Buscando a Vivian Maier crítica

Crítica de Buscando a Vivian Maier

A menudo me resulta difícil vaticinar el interés que podrá suscitarle al público general un documental dedicado a un artista, sobre todo si como espectador me cuento entre los seguidores de la vida y obra en cuestión. ¿Cuándo estamos ante un lanzamiento de atractivo general y cuándo se trata de una joya que solo hará las delicias de los ya entusiastas? En el caso de Buscando a Vivian Maier, tal dicotomía no se da. Cierto es que el documental está centrado en una de las grandes figuras de la fotografía estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Y, sin embargo, su atractivo y su valor residen en que nos la presenta por primera vez a todos: ni el público general, ni los críticos de arte ni la propia familia de Maier la conocían. Y el descubrimiento es notable.

Buscando a Vivian Maier saca a la luz la figura de una enigmática fotógrafa que trabajó como empleada doméstica y niñera en Chicago durante más de cuarenta años y que, pese a su obsesión por la cámara y su evidente virtuosismo, jamás compartió su obra con nadie. Allá en 2008, John Maloof, estudiante de Historia, acude a la casa de subastas de su barrio y puja 380 dólares por varias cajas llenas de negativos antiguos. Su intención era encontrar imágenes de época de Chicago que pudieran servirle para su tesis universitaria. Lo que descubre, en cambio, es una serie fotográfica con una voz propia y una potencia inesperada. La artista, una tal Vivian Maier, resulta ser una completa desconocida. Google no aportaba ni un ápice de información sobre ella hasta que, de pronto, su nombre apareció en la esquela de un periódico digital. Siguiendo las escasas pistas a su alcance, Maloof logra contactar con quienes conocieron a Maier: los niños que se criaron bajo su cuidado y la recuerdan como una extravagante Mary Poppins, siempre con su cámara Rolleiflex encima. Gracias a ellos averigua que los bienes de Maier le fueron embargados poco antes de morir por no poder pagar el almacén. Es así como Maloof finalmente consigue hacerse con el archivo fotográfico, y es así como descubre de inmediato que se ha topado con una obra de dimensiones mayúsculas: más de ciento cincuenta mil negativos, centenares de carretes sin revelar, horas y horas de material de vídeo…

Cuatro años después, con la ayuda del productor Charlie Siskel, John Maloof debuta como codirector con Buscando a Vivian Maier. Su esfuerzo es reconocido con nominaciones a Mejor Documental de 2014 en los Óscars, los BAFTA y los Satellite Awards. Lo que nos cuenta, en un relato mitad detectivesco y mitad contemplativo, es la historia de una mujer profundamente extravagante: una mujer que se autodenomina la Mystery Woman, que esconde su nombre en público y lo escribe de diferentes maneras, que imposta un acento francés y camina en ademán militar, una mujer en eterna soltería, que pasa décadas en las barriadas retratando al ciudadano de a pie con una cámara de fotos o de vídeo, que resulta haber viajado en solitario por todos los continentes y que, tanto mientras trabaja de niñera como en sus vacaciones y ratos libres, va creando una de las obras fotográficas más peculiares del momento. Siempre, sin enseñárselo a nadie. A través de entrevistas a la gente de su entorno, el documental reconstruye la imagen de una Vivian Maier fascinante y polifacética. Su vida compagina la ternura infantil con las tragedias de la edad adulta; su obra plasma el fervor del Chicago de antaño solidarizando de manera constante con la miseria de las clases bajas.

No tanto en la línea de documentales recientes como 20.000 días en la Tierra o Is the Tall Man Happy? (basados en Nick Cave y Noam Chomsky, respectivamente), Buscando a Vivian Maier es más bien una especie de Searching for Sugar Man que nos descubre a la gran fotógrafa estadounidense que urge incorporar a museos y enciclopedias. Y lo hace, no obstante, sin inundar todo del aura idealizadora habitual en este tipo de narrativas. Vivian, mujer enigma con multitud de aristas, fue sin duda una entrañable cuidadora que dejó huella en muchas familias (así lo atestigua la hermosa dulzura de sus fotos y vídeos rodeada de niños), pero fue a la vez una persona extremadamente solitaria, huraña y con comportamientos que rozaban lo enfermizo.

Quizá lo único que un servidor eche en falta en el documental sea un planteamiento menos vinculado a la figura de Maloof y más centrado en elaborar una reflexión sobre la intimidad y el ejercicio creativo. Una fotógrafa, un galerista y un crítico de arte opinan en torno a la obra de Maier, comparándola con la de grandes nombres como Robert Frank, Diane Arbus o Richard Avedon. Incluso el propio director esgrime una crítica a la rigidez de las instituciones de arte por su pasividad a la hora de aceptar el legado de Maier. Aun con todo, creo que se ha dejado pasar una oportunidad idónea para profundizar en la relación entre el arte y el mercado y entre un creador y su público, o para hablar del fenómeno del art brut (producción artística ajena al circuito oficial, que Maier encarna de lleno). ¿No hay cierta belleza en preservar la intimidad creativa? ¿No hay cierta patología en el ejercicio artístico desenfrenado?

Puede que Buscando a Vivian Maier no aborde todas esas cuestiones a fondo, pero sí hace un tratamiento inteligente, ameno y conmovedor del material que nos presenta: la vida y obra de una fotógrafa que, aun a riesgo de traicionar su voluntad, hemos tenido el placer de descubrir.

Por Gaizka Ramón

Trailer de Buscando a Vivian Maier

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* El autor de esta reseña querría aclarar que no pasa por alto lo extraño e insuficiente que es valorar un producto estético con una puntuación numérica. Si se incurre aquí en ese vicio es por una cuestión de inercia y de etiqueta periodística, nada más.

Reseña de Buscando a Vivian Maier
  • Gaizka Ramón
4

En pocas palabras

Se llama Buscando a Vivian Maier pero es más bien Descubriendo, al suponer un conmovedor, sentido e inteligente acercamiento a la vida y obra de la fotógrafa.

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