Crítica de El chico del periódico (The Paperboy)
A pesar de que en su momento la grosería expositiva y el trazo grueso de Precious nos expulsaron de un empujón de todo lo que podría haberse considerado sincero y sutil sí es cierto que aquella la anterior película del realizador Lee Daniels podría cobrar nuevas dimensiones con el paso del tiempo. Si una capa de cinismo y reinterpretación pop pueden convertir semejante horterada en una suerte de personal cuento de terror alejado de todo sentido común, lo de El chico del periódico ya no tiene excusa ni perdón. Quizá me equivoque. Posiblemente esto necesite de un nuevo tratamiento de distanciamiento temporal para ser comprendido. Probablemente me precipite, pero las reacciones más inmediatas no podrían ser más desastrosas, indignantes y disparatadas.
Daniels nos propone aquí lo que de entrada se recibe básicamente como una película tremendamente formalista, visualmente barroca y de un acabado formal tan cuidado como, en el fondo, indeciso. Porque tras el impacto inicial, poco a poco El chico del periódico va desplegándose como una especie de híbrido que cabecea sin control por entre los meandros del melo clásico, el cine negro, el thriller, el drama social y el retrato de una época.
La historia, que parte del relato de Peter Dexter, a su vez firmante del guión junto al mismo Daniels, nos traslada al sur de los Estados Unidos de finales de los 60 para contarnos el drama de un periodista (Matthew McConaughey) que pretende, con ayuda de su hermano pequeño (Zac Efron) librar de la cárcel a un convicto acusado de asesinato (John Cusack) quien, a su vez, mantiene una relación con una «follapresos» díscola y drogota (Nicole Kidman). Un cuadro que se completa con dos afroamericanos (David Oyelowo y Macy Gray) y que pretende dar la dimensión del inicio del fin de una sociedad en la que, por los siglos de los siglos venideros, el hombre será un lobo para el hombre.
Con la contienda vietnamita como principal responsable del cambio de la orografía social occidental y la represión racial aún presente, Daniels dibuja un panorama desolado, oscurantista, en el que la opresión sigue marcando los conflictos entre clases. La intención es, como en Precious, despojar al relato de luz, viciarlo cerrándolo herméticamente sobre sí mismo y terminar extrayendo conclusiones maximalistas sobre la condición humana. Así que los ribetes temáticos no dejan lugar al optimismo, a pesar de que su veta nostálgica pueda (pretender) contener un cierto hálito de romanticismo: el racismo está a flor de piel del hombre blanco suburbial; la sexualidad torcida surgida de (sic) la liberación sexual es moneda de cambio; la violencia rige los comportamientos humanos.
Por eso, El chico del periódico se explica a sí misma desde la suciedad de un lenguaje directo y la exposición crispada e hiperbólica de sus personajes y sus respectivos conflictos, un discurso desprovisto de límites morales y que pretende hacer apología de esa belleza que paradójicamente se basa en el feísmo. El resultado, una película sobre el white trash que, ay, resulta increíblemente trashy. Y aquí es donde empiezan los problemas. Y son muchos. Porque desde el minuto uno la película se muestra obcecada en remover los instintos más bajos del espectador, mucho más que en ofrecer opciones estilísticas coherentes, y termina perdida por su propio mundo hasta el punto de no saber si quiere ofrecer clase y estilo o pura grosería desfasada. No tengo reproche alguno por ninguna de esas opciones; creo firmemente en que debe haber espacio en el panorama artísitco para gente que haga del gesto grotesco y la mirada soez la razón de ser de un cine basado en la incomodidad. El problema es que Daniels no parece tener ningún tipo de conciencia artística al respecto, y no digamos ya de distanciamiento irónico o visión pop. Y todo parece planteado al revés de como debería: el trabajo del realizador termina resultando grueso donde quiere cultivar la sensibilidad y naïf donde quiere ponerse implacable.
Un desastre en el ratio de intenciones/logros que parte de los principios dramáticos del southern gothic para constituirse en una especie de kitchen sink tragedy de extrarradio sureño, trufado de charcas bochornosas habitadas por caimanes escuchimizados. Las imágenes de El chico del periódico aparecen envueltas en un atinado calor pegajoso, pero resultan vulgares y mediocres, con pretensiones de realismo y resultados muy del montón, de una filosofía narrativa y formal sin vida, vaciada de espíritu y chispa. En otras palabras, si Daniels no pareció prestar ninguna atención a los principios de la sutileza y la sugerencia con Precious, ahora además resulta vulgar, anodino e inconsciente en sus opciones éticas y estéticas. Más pendiente de parecer que de ser. Más preocupado en copiar para ofrecer un producto con entidad que de trabajar la legitimidad de sus propuestas.
Así, en términos referenciales, la película parece tener un alma de homenajeadora, recuperadora de los modos del noir con tendencias americana como pudiera hacer cierto cine de John Sayles (Lone Star a la cabeza), de los puzzles narrativos en la línea del JFK de Stone, de los dramas judiciales clásicos tipo Anatomía de un asesinato, de las recreaciones de una época con la nostalgia de un Scorsese y los ambientes del thriller stetentero y ochentero, entre En el calor de la noche y el erotismo de Fuego en el cuerpo. Pero su espíritu de telefilme chabacano la acerca más a los empachos judiciales de John Grisham a lo Tiempo de matar, a la factura de los productos underground de Russ Meyer y a la tensión emocional de los dramas juveniles despistados tipo Mi chica.
Con semejante panorama, los protagonistas andan perdidos en un caos dramático que dificulta el oxígeno interpretativo. McConaughey vuelve a sacar su patentado bastardo sureño con resultados bastante más volátiles que los ofrecidos en Killer Joe. Zac Efron confunde madurez interpretativa con sordidez en el gesto y Nicole Kidman se esfuerza en construir una yonki de manual que pide a gritos el reconocimiento académico en un comeback que, sin embargo, queda ejemplificado y enmarcado para la posteridad en una única escena: esa lluvia dorada terapéutica que le despacha a Efron y que debería pasar a los anales (con perdón) de la comedia involuntaria y del cómo no deben hacerse las cosas a todos los niveles.
Gruesa, desnortada, demagógica, insultante. Carne de sobremesa en hogares de familias desestructuradas orgullosas de serlo, de las que comen directamente de la lata por gusto y leen noveluchas pulp en el porche con afectación intelectualoide.
Es muy mala.
2’5/10
…y lo bien que te lo has pasado escribiéndola qué, eh? Eso debería otorgarle un 8, lo menos :P
De todos los momentos para el recuerdo que deja la crítica, me quedo con este: "Pero su espíritu de telefilme chabacano la acerca más a los empachos judiciales de John Grisham a lo Tiempo de matar, a la factura de los productos underground de Russ Meyer y a la tensión emocional de los dramas juveniles despistados tipo Mi chica."
Bueno, no, con este: "esa lluvia dorada terapéutica que le despacha a Efron y que debería pasar a los anales (con perdón) de la comedia involuntaria y del cómo no deben hacerse las cosas a todos los niveles".
Bueno, no, coEn fin, que lo mejor de la peli es la crítica, sin duda.
Jé, sí me lo he pasado bien escribiéndola, sí. Tanto, que la película ya me encanta, le he cogido un cariño malsano y un gusto bizarrísimo. Pero la objetividad es la objetividad, y si es una película nefasta, nefasta se queda…
Ya te la he explicado antes: hay una escena de onanismo triple Kidman-Cusack-McConaughey que es pata negra.
Hola chicos, i bon any. Xavi, nuevamente sacas oro en prosa de de dos puntejos y miajas. Chapó, tú.
La tenía para ver a la Sinde-Wert, pero sin prisas… y ahora las hay, a pesar del puntaje!!.
Dicho esto, me permito hacerles una petición. No se si me teneis registrado en vuestras enfermizas mentes, pero soy un inconstante habitual, y si se pudiera repasar hemeroteca, siempre orbitando entre militante y acólito. Lo digo pa que no se me sospeche de criticón, que según mi novia ha notado que ya no contestáis a la críticas con la moderación y caballerosidad de antaño. Que vais mas sueltos, vamos… and that's ok.
A lo que iba, que me pierdo. Me animo a hacerles un sugerencia o dos, ya que empezamos año y eso, animado un poco por esta crítica. ¿Sería posible que cuando referencien un peli, pusieran el titulo original? Mucha gente los lee desde el ancho mundo (ya sabemos lo de las traducciones ibéricas), y algunos como yo, nos formamos visualmente fuera.
La otra petición sería que se pudiera rastrear las críticas por valoración. Sería fantastico para una arqueología casera, basada en la calidad (de crítica o de pelicula, daría igual ;) ).
Eso es todo nois, perdón por la extensión.
Fishy!!!
https://www.youtube.com/watch?v=uWlUu54muOs
Bon any a tu també! Siempre mola recibir comments tuyos, y ya si son elogiosos, entonces resulta un honor, oyes…
JUAS a lo de "antes quería verla, pero ahora con esta nota más"… XD Suscribo la conducta. Cómo mola el cine que no mola!
Y tú, igual sí que hemos subido el tono de nuestras respuestas, pero siempre es con gente que entra a machete. Ya ves que esto es un lugar donde opinar libremente etc etc etc. Amos, que no se asuste tu novia… y que se pase ella también por aquí, que somos una pequeña familia ya
(el día que nos decidamos a hacer una cena navideña va a ser de traca)
Tema peticiones, jeh, sí, estamos en ello. De hecho con algunas cosas ya lo estábamos antes. Pero una preguntilla: cuando dices que echas de menos los títulos en su forma original ¿te refieres en el cuerpo de la crítica? Porque al fin y al cabo en el titular ya lo hacemos…
¿en tu opinión no es suficiente? ¿Crees que sería mejor también en la propia crítica?
Lo otro, ya te digo: le estamos dando vueltas…
Como sea, mola que nos déis este tipo de opiniones! Es lo que nos hace mejorar (que tenemos aún MUCHO margen para ello…)
Un saludo enorme y un abrazo aún más!!