Crítica de Buda. Tomo 1, de Osamu Tezuka (Planeta Cómic)
Pedía a gritos una reedición en condiciones la obra maestra de Osamu Tezuka. UNA de las obras maestras, en fin, que el (se viene cliché) Dios del Manga no iba precisamente falto de ellas. Pocas carreras comiqueras pueden esgrimir como argumentos irrefutables obras del calibre de Adolf, de Ayako, de M.W., de Oda a Kirihito, Fénix o La canción de Apolo, por no hablar de sus más populares Astro Boy, Kimba o La Princesa Caballero. La mayoría de ellas han vivido recientemente una nueva vida editorial en nuestro país pero faltaba, como decía, Buda, que ahora conoce una edición en tapa dura tras bastantes años cuasidesaparecida. Si no recuerdo mal, hará cerca de tres lustros de su última edición, en diez tomos e impresión espejada, en el sentido de lectura occidental. Ergo manipulada.
De modo que merecía el cuidado y los cinco tomos en los que se plantea esta revisitación y que permiten gozar de una de las, reitero, obras cumbres de Osamu Tezuka. Una obra escrita entre 1972 y 1983 y en la que el mangaka se sitúa en esa zona de comodidad suya que tan bien habitaba: la del relato histórico que se va entretejiendo con una, o varias, historias humanas protagonizadas por lo que a priori parecerían personajes secundarios, colindantes al personaje central. En este caso es Siddhartha Gautama -aka Buda- quien centra el foco, pero el autor plantea su génesis como una confluencia de otras varias vidas (Tatta y Mighera), que a su vez tienen su propia historia marcada por otros personajes (Naradatta, Chapra y su madre), todos ellos memorables, definidos por una apurada aproximación psicológica y moral.
El resultado es un tapiz humano exuberante, rico en emociones y fluido en géneros, uno que enmarca esa visión histórica de la (que hoy conocemos como) India del siglo V a.C. en la que el autor aprovecha para insertar su propia pedagogía budista, exponiendo conceptos propios a la religión (la reencarnación, el contacto invisible entre todos los seres vivos) y contextualizándolos en el retrato sociohistórico (el peso de las castas, las tensiones geopolíticas). Una aventura en clave de cómic-río en el que cabe drama, comedia y romance. Violencia y armonía. Movimiento e introspección.
No solamente en ello es Buda una de las obras más depuradas de Tezuka. Desde un plano técnico el autor se muestra maduro y en pleno dominio de sus facultades narrativas y formales. El trazo brilla claro, lleno de expresividad, de recursos narrativos atractivos, dinamismo, elasticidad y movimiento. Y aunque siga encuadrado en su estilo cien por cien clásico y con ciertas influencias Disney se muestra especialmente majestuoso en algunas dobles páginas dedicadas a elementos naturales.
Todo ello confiere un gran peso a la obra, como un aura de sacralidad no reñida, sin embargo, con su vocación aventurera, con su condición de obra épica tan didáctica y enriquecedora como disfrutable, tan emocionante como divertida. Es una obra mayor, sí, y este primer tomo establece el tono y comienza a apuntar la auténtica grandeza de lo que es un incontestable clásico del tebeo nipón. Aquí empieza todo.
Buda: recuperando la obra maestra
Por qué leer Buda
Cualquier amante del manga, del lenguaje del cómic y de la narrativa secuenciada en general se sabe obligado a leer a Tezuka, y Buda es de sus mejores y más disfrutables obras. Su riqueza visual, su poderío emocional y la cantidad de recursos expresivos de los que hace gala lo convierten en una obra maestra del medio que, ahora, podemos redescubrir en su sentido de lectura original. Must read se mire por donde se mire.