Crítica de Colossal
Es gracioso imaginarse a Nacho Vigalondo entrando a los despachos de los estudios, productoras, u otros gerifaltes de la industria, y verle vendiendo su nuevo proyecto, este kaiju indie con camaleones gigantes y borrachuzos de pueblo. La escena, creedme, es divertidísima si sabéis de qué va Colossal… Y si no es el caso, no quiero ser yo quien os la estropee, por lo que no os desvelaré nada del argumento, más allá de que esto entra directo a las categorías de peli-con-bicho y de comedia mínima al estilo de ese mal llamado cine independiente (de hecho, que sus actores sean Anne Hathaway y Jason Sudeikis debería ser un buen indicador al respecto) a la vez. Y que la mezcla casa a la perfección. Y que es realmente sorprendente. Más o menos como el bar en que ocurre buena parte de la acción, con media sala a lo anuncio de cerveza mediterránea, y la otra mitad como si del lejano oeste se tratara. Sí, esto va de bichos; pero casi toda ella ocurre en un bar. Me callo, que hablo más de la cuenta…
Sí podemos explayarnos un poquito más con las bondades de un film que, aunque pueda sonar extraño, tranquilamente queda como el más maduro del responsable de Los cronocrímenes hasta la fecha, un Vigalondo tan juguetón como de costumbre pero, ahora, también agigantado (jeh) como director y guionista. Su nueva propuesta sigue siendo un dechado de recursos inteligentes/interesantes y de referentes (no confundir con copias), destila cierto clasicismo (traducible como buen gusto, si se quiere), y como ya ocurriera con Extraterrestre, donde importa más lo íntimo que lo global. Aquí hay ataques de bichos gigantes, pero lo realmente colosal de todo ello reside en la humanidad que se destila de sus personajes y la relación que los une; de las motivaciones que llevan a la Hathaway a volver a su pueblo de la infancia y reunirse con sus viejos amigos, los problemas personales, mínimos, en absoluto comparables a la muerte de centenares de personas… pero que son los que realmente nos importan como individuos. Y en lo que se dedica buena parte de los esfuerzos del film, ojo, un Colossal que se descubre más ligero de lo esperado, pero sólo en apariencia.
Por eso sorprende que habiendo dado con la tecla justa, habiendo entendido a la perfección tanto a nivel formal como argumental, las necesidades de tan descabellada propuesta; habiéndole otorgado una dignidad y alma tales como para que jamás pueda reducirse al vaya chorrada al que apuntaba (¿he mencionado ya que aparece por aquí un camaleón bípedo gigante?), sino que hasta los más recelosos deban rendirse a la evidencia; habiéndola clavado, en definitiva, vaya y tome unas cuantas decisiones cuestionables en un arco final que a punto está de echar por tierra todo lo logrado. Un flashback que no toca, que explica más de la cuenta y por tanto cambia las normas del juego, condiciona muy negativamente al espectador, y rebaja buena parte de la fuerza de un clímax final que de lo contrario hubiese sido el broche para un espectáculo redondo. Inexplicable patinazo de un Vigalondo que, pese a todo, firma con ésta la que ya muchos tildan de mejor película de su carrera.
Trailer de Colossal
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Otra de esas locuras geniales de Nacho Vigalondo. Una idea tan descacharrante como efectiva, que dispara a la película a la categoría de culto instantáneo.