Crítica de Cazafantasmas: Más allá
Vale, vamos a meter toda la carne en el asador de entrada: no, Cazafantasmas: Más allá no es una gran película ni, al menos en mi opinión, supera a la injustamente denostada Cazafantasmas de 2016. Porque aquélla supo entender algo fundamental, como era la total imposibilidad de acercarse ni remotamente a la leyenda original. Por tanto, optó por una operación renove profunda con otras metas: en lugar de recurrir al revisionismo, marchando una socarrona comedia cómplice pero diferente, con un mensaje bien claro y, como se demostró a tenor de su acogida, necesario. El machirulismo imperante en la sociedad hizo que Jason Reitman se tornase en el abanderado de recuperar el orgullo de la saga, mancillado por la mujer, y planteara una nueva entrega que fuera continuación directa de la segunda (la de 1989) haciendo como que lo de LAS Cazafantasmas nunca hubiera ocurrido. Empezamos mal.
Además, Reitman sí cae en la trampa revisionista, de cabeza y con el añadido de haber consumido demasiado Stranger Things: su aportación a la saga es una excusa para el onanismo de los fans, en una película de piloto automático que busca de inmediato la carta del exploit ochentero de manera tan idéntica a la de la dichosa serie de Netflix, que hasta comparte actor protagonista (Finn Wolfhard). Una familia de madre soltera y dos niños tiene que mudarse a la casa de su recientemente fallecido abuelo, en un pueblo de mala muerte donde no parece pasar nada… hasta que los niños descubren, por vía de la hija menor (Mckenna Grace), que hay fantasmas y que se aproxima el acabose. De forma inesperada, los niños tratarán de evitar el fin de los días con permiso de la madre (Carrie Coon), y el profesor del cole más sexy del año (Paul Rudd). Nada nuevo bajo el sol en una película cuyas escenas, en un tiempo, serán imposibles de distinguir de tantos otros ejemplos idénticos; y cuyo argumento tres cuartos de lo mismo. Supongo que no podía ser de otro modo. A la mínima que alguien decide arriesgar en el cine con una saga mítica, la caverna salta al ruedo obligando a rectificar. Le ha pasado a Reitman aquí, como a JJ Abrams en Star Wars, o incluso a Steven Spielberg con Indiana Jones (otra pregunta es si a Reitman ya le parece bien de entrada…)
Ahora bien, es posible hacer la vista gorda. Pese a que el cabreo por todo lo que rodea la gestación de este film se hace extensible ante su total falta de riesgo; pese a la irritación inherente a niños protagonizando una película, sea del tipo que sea; pese a que pasados unos minutos, si se desconecta, se corre el riesgo de creer haber viajado atrás en el tiempo y estar viendo, no sé, La momia de Stephen Sommers (así de impersonal es a nivel formal). Pese a todo ello, poquito a poquito va imponiéndose un sentido del humor que busca exclusivamente el buen rollo en platea… y que lo consigue. El guion, escrito por el propio Reitman y Gil Kenan (quien dirigiera la injustamente olvidada Monster House) logra maquillar el tufillo a piloto automático para crowd-pleaser de turno, en pos de cierta humanidad, que alcanza por vía de la sonrisilla tonta, y de unos personajes dotados de mayor personalidad de lo temido. Y como en el fondo todo en Cazafantasmas: Más allá no es sino una búsqueda de orígenes, siendo estos una leyenda para más de un espectador, una vez logrado el lazo empático entre público y pantalla, la añoranza se adueña del cotarro. ¡Llegando a la lagrimita y todo!
Recapitulando pues, la nueva propuesta de Jason Reitman es exactamente lo que estás pensando que es: una película pensada para satisfacer por la vía rápida y sin la menor pretensión de levantar ampolla alguna. Todo es blanquito, todo está masticadito para que nadie arquee siquiera la ceja. Pero como entretenimiento funciona gracias a un guion que acierta en el tono de buenas a primeras, ayudado por la vis cómica de sus actrices y actores. Si decidimos seguir enfurruñados en nuestra butaca será lícito, y odiaremos estas dos horas (enteritas, si incluimos sus dos finales post-créditos) como las que más sin que nadie pueda decir nada al respecto. Pero como las cartas quedan claramente expuestas sobre la mesa a las primeras de cambio, desde aquí os proponemos que os intentéis relajar y dejéis los cuchillos a la entrada de la sala. Cazafantasmas: Más allá apela a vuestro niño interior con descaro, pero si está ahí, dejadlo que disfrute libre. ¿Ilícito? Puede. ¿Disfrutable? Pues también, oiga. Eso sí, la de 2016 es mejor.
Trailer de Cazafantasmas: Más allá
Cazafantasmas: Más allá. De complacencia también se vive
Por qué ver Cazafantasmas: Más allá
Nuevo ejemplo del mal de la sociedad, en forma de continuación directa de Cazafantasmas 2 que opta por olvidarse completamente del reboot de 2016 que protagonizaron, sacrilegio, mujeres. Cazafantasmas: Más allá da a la caverna lo que quería, pero cierto es que lo hace con ingentes dosis de buen rollo. Suficientes para que podamos disfrutar de ella sin darle demasiadas vueltas.