Crítica de Boudu salvado de las aguas (Boudu sauvé des eaux)
Perogrullada: Jean Renoir fue, con toda seguridad -y junto a Marcel Carné y Jacques Becker- el más importante de todos los cineastas franceses pre-Nouvelle Vague. Y Boudu salvado de las aguas (1932), esto no es tan obvio, una de sus mejores películas. Por lo menos para quien firma. Cierto que se encuadra en una época fértil del cineasta (¿cuál no la fue, en realidad?) y que, poco después de La chienne, inauguraba unos años treinta absolutamente brillantes, en los que se estrenaría el grueso de sus mejores títulos: Toni, Los bajos fondos, Una partida de campo, El crimen del sr. Lange, La gran ilusión, La bestia humana, La marsellesa y La regla del juego. Pero de entre todas ellas, salvando las inevitables La regla del juego y las referencias con Jean Gabin, Boudu salvado de las aguas fue la más satisfactoria por lúcida, elegante, profunda y, por qué no, accesible y divertida.
La película cuenta la historia de un vagabundo (atención, un Michel Simon que enlaza su aparición con los últimos compases de la anterior La chienne vía un personaje muy, muy parecido) que pasea por la orilla del Sena y se decide a acabar con su vida saltando al río. No obstante, Lestingois, un librero de buenas intenciones que pasa por allí (Charles Granval) lo salva y, en un arranque pigmalioniano, decide llevárselo a casa para asearlo y convertirlo en una persona presentable. El vagabundo, ni que decir tiene, pondrá patas arriba el funcionamiento doméstico y la unidad familiar a través de prácticas como la seducción de la criada. Esdecir, ejerciendo su autonomía y la espontaneidad de sus propios actos: Boudu representa un hombre libre -a la sartreana manera- en conflicto frontal con la rigidez de las normas y conductas sociales de aquellos que le acogen. Los buenos burgueses.
Y es que estamos en un plano no muy alejado del que plantearía treinta años después el Berlanga de Plácido. De hecho el propio Azcona, de haber sido un tipo clásico en su condición de guionista -no lo era, en absoluto-, habría firmado gustoso esta sátira de la alta alcurnia, esta mofa de las costumbres burguesas y de la mala conciencia como postura eminentemente hipócrita, sólo al alcance de aquellos que se la pueden permitir. Es decir, que Renoir se colocaba, a partir del texto que escribió en 1919 René Fauchois para el teatro, en una tesitura dramática entre la sátira social y el costumbrismo existencialista. En un retrato ácido hacia las costumbres de la alta sociedad de principios del siglo XX no exento, sin embargo, de cierta ternura en la mirada: al final, los dos hombres que centran el relato, reciben una cierta redención, tanto de entrada (Boudu tiene la bendición del espíritu libre, aunque su libertad reciba trabas) como de conclusión del personaje (Lestingois termina resultando en un personaje amable, alejado de las visiones salvajes que posteriormente brindarían entorno a la burguesía autores como Pasolini).
Así que la película es en esencia una autocrítica hacia una sociedad ilustrada. Pero en el fondo si trasciende sus propias intenciones temáticas es por estar planteada como una fábula humanista, un puro juego teatral y teatralizado -como vemos en los planos iniciales, literalmente teatral-. Como una película perfecta en su austeridad. Una historia encantadora, sencilla pero nada simple, con una puesta en escena diáfana que fluye con facilidad y que deja todo el espacio posible a la espontaneidad y a su sentido vivaraz y dicharachero del choque de clases. Una película que, por su condición de clásico universal, o su potencial para el (re)descubrimiento, se merecía una edición doméstica a la altura. Como la que nos brinda hoy A Contracorriente.
Que es muy notable. No sólo por la obvia calidad de la película sino también por el esmero que ha recibido en su presentación. La copia está elaborada a partir de un nuevo máster restaurado, proveniente de la propia Pathé, con imagen y audio (castellano y francés con opción de subtítulos) impecables. Pero además la película se acompaña de un impagable libreto informativo con textos de los estudiosos Christopher Faulkner y Gwénaëlle Le Gras, del periodista Pascal Mérigeau o del propio René Fauchois, en un texto tan breve como emotivo y reverencial. Amén de una biografía del director, las filmografías de los principales implicados y la ficha técnica y artística de la película. Impagable todo ello. Evento.
Magnífica crítica, me gusto la relación que generaste con el mito de pigmalión, al parecer está en todas partes, me apunto a ver la película.
Sí, es un tema muy recurrente en los relatos modernos. Concretamente en cine, ha aparecido en films tan dispares como "Nacida ayer", "My Fair Lady" o "Pretty Woman".
Pásate por aquí cuando hayas visto la película y nos cuentas qué tal!
Gracias y un saludo!