Crítica de Las colinas tienen ojos (1977)
En 1972, un desconocido director estrenó un macabro divertimento titulado «La Última Casa a la Izquierda», que para que os hagáis una idea, estuvo censurada durante treinta años en el Reino Unido (1). Su nombre, Wes Craven, se acabaría convirtiendo en uno de los pilares fundamentales del cine de terror.
Pero fueron necesarios cinco años para disfrutar con una nueva película de tan prometedor autor.
En 1977, el Premio de la Crítica del festival de Sitges se otorgaba a su segunda película, «Las Colinas Tienen Ojos»…
Una familia americana de lo más típica viaja de camino a California cuando en medio del desierto sufre una avería. Pronto descubrirán que el lugar está habitado por una familia de deformes caníbales sedientos de sangre, que no dudarán ni un minuto en abalanzarse sobre ellos…
Antes de empezar, me veo obligado a abrir un paréntesis. En su empeño por escandalizar a los espectadores, Craven quiso hacer una película visualmente muy explícita, cargada de una violencia casi imposible de resistir. Al final, el grado de casquería ofrecido fue tal que su obra fue calificada como «X», y por tanto de exhibición exclusiva en las Salas de Cine Erótico.
Así pues, el director se vio obligado a suavizar la versión final, dejando una sola escena gore (que tiene que ver con un tendón y un perro). Digo esto porque, para aquellos que hayan visto la nueva (y superior) versión de Alexandre Aja y hayan pensado (como yo) que se quedaba algo corta en momentos hemoglobínicos, no hallarán en la original esa satisfacción (2).
Paréntesis cerrada.
Todo un clásico del cine de terror, «The Hills Have Eyes» consta de una vitalidad y mala baba típicas de un director (casi) primerizo, con ganas de demostrar de lo que es capaz con una cámara. Ello ayuda a maquillar los numerosos fallos que se van sucediendo conforme pasan los minutos, principalmente de montaje (pero bueno, eso es algo con lo que ya cuentas ante este tipo de películas).
Como principales bazas, el film cuenta con un par de escenas bastante difíciles de soportar, sobretodo la consistente en el primer ataque de la familia asesina a la caravana de los protagonistas, que no tienen nada que envidiarle a la versión de Aja. De hecho, lo que este consigue a base de una dirección enorme, un montaje in crescendo, y algo de sangre salpicando aquí y allá, Craven lo logra dotando a su film de un aire casi documental, que hace que las escenas sean duras y secas, suponiendo una patada en el estómago del espectador. Ni qué decir tiene que el aroma setentero que se desprende ayuda enormemente a conseguir este efecto de crudo realismo. Por cierto, en una escena aparece un perro abierto en canal y con las tripas esparcidas a su al rededor. Para la película, compraron el cadáver de dicho perro, que pertenecía a una «empresa de experimentación» (correremos un tupido velo…) y lo colocaron ahí como quien no quiere la cosa. La escena conmocionó a unos y cabreó a otros, los típicos, que hasta me parece que pusieron una denuncia etc. (Un día hablaré de películas denunciadas).
En otro orden de cosas, la de 1977 es más que aconsejable para aquellos que realmente se enamoraron de la del 2006 puesto que tiene algunas diferencias argumentales relativamente importantes. Valga como ejemplo el origen de la familia de asesinos deformes, que no parte de una explosión nuclear que destrozó una ciudad (magníficas y terribles escenas las que se centran en dicha ciudad fantasma en la de Aja), si no de algo mucho más intimista, que no desvelaré aquí a menos que me lo pidáis, y que hace que todo el argumento sea mucho más directo y concentrado.
Por otra parte, en el apartado de aspectos negativos (además del montaje) encontramos un par de elementos de obligado comentario.
Por un lado, cabe destacar las risibles vestimentas con que se cubren las intimidades los caníbales, a medio camino entre «En Busca del Fuego» y «Teenage Caveman». Asustar, lo que se dice asustar…como que no.
Peores aún son las actuaciones de todos los que aparecen en la cinta. La niña-gritos Brenda (interpretada por una tal Susan Lanier -¡Emilie de Ravin en la nueva!) carga tanto con sus gritos que deseas que sea la primera en morir, pero es que al final estás tan harto de todos que esperas que mueran sufriendo todo lo posible. Incluidos los malos. Solo se salva de la quema Michael Berryman, el entrañable actor con Displasia ectodérmica hipohidrótica, uséase ausencia de vello entre otros síntomas (chúpate esa, Doctor House. No, no es Lupus) visto últimamente en «Los Renegados del Diablo» (de Rob Zombie).
También resultan penosas otras situaciones, como la trampa de la cuerda… pero bueno, de nuevo, con estas cosas ya se cuenta.
Lo que sí que es cierto es que parece mentira que antes, con poco dinero pero mucha originalidad y ganas, se conseguían películas mucho mejores que la mayoría de las que salen hoy en día. Por suerte, desde hace un par de años esa tónica de «terror para masas en masa» está cambiando, y poco a poco aparecen en cartelera títulos de terror de bella factura y sangrientas escenas. Prueba de ello, qué duda cabe, la nueva, y mejor, versión de «Las Colinas Tienen Ojos».
Esta, sin embargo, resulta entretenida, macabra y tierna. Muy aconsejable para los que no se conformen con golpes de talonario.
Por cierto, está basada en hechos reales (3), lo cual tiene su qué…
(1) Es obvio que vista a día de hoy no impresiona tanto como podría haberlo hecho entonces (habrá que ver lo que nos depara su remake, en principio a cargo del genial Alexandre Aja, responsable de la nueva versión de «Las Colinas Tienen Ojos») pero aún así merece la pena echarle un vistazo para darse cuenta de lo mal que ha evolucionado el cine de terror (hasta hace poco).
(2) La tendencia actual en el cine de terror pone mucho empeño en suavizar las películas, limpiándolas de sangre y mostrando, como mucho y en plano fijo, un cuchillo que sube y baja, y sube otra vez teñido de rojo. Tal gilipollez se hace aún más patente en los remakes, y valga como ejemplo «La Matanza de Texas (2004)», o incluso «Amanecer de los Muertos» (que pese a ser bastante gorecilla, sigue siendo mucho más preciosista que su original, la macarra «Zombi» de George A. Romero). Sin embargo, resulta curiosos que, en «Las Colinas Tienen Ojos» (2006), Alexandre Aja haya decidido hacer todo lo contrario, creando una obra mucho más explícita que la original, como queriendo reivindicar los orígenes del gore. Aún así, lo dicho, para mí se quedaba algo corta…
(3) En el siglo XVII, que la gente estaba por lo general bastante loca, una familia escocesa de caníbales, los Sawney Bean, se alimentaban de los viajeros que se adentraban en su zona al sudeste de Escocia (eso al menos dicen los extras del Dvd).
‘Michael Berryman, el entrañable actor con Displasia ectodérmica hipohidrótica’
Hombre…Entrañable, lo que se dice entrañable de los entrañables de toda la vida tipo el osito de mimosín… Pues… Bueno, oye, la cosa va en gustos…
Yo lo veo por la calle y me lo hago encima..
Por Diox! Qué jeta tiene el payo….
Saludos desde la nevera ;P
Excelente película, con unos detalles muy interesantes (como el poster de Tiburon rasgado)… Tengo que revisarla de cara a hacer mi comentario en Dead Man Types, pero de memoria a mi me da que lo de los fayos del montaje se deben más al recorte de unos 20 minutos que sufrio la película… Como te digo, lo que digo lo hago de memoria, así que ya te contare mis impresiones al respecto cuando vuelva a verla… (Por cierto, hago incapie en esto por que soy montador y, logicamente el tema me interesa bastante).
El poster de Tiburón se ve que no es el único guiño que Wes Craven ha puesto en sus películas en honor a películas/directores que más le han marcado… la verdad es que hace mucho que no veo nada de él (a excepción de ésta) así que en cuanto me vaya poniendo al día ya me fijaré!
es cierto que algunos cortes son debidos a la censura, no te quito razón… pero en otras ocasiones, creo que es bastante visible que el montaje es algo torpe simplemente porque sí…perfectamente «entendible» teniendo en cuenta el marco en que se ubica esta película…
Gracias por pasarte!