Crítica de Coherence
El físico Erwin Schrödinger ideó, en el curso de sus estudios de termodinámica en los años 30, una situación hipotética según la cual si encerráramos a un gato vivo en una caja hermética y opaca y le obligáramos a respirar un gas en un 50% de posibilidades letal, entonces se crearía una situación de superposición de dos estados, estando el animal al mismo tiempo vivo y muerto. O por lo menos así sería hasta el momento en que el observador abriera la caja y comprobara el resultado, momento en el que se colapsaría la función de onda y el gato abandonaría ese doble estado, muriendo o permaneciendo vivo, pero no las dos cosas al mismo tiempo.
Esto es más o menos todo lo que hay que saber y todo lo que se le puede contar a alguien que quiera enfrentarse a Coherence: no conviene detallar su argumento más allá de este pequeño background (que, por cierto, también se explica en la película) y del dato accesorio entorno a un cometa que bordeó la atmósfera terrestre en los años veinte y cuyo influjo, dicen, afectó la psicología de los habitantes de un pueblo de Finlandia. Pero no os engañéis, esto no va de catástrofes, ni es un ejercicio de ciencia-ficción a nivel cósmico. Todo lo contrario. El debut de James Ward Byrkit, uno de los creativos detrás de Rango, se inscribe en un terreno de cifi doméstica, mucho más pendiente de la construcción de guión y la psicología de los personajes que de las puestas en escena ampulosas: lo que en sus primeros minutos parecería una especie de respuesta lo-fi de Tú eres el siguiente pronto se convierte en una suerte de variante contemporánea de El ángel exterminador. Y de ahí empiezan a sucederse los giros para certificar esto como un lujoso y exuberante episodio de The Twilight Zone (sí, otra vez a colación). Última referencia, lo prometo: Coherence se inscribe en la línea de ciencia ficción minimalista, cerebral y enrevesada de Primer. Y eso son palabras mayores.
Esta admirable pieza de género, modesta en medios pero rica en impulsos cerebrales, pues, no deja de ostentar una puesta en escena algo funcional, es cierto. Pero sus planteamientos argumentales son tan audaces, tan desafiantes y tan descaradamente alucinantes que a uno al final poco le importa la atonalidad generalizada de la imagen HD: esto es a la ficción científica lo que el mumblecore era a la comedia hollywoodiense, un retrato de personajes bañado en un argumento cien por cien de género. Concretamente el que explica un guión laberíntico que es pura filigrana, un puzzle endiablado cuya principal razón de vida es un medidísimo racionamiento de la información, un muy cuidado plantado de pistas, y un consciente y juguetón mareo de perdiz. Coherence encierra nuestro cerebro en la maldita caja de Schrödinger, espera a ver qué pasa y al final de la historia todo se convierte casi en un galimatías incomprensible, en un ovillo en el que se arremolinan posibles teorías de lo que puede estar sucediendo y de lo que sucederá sin que se nos dé cuartel para atar los cabos que necesitemos atar.
Un hermético embrollo de posibilidades, sí. Pero también un adictivo y fascinante rompecabezas.
Coherence es una superficie que se va quebrando progresivamente, y cuyas piezas pueden volverse a unir en la cabeza del espectador o no, pero cuya imagen global deja adivinar, por debajo de esa coartada cifi (que, por cierto, derretiría las muelas de Nacho Vigalondo) un estudio de personajes que va dejando entrever sus relaciones paulatinamente. Porque esto en el fondo tiene tanto de reto intelectual y de desafío lúdico como de drama de cámara: el de un grupo de personajes de mediana edad que son víctimas de un progresivo extrañamiento y de lo que podríamos entender como una alegoría de la soledad. O bien de la desconfianza total en el vecino y hasta en uno mismo. Y eso da mal rollo, desmonta y aturulla. Pero también deslumbra en tanto que supone un elaborado intento de devolver al género allá de donde nunca debería haber salido: el lugar de sombras fascinantes que conforma nuestra propia mente, el sitio donde las cosas son generadas a partir de sinapsis y conexiones neuronales. El lugar donde todo es excitante, inquietante y retador, que es donde también habita Coherence.
8/10
La chica es clavada a Brit Marling, no?
¿Seguro que no es ella con alias o algo? Le pega todo.
Obviamente creo que media sala estuvimos toda la peli pensándolo… ¿Me ganaré muchos enemigos si digo que me cae mejor y me parece más maja esta?
Con Marling o sin ella, ve la peli, que es cojonuda
Cae mejor, y es más maja, ésta. Menos cuando la Marling aparece en pelis comerciales que ni escribe ni dirige ni produce ni nada, en cuyos casos la maquillan en modo pivón y…