Crítica de Caveat
A ver… quedan dos meses y medio para que concluya el 2021… Y bueno, al cierre de esta edición (jeh) quedan días de festival por delante. Pero podría ser que hubiéramos dado con la película más terrorífica del año (aunque su periplo por festivales empezó en 2020, así que siendo quisquillosos con las fechas, estaría ahí ahí con Host). Y se llama Caveat, y probablemente nunca hayáis oído hablar de ella, ni tendréis ocasión de hacerlo a no ser que le sigáis activamente la pista de ahora en adelante. Y es que el debut de Damian Mc Carthy es tan, tan pequeñito, que muy probablemente acabe desapareciendo, relegado al fondo de catálogo de la plataforma de turno. Es más, ya sabemos que podrá verse en Shudder, esa cadena de streaming especializada en terror que tan buena pinta tiene… pero que sólo se puede ver desde los EEUU. Bueno, pues haced lo que os recomendamos: seguidle la pista. Pocas veces se ha conseguido tanto con tan poco en el cine, y me refiero a la brutal habilidad de Caveat para arrancarnos un escalofrío tras otro, cuando ha sido hecha con un presupuesto probablemente en negativo, y se limita a la expresión más mínima del cine de terror.
Y es que la cosa va de una chica que vive sola en una casa que se cae a pedazos, y de un hombre que debe cuidar de ella a petición de un familia de la joven. Y ya está. Tan rápido como se cuenta su premisa argumental, se entra en materia en una película que desde sus primeros compases trabaja a fondo en su atmósfera. Consciente, claro, de que no hay recursos para siquiera imaginar chaladuras de mayor calado. No: aquí se nos encierra en una casa mugrienta en la que cada esquina, cada punto muerto tiene pinta de poder albergar un fenómeno paranormal, un cadáver, o un ejército de ratas. Luego seguramente no veamos nada, o a lo sumo intuyamos algo… da igual: la (auto)sugestión está ahí y bombea con fuerza gracias a la habilidad de la película por jugar las cartas que tiene en su mano. Caveat se detiene unas décimas de segundo de más en esos puntos muertos que ilumina voluntariamente de manera regular; enfoca a sus protagonistas dejando el suficiente margen para que nuestra mirada pueda detenerse en lo que los rodea. Luego pasa a primerísimos planos, o a escenas de oscuridad total cuya luz depende exclusivamente de la linterna de este o aquél. Súmese una música sostenida y unos sonidos desasosegantes siempre de fondo, una fotografía parduzca, polvorienta y húmeda como la casa en que ocurre la acción, y ya: nuestra espina dorsal trabajando de lo lindo y nuestros pelos como escarpias mientras vuelan los minutos de esta haunted house con una pizca de giallo por cierto, que nada tiene que envidiar a ejemplos de presupuestos mucho más holgados.
Pero lejos de desmelenarse, de llegar a apoteosis y situaciones climáticas entre actos, o de favorecer el susto fácil, la cinta se mantiene siempre contenida, siempre en un plano de sugestión y, en definitiva, sin soltar nuestro pescuezo. Insisto, es que ni hay presupuesto para plantearse otra cosa, así que sigamos evitando que el espectador respire tranquilo. De manera que los 80 y poco minutos que dura se tornan en agotadores, de tan agarrotados que acabamos. Y eso, al final, es lo que hace de Caveat el éxito rotundo que es como película de terror. Que luego desarrolle su trama y pierda cierta gracia, o que algunos twists no acaben de estar del todo bien hilados, son males menores. Si a lo que se viene es a pasar un mal trago, la propuesta de Mc Carthy es todo un hallazgo con cotas de terror muy elevadas. Madre mía cómo juega, en sus coletazos finales, con el plano y contra plano, la (falta de) iluminación y las esquinas muertas.
Denle mayor presupuesto a Damian Mc Carthy la próxima vez, y veamos de qué es capaz. Desde luego, su carta de presentación es un atronador golpe de autoridad.
Trailer de Caveat
Caveat: la película más escalofriante del año
Por qué ver Caveat
Con un presupuesto irrisorio y muy por lo bajini, ha llegado la película de terror que necesitábamos. Una recreación atmosférica de aúpa y un pulso prácticamente perfecto hacen de Caveat una pesadilla que llega a poner de los nervios.