Crítica de Cartas a Julieta
Amanda Seyfried sigue empeñada en demostrar su polivalencia como actriz, y para ello en apenas dos años la hemos visto cantar, plantarle cara a Megan Fox, hacer de prostituta para Liam Neeson y, ahora, convertirse en la nueva candidata a sustituir a Julia Roberts como reina de la comedia romántica. Hasta hoy ha salido airosa de todo, así que su valía queda más que demostrada. Ahora sólo falta que encuentre películas a su altura.
Y ojo, que no es que “Cartas a Julieta” sea un desastre absoluto. Se trata de una comedia romántica inusualmente bien cuidada en según qué aspectos, y por lo tanto puede que sea el mejor entre los recientes casos de norteamericanos por el mundo, esa especie de subgénero dedicado a autoplagiarse a sí mismo con resultados indigestos.
Con esta categoría cinematográfica el espectador cuenta, a favor, con la velocidad a la que se olvidan todas y cada una de las nuevas muestras. En contra, que eso impide buscar referentes inmediatos, por lo que aunque pueda jurar haber visto ya -en infinidad de ocasiones- lo que pasa en la película que ahora nos ocupa, le será imposible recordar dónde. Y menos mal, porque eso significaría recuperar momentos lo suficientemente bajos como para causar trastornos mentales.
En este caso, la Seyfried va a Verona con su pareja de ficción (un insoportable Gael García Bernal), donde conoce a un joven mucho mejor que su prometido (Christopher Egan). La excusa es la abuela de éste (Vanessa Redgrave), empeñada en recuperar al amor de su vida, de quien perdió la pista cincuenta años atrás.
No hace falta añadir mucho más: casi dos horas de puro empacho edulcorante, del que se avisa ya en los títulos de entrada (un popurrí de obras de arte con escenas de besos… sálvese quien pueda) y que vuelve a sonar a excusa para que un equipo de cineastas de Hollywood se pegue unas buenas vacaciones.
La diferencia es la que apuntábamos antes: cierto mimo en un par de elementos como la interpretación de su reparto (a excepción del mexicano), su arrebatadora fotografía o el detalle de utilizar a actores italianos de verdad para los múltiples papeles locales.
Por lo demás, toca hablar de un guión incongruente, fácil y carente de lucidez, que confunde cuento de hadas con acoso a la inteligencia del espectador y provoca desagradables sorpresas como la descripción de algunos personajes (el tema culinario se acerca a la vergüenza ajena, pero lo del héroe inglés con pasado trágico es de pañolada), lo forzado de algunos diálogos, o situaciones de chiste involuntario. Ante tales hondonadas, los apuntes que parecen albergar cierto interés, como la relación establecida entre la abuela y los dos chicos, desaparecen como meras motas de polvo ante un imprevisto vendaval.
Destaca, por rematadamente hortera, la conclusión del film, escrito con los pies pero también dirigido con ellos, en sorprendente desacuerdo con el tono elegante que hasta ese momento había sabido mantener el director Gary Winick.
Salvo por el prólogo y estos minutos finales, “Cartas a Julieta” puede valer como descubrimiento de la geografía italiana menos habitual (por fin se ve algo más que Roma y Venecia en el cine), y de hecho, el espectador puede perderse tranquilamente por los callejones de Verona y Siena sin atender lo más mínimo a un argumento que, si bien es de lo mejor que hemos visto en este peculiar género, sigue sin importar un pimiento por su total previsibilidad y ausencia de inteligencia.
4/10
Las he visto y mi conclusión es: Amanda Seyfried está muy buena.
Pero ya lo sabía. Y por eso la he visto..
yo en cambio la he visto por ese estilo a medio camino entre Rohmer y Fassbinder que desprende la idisincrasia visual de la fotog… que sí, que todos vemos esta peli por lo mismo XD
Yo también he visto la película,hace tan sólo unas semanas y el encanto que le encuentro son los rincones y calles de Verona,la historia,pretende ser original,pero,hay muchos momentos en que carece de fuerza e interés,algo lenta y poco entretenida.