidas de los jóvenes por vía de matrimonios concertados, desfasadas tradiciones y estrictas formas de tener a raya a los jóvenes; pretendiendo que en Oriente y Occidente las fórmulas para llegar lejos sean las mismas, vamos. Algo que Gurinder Chadha (directora de Quiero ser como Beckham) conoce a la perfección, y de hecho ya ha planteado al espectador occidental en más de una ocasión. Como decía, la chispa, bien.
Y durante un tiempo funciona. No cabe duda de que, guste o no Springsteen, Blinded by the Light tiene potencial para encandilar por su humor tontorrón, su ambientación deliberadamente cutre (si los 80 ya lo eran de por sí, en una ciudad como Luton debieron ser de traca), y un personaje principal moderadamente simpático pese a las carencias de su intérprete, Viveik Kalra. Vamos, que lo que viene siendo la llama, prende bien. Pero luego hay que mantener el fuego, y ahí, Chadha se descubre totalmente incapaz.
Resulta difícil de digerir que una película estrenada a finales de 2019, y por tanto con tropecientos años de historia de cine a sus espaldas, apueste por una fórmula tan manida, tan previsible y poco estimulante. Si habéis llegado hasta aquí y os habéis hecho una idea de por dónde pueden ir los tiros de la película, con las cuatro pinceladas que os hemos apuntado en los párrafos anteriores, probablemente hayáis acertado en pleno: descubrimiento personal, chica que hace tilín, profesora que ve un potencial en el chico que su padre no, deseos de establecer una carrera profesional que contrastan con el teórico buen hacer del pakistaní en el Reino Unido (insistimos, según su padre)… los elementos de siempre, presentados como siempre. Se podría incluso cronometrar alguno de sus pasajes para constatar cómo y cuándo, con exactitud suiza, Blinded bit he Light caerá en el cliché, en la fotocopia, en el recurso fácil. Y así, la llama se va apagando.
Su innegable buenrollismo, su falta de vergüenza y su despreocupada honestidad acaban perdiendo la batalla ante la decepción pura. Se pasa de la sonrisa a los ojos en blanco cada vez que se constata el descalabro. Es tan triste, que al final, los fans de Springsteen se temen lo peor: demonios, este hombre ha escrito miles de canciones, como tengan que sonar todas no nos vamos de la sala ni la semana que viene.
Quizá el problema haya que buscarlo en el origen de todo ello: cuando a alguien le cae una historia real entre manos y decide convertirla en película, tiene que tener una buena excusa para ello. Que guste el cantante que vaya a servir de banda sonora no suena a la mejor de todas precisamente, y a la postre se acaba notando: Blinded by the Light es tan hueca, rutinaria y repetitiva, porque no tiene absolutamente nada que contar. Aunque cierto es que, al menos no irrita tanto como Yesterday.
Trailer de Blinded by the Light
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Aprobado justito porque no tiene ninguna pretensión (y vale, porque Springsteen nos mola), pero Blinded by the Light tiene tanta chispa al principio como carencia total de valores que justifiquen su existencia. Y su gracia se extingue rápidamente.