Crítica de Coche policial (Cop Car)
Con que eso es todo. El revuelo que ha ido generando Coche policial se debía a estar bien parida y poco más. ¡Para que luego se nos tilde de exigentes! El estreno limitado de la nueva propuesta de John Watts (rescatamos hace poco su estimable serie B Clown) de saldó en los Estados Unidos con entusiastas críticas y un buen boca-oreja que bastaron para garantizar su pase en cines por aquí, amén de ocupar uno de los puestos de honor en la parrilla del festival de Sitges 2015. Así las cosas, inevitable no aguardar con ciertas esperanzas su visionado. Y quizá la gestación de ese mínimo hype haya jugado en contra de un film cuya única baza pasa por… eso, tener una mano eficiente detrás de la cámara. Coche policial está indudablemente bien dirigida, escrita e interpretada, y eso le infiere un seguimiento ágil mediante unos tempos adecuados y en subida constante. Bien. Pero si se escarba un poquito, se le encuentran carencias importantes, o por lo menos síntomas de contagio de la misma enfermedad que le hemos detectado a, por ejemplo, el Super 8 de J.J. Abrams: una voluntad tan grande por homenajear a una determinada parte de la historia del cine, como para olvidarse de que además de las referencias y guiños, de un tono y estructura claramente deudoras de vetustos referentes… tiene que haber una película que se valga por sí misma. Y ahí entramos en terrenos pantanosos.
Idolo ochentero y durante buena parte de la década siguiente, Kevin Bacon interpreta aquí a un policía con trapos sucios a quien un par de niños díscolos le roban el coche patrulla al encontrárselo en medio del bosque. Mientras estos se divierten añadiendo a sus chiquilladas un punto más de temeridad cada dos por tres, el agente de la ley se desespera al temer que se descubra su lado oscuro, por lo que les da caza. Y ya. Por delante, una persecución a contrarreloj por parte de uno y desde la total ignorancia de la misma (y luego el terror propio de quienes buscan evitar la amonestación del mundo adulto) por parte de otros; Thelma y Louise con travesuras infantiles en vez de femeninas, y homenaje a las aventuras juveniles que parten de decisiones inocentes pero moralmente reprobables. En esencia, esto es Los Goonies en un coche durante dos tercios, e Infierno sobre ruedas con niños hacia el final. Combinación para el deleite pero sin ninguna idea brillante de por medio que la justifique, o mejor, que le dé algún valor más allá del consumo rápido con el motor de la añoranza a plena potencia.
¿Suficiente? Para un pasarratos sí. Y ya lo decía al principio: Coche policial está parida con gracia, la suficiente como para incluso remover al espectador cuando se pone chunga; Kevin Bacon puede caer más o menos bien, pero nadie debería dudar a estas alturas de unos mínimos siempre correctos (y el papel le va como anillo al dedo); y en general, si para algo sirve es para reaformar a Watts como hábil natrador. ¿Sirve para algo más? Desgraciadamente no, por lo que su perdurabilidad en la memoria cinematográfica tiene los días contados.
Trailer de Coche policial (Cop Car)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Buen ejercicio de añoranza cinematográfica en forma de entretenimiento revisionista con personalidad y buen pulso. Así sí compramos.