Crítica de Casino Jack
La carrera de Kevin Spacey vivió un momento dulce mientras duraron los destellos de «Sospechosos habituales» y «American Beauty», pero después fue apagándose poco a poco víctima de una desafortunada selección de roles (en películas como «El gran Kahuna», «Atando cabos» o «Superman Returns», que no llevaban a ninguna parte), hasta no llegar a saber demasiado de él en los últimos años. Por eso, la sorpresa de verle nominado como mejor actor en la inminente 68ª edición de los Globos de Oro depositaba cierta curiosidad sobre «Casino Jack», producción de inexistente repercusión a la hora de su estreno, y de muy difícil exportación más allá de los Estados Unidos. ¿Razones? Principalmente su escaso interés argumental, centrado en la vida y obra del lobby más cañero del país, Jack Abramoff. Durante la administración Bush, él solito especuló, trasteó y jugueteó con vertiginosas cantidades de dinero, y se hizo con varios locales, entre los que destaca un casino (a bordo de un navío) que a la postre acabó convirtiéndose en uno de sus muchos problemas que acabaron por condenarle a prisión; de hecho, precisamente desde ahí, desde la cárcel que le retiene, es desde donde empieza la película con Kevin Spacey relatando su historia a un par de presos que lo acompañan. Historia que motiva poco, decíamos, pero que a fin de cuentas no debería suponer problema alguno, puesto que ahí está la gracia: en convertirla en atractiva; que a uno tampoco le interesaba la historia de Facebook antes de ver «La red social«. El problema es que ni director ni guionista de «Casino Jack» han cumplido plenamente la tarea, haciendo del suyo un film a medio gas, un renqueante sube y baja constante que jamás acaba de despegar pese a su facilidad por aterrizar una y otra vez…
Y la verdad es que ya está. No hay mucho más que decir de la película, puesto que en realidad lo único destacable de ella es la interpretación de Spacey. Y ojo, que tampoco está la cosa para echar cohetes, puesto que sólo con haber estado al día de la ficción televisiva, el espectador puede encontrar fácilmente en su personaje un engendro a medias entre los infinitamente mejores Ari Gold y Doctor House. Por lo demás, cierto es que el visionado de «Casino Jack» no molesta, que tiene potencial para agradar a quien más o menos entienda del tema, y cuenta con algunos pasajes interesantes, inquietudes artísticas inesperadas (por así decirlo) que le hacen sobrevolar el pozo de medianía al que apunta sin acabar de hundirse en él. Pero aun así, su visionado no aporta absolutamente nada que lo justifique: todo se ha visto mejor en otras ocasiones, nada motiva lo más mínimo, es menos ofensiva de lo que apunta su supuesto guión mordiente y, francamente, recurrir al estilo Ocean’s para intentar dinamizar el asunto ya cansa. Y eso que nada decimos de lo de seguir lapidando la imagen de George W. Bush, a estas alturas.
Así que lo dicho, película a ratos medio interesante, a ratos aburrida, poco trascendente pero tampoco tampoco ofensiva. Por esa bipolaridad se mueve un «Casino Jack» que sirve para bien poco, salvo para demostrar una vez más la solvencia de su protagonista. A quien le valga con eso, que le dé una oportunidad; a quien no… tampoco le quitará el sueño perdérsela. Ni mucho menos.
5/10