Crítica de Cirkus Columbia
Ahí, en la habilidad por no hablar prácticamente nunca de manera directa de la historia del país, pero forzar al público a estar siempre sobre aviso mientras se desarrolla la pequeñita trama de sus cuatro personajes, es donde reside la gran baza de lo último de Tanovic. Una hábil estrategia, la suya, que pasa precisamente por ajustar el zoom y descartar (sólo de forma aparente) todo lo que no involucre directamente al cuarteto, dejando ese material en el marco del lienzo. En sentido literal: no son pocas las ocasiones en que mientras uno busca a un gatito extraviado por la calle, al fondo de la misma se ven pasar coches militares; que momentos antes de cambiar la emisora, desde la radio se logre escuchar algo sobre Croacia; o que, aunque a la hora de la verdad apenas diga nada a respecto, uno de los secundarios forme parte del ejército serbiobosnio.
Pero Tanovic tiene mucho más que contar. Sirviéndose de estrategias similares, el director y guionista de la película quiere también retratar a un pueblo en general partiendo de un pueblecito en concreto que le haga de reflejo. Así, aprovecha el desalojo inicial (por cierto, a toda una Mila -Danielle Rousseau- Furlan) para retratar perfecta pero implícitamente la situación del país, la relación entre el hombre y su nueva novia para hablar de la sociedad y de sus puntos de vista en relación a sexos, y la propia llegada de ese ilustre ex-vecino para retratar puntos de vista, opiniones generales, y dibujar el contraste entre lo de dentro y lo de fuera. Y en medio de todo ello, un argumento tirando a salido de madre, con relaciones personales inesperadas, nimios sucesos que movilizan a todo un barrio, y excentricidades de diversa índole. Todo muy esperpéntico. Muy de circo.
En el otro lado de la moneda, ay, toca hablar de un gatillazo inesperado: mientras por un lado saca a relucir un buen puñado de virtudes notables, por el otro el guión da síntomas de males impropios del nivel de lucidez recién expuesto. Y es que a su caracterización social y caricaturización del conflicto bosnio, le acompaña un entramado previsible y poco motivador, que tira de recursos fáciles y tuerce hacia lo peliculero siempre que tiene opción (en especial en un su último tercio). Por consiguiente, a la mínima que desaparece su doble discurso, o que el cinismo y el humor punzante dejan paso al desarrollo de su argumento puro y duro, «Cirkus Columbia» pierde enteros. Y peor, se convierte en bola de nieve: le acaban pesando sus 105 minutos, se hacen más evidentes sus (obvias) limitaciones de recursos, y queda bien palpable la diferencia entre el Tanovic guionista y el Tanovic director, mucho menos estimulante el segundo que el primero. Problemillas que evitan hablar de una obra cinematográfica fundamental, pero al César lo que es del César: quien vaya a verla puede quedar ampliamente satisfecho con una película inteligente, diferente, fresca y mucho más grave de lo que aparenta. Y eso es de agradecer, oigan.
7/10
Ahora llego de verla. Una maravilla de película. Casi perfecta, en mi opinión.
Saludos
Hola Edu,
Pues ya digo, yo creo que falla cuando recurre a cosas tanpeliculeras, tan facilonas. SPOILER por ejemplo, al hecho de encontrarse a su amigo en el bando rival, lo de su padre reaccionando al último momento…. hasta la relación entre chico y madrastra me parece demasiado falta de… ¿inquietud? No sé…
Saludos y gracias por pasar!
Yo lo del amigo lo entiendo como una referencia al cainismo de este tipo de guerras, y no lo veo forzado, creo que el guión se encarga en bastante medida de justificarlo explicando de quién es hijo.
SPOILERS
Lo del padre era bastante previsible. No le adjudicas uno de los puntos de vista a un personaje tan odioso si luego no va a corregirse de alguna forma.
Lo único que no acabo de entender es la (y sigo con SPOILERS) apertura de la subtrama del exalcalde comunista, que dice que va a volver con compañeros y del que nunca se vuelve a saber nada. Yo reconozco que imaginé que esa trama tendría mucho más peso que la del gato.
Saludos
No sé, yo creo que no hacía falta recurrir a esa… caricaturización del personaje, por mucho que su fin acabara siendo el mismo (al amigo me refiero) y se expusiera a lo largo de los minutos anteriores. No sé,me desconcertó que fuera tan naif por así decirlo, había formas más sutiles de llegar a ello.
En cuanto a lo del padre… ídem. Es como muy repentino ese giro. Demasiado forzado aunque, obviamente, se tenía que ir hacia esa dirección. No sé, quizás lo exprese mejor ahora: pienso que hoy en día, la gracia está en contar lo mismo de siempre (porque ya todo está contado) pero hacerlo de otra manera, acudiendo a sutilezas, a cambios progresivos…o algo! (llevo demasiadas horas despierto y es muy pronto, no me lo tengas muy en cuenta!!)
En cambio, lo último que a ti te parece mal, a mí no, ya que la gracia de Cirkus Columbia, creo, pasa percisamente por empezar a dibujar una situación, y de golpe dejarla y recurrir a otra infinitamente más "pequeña". Como el tema del gato, que se pone por encima de lo que pueda suponer para los ciudadanos del pueblo el pensar siquiera en la guerra. Esto, en el fondo, va por ahí: hablamos de política, de principios y tal (personificados en ese personaje) y de golpe bah, a quién le importa. Es mejor saber si ese se liará con aquella o no. Como en la vida real, vamos! ;)
Seguramente luego vuelva a releer todo esto y me parezca ridículo, conste en acta!
Saludos de nuevo!