Crítica de Cold War
No creo que sea posible escribir un comentario con la menor voluntad crítica sobre Cold War, pues para ello habría que saber, al menos, lo mismo que su director, Pawel Pawlikowski, sabe sobre cine. Y sabe mucho, desde todos los prismas imaginables o acercamientos posibles. Me atrevería a decir que no habrá nadie, dedicado al mundillo, que haya estudiado tanto y tan profundamente como para hacer de sus películas una combinación perfecta entre reverencia y voz propia. Nadie que sepa tanto de lo que una cámara puede expresar con un movimiento (o la ausencia del mismo), o hasta dónde puede el blanco y negro llegar a condicionar el ánimo del espectador.
Confirma su poderío una filmografia marcada por dos películas igualmente excelentes (Ida y La que ahora nos ocupa), las dos con una apariencia similar a priori, y sin embargo diametralmente distintas entre sí con una excepción: una firma inconfundible.
La de un Pawlikowski que para Cold War propone una historia de amor marcada por el paso del tiempo, el trasfondo sociopolítico de la Polonia (y la Europa) de los 50 y 60, y la música. Gracias a ella se descubren los dos protagonistas del film, pero también descubrimos, los espectadores, un marco cargado de presiones políticas y decepciones sociales, ilusiones y aguas de borrajas. En apenas 88 la película nos sume en una sucesión de encuentros que van construyendo el idilio amoroso de los protagonistas, al tiempo que se va confirmando la imposibilidad del mismo. O por lo menos, su tremenda dificultad. Son dos polos obligados a oponerse entre sí por factores tanto internos como externos, pero que se van atrayendo una y otra vez cual castigo dantesco, pase un día, un mes, o un año. Con habilidad insultante, sin que apenas parezca ocurrir nada el film se torna emocionalmente trepidante: no desperdicia un solo segundo, no hay un solo plano que no sirva para aportar un granito más de información tanto a simple vista, como si se vuelve a él una vez digerida la película.
Escenas cargadas de simbolismo, conversaciones en apariencia intrascendentes (ese encuentro en el campo a orillas del río) que pueden marcar irremediablemente la vida de uno u otro, miradas tan profundas como para obligarnos a no parpadear siquiera, son, en definitiva, los engranajes con los que se hilvana una Cold War que recuerda a la nouvelle vague tanto como al neorrealismo italiano. Cuya trama y formas asoman la cabeza tanto al cine de espionaje como a los mismísimos Romeo y Julieta. Cuyo visionado es una clase de cine desde los orígenes hasta los tiempos que corren (ya no hace falta leer el Qué es el cine de Bazin, palabra).
En fin, una cantidad incalculable de referentes y de estímulos que hacen de la de Pawlikowski una propuesta que va adoptando lecturas y dimensiones a cada minuto que se quema de su metraje, y a cada día que pasa tras su visionado. Es tan superior, tan exacta y perfecta en todo lo que se propone, que ha conseguido incluso lo impensable, acercando por igual al público más sibarita y al más relajado. Y eso, y no la última virguería en 3D, es la magia del cine. Eso es lo que convierte en fundamental el visionado de Cold War y lo único que un servidor puede atreverse a decir sobre ella.
Cualquier otro comentario, ya lo decía al principio, sería un suicidio por mi parte. Estamos ante una lección magistral de cine y no creo que ni yo, pero ni prácticamente nadie esté capacitado para valorarla desde el habitual, gélido prisma crítico que busca etiquetar, simplificar, y valorar numéricamente toda película que se estrene. No, aquí estamos hablando de otra cosa. Aquí hablamos de arte, de historia, y de magia.
La misma magia que permite que esta historia de dos músicos de la Europa de la Guerra Fría, personajes tan extravagantes a su manera, sirvan de inesperada parábola para que el director hable de algo tan cercano y pequeñito como es la relación de sus padres, ni más ni menos. Lo dicho, Cold War nos supera.
Trailer de Cold War
Valoración de La Casa
En pocas palabras
No hay demasiado sentido en este texto, porque no hay mucho que decir cuando algo es perfecto. Y Cold War lo es.
Contigo en el 10: para mí, preciosa, perfecta (no falta nada, no sobra nada), potente… La vi hace una semana y todavía me resuena dentro. Me enamoré de la actriz. Joanna Kulig, se me llevaba con ella en cada mirada (¿de loca? gran personaje!) . Peli cautivadora a nivel formal, todo significa, luz, formato, música, ritmo, simbolitos esparcidos durante todo el recorrido… Y a la vez arrebatadoramente sencilla, nada pedante. Historia de amor imposible y más allá de la muerte pero cero romántica. Historia en blanco y negro de la postguerra europea pero de narración y visión supermoderna.
Y mención especial al tema coros y danzas: me encantó. Sólo siguiendo la banda sonora podría entenderse toda la peli, la historia contada.
No he visto «Ida todavía» pero la veré. Y atenta a Pawlikowsky (me leí todas las entrevistas que encontré cuando llegué a casa), fan hasta la muerte. En fin, peliculón. Exquisita. Como haberme comido una docena de ostras.
Jejejej, celebro que el entusiasmo se comparta! Ya verás, Ida es el mismo nivel: otra peli que te atrapa y te bombardea a base de estímulos para la vista, el oído, el subconsciente…. Luego, aunque parezcan parecidas, son sumamente distintas. Verás cómo se expresa ahí el director… Me entran ganas de verla de nuevo, demonios!… Ambas, de hecho!!
Me ha encantado eso de «como comerme una docena de ostras». Acabo de ver la película (aquí se estrenó este miércoles en cines) y esa es la sensación que me deja, de placer. Placer en muchos sentidos, no solo visual y sonoro (lo primero que he hecho al volver a casa es buscar la banda sonora) porque la historia es tan desgarradora y está contada con tantísima delicadeza que es imposible que no te llegue adentro… Nunca la tristeza fue tan bella. <3
La crítica preciosa, felicidades Capi!
Bieeeen, Elasti joins the game! Gracias por tus palabras, pero sobre todo por pasarte y comentar :) Celebramos que pudieras verla ya, y que la disfrutaras. Yo lo que hice fue leer la típica notita que dan en los cines, para ver más acerca de esas dedicatoria final, y bueno, los pelos como escarpias!!!