Crítica de Brooklyn
Cuando se dice eso de que el cine es un estado de ánimo, suele implicar (al menos hasta donde yo sé) que en función del mismo, que tenga un espectador u otro, la película gustará más o menos. Pero la otra interpretación, la contraria, es perfectamente válida: el cine a veces es capaz de infundir en quien lo consuma, unos sentimientos muy concretos, hasta sumirlo en el estado emocional que sus responsables hayan ideado. Y eso es justamente lo que ocurre con Brooklyn. Esperable, en verdad, si se tiene en cuenta que cuenta con un guion de Nick Hornby (adaptando la novela de Colm Tóibín)…
La película de John Crawley (Intermission) no tiene grandes valores cinematográficos que aportar, ni revoluciona el séptimo arte en lo más mínimo. Si acaso, cuenta con una intérprete sobresaliente (lo de Saoirse Ronan empieza a sonar a gafe: qué hubiera sido de ella, hasta dónde habría llegado de no cruzarse con Jennifer Lawrence) y una corrección formal impecable; como siempre que desde latitudes irlandesas y/o británicas se arremangan y se ponen en plan histórico. Tampoco es que cuente con el guion más sorprendente del mundo: nos encontramos a una joven irlandesa de los años 50, quien por fin consigue cumplir el sueño de saltar el gran charco y probar suerte en la tierra de las oportunidades; y seguimos sus vivencias en los Estados Unidos mientras su corazón se debate entre uno y otro lugares. Hay amores y desamores, añoranzas, amistades e historias de superación. Comedia y drama. Muy bien hilado todo si se quiere, pero nada especialmente original, la verdad.
Y ya que hablábamos antes de las bondades de su protagonista y de una puesta en escena notable, aprovecharé para loar la labor de Crawley, hábil y sutil tras la cámara si bien el suyo se antoje un trabajo falto de riesgo y tirando a impersonal. Lo dicho: bien, y nada más.
Pero todo, en suma, obra el milagro. Desde sus limitaciones y su voluntaria sencillez, Brooklyn va sumando enteros en su lucha por la consecución de un único objetivo: cambiar el estado de ánimo del espectador. Tanto da que a éste le gusten los dramas románticos como que reniegue de ellos, se sienta atraído por las reconstrucciones históricas o prefiera marcos más actuales: Crawley, Hornby y Ronan (no sabría decir por qué orden) logran que se sumerja plenamente y sienta como suyos los miedos de la protagonista, que viva sus ilusiones. En definitiva, que se crea a pies juntillas a su personaje principal, por dentro y por fuera. Se empatiza con ella y su historia, ésta se sigue con un plus de interés (ese que sale de las entrañas), y al final coloca una sonrisa estúpida en el rostro del espectador cuando tocan momentos para la distensión, o le prime el corazón cuando se pone más oscura. ¿Poca cosa? Sí, pero bien hecha. Si el cine es un estado de ánimo debería valer, ¿no?
Trailer de Brooklyn
https://www.youtube.com/watch?v=jE4DnLjp_xY
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Desde la simplicidad y la honestidad, este drama de la Nueva York de los años 50 acaba convenciendo. En parte, claro, gracias a su protagonista.