Crítica de Confesiones de una mente peligrosa (Confessions of a Dangerous Mind)

Crítica de Confesiones de una mente peligrosa

Si bien ahora las cosas tiendan a la concordia, George Clooney no siempre ha tenido tan clara su condición de buen cineasta en general (ya sea como intérprete, productor o director). Durante algún tiempo se le consideraba actor de una sola mueca, explotador de su belleza y poca cosa más, y por lo general su presencia en una película no significaba garantía de nada, salvo tal vez de una mayoría de espectadoras en la sala. Ahora bien, nunca ha habido duda alguna sobre su inteligencia: siempre se ha sabido mover como pez en el agua por la industria hollywoodiense, seleccionando producciones con un tino envidiable. Y por supuesto, para su intachable carrera como director no iba a ser diferente. Su corta carrera detrás de las cámaras arrancaba en 2002 y lo hacía con un Clooney sabiéndose rodear de nombres casi infalibles. Para Confesiones de una mente peligrosa, el de los anuncios de la Nespresso contó con Charlie Kaufman para la adaptación de la novela autobiográfica de Chuck Barris, con Steven Soderbergh como productor (y seguramente mano derecha), y con Sam Rockwell, Drew Barrymore, Julia Roberts, Rutger Hauer y un sinfín de cameos y secundarios de lujo. Así es muy difícil que el tiro salga por la culata.

Pero quién es Chuck Barris, cuya vida parece tan importante como para no sólo tener publicada una autobiografía, sino contar además con una película de primer nivel sobre su vida. Un hombre obsesionado con alcanzar la fama mediante la televisión, en un momento en que la televisión era lo más in. Que se labró una carrera como creador de programas que bien podrían definirse como la fuente de la vida de Telecinco, al seguir los mismos patrones que la cadena de Vasile (programas de dudosa calidad recibidos con entusiasmo por el gran público). Y que en un punto de los 60 fue reclutado por la CIA para ejercer también de asesino, por mucho que la agencia lo niegue. Eso recogen sus palabras y eso cuenta la película, carta de presentación para un cineasta que basaría su filmografía, al menos hasta la fecha, en muchos de los conceptos que así que dan cita.

De la mano de un Sam Rockwell pletórico, Clooney emplea la figura de Barris como vaso conductor de un discurso mucho más amplio. Partiendo del mundillo audiovisual, Confesiones de una mente peligrosa busca describir una sociedad muy concreta de un periodo definido (los USA de los 60/70, grosso modo), ahondando en las partes más viciadas del que a fin de cuentas representa uno de los cimientos sobre los que se sustenta la Norteamérica actual. Lo misma estrategia, en definitiva, de Buenas noches, y buena suerte, que indagaba en las carencias de otro cimiento maltrecho, el de los 50. Y ojo al rebote: tras esta última llegaría Ella es el partido de menor carga sociopolítica si bien analizadora de una época-pilar más (los años veinte), para ir a confluir en Los idus de marzo, mordaz crítica ambientada en la actualidad, como queriendo reflejar el resultado de todo lo que venía torciéndose en las anteriores películas. Sólo que en esta ocasión todo era ficción

Grandes planes maestros al margen, cierto es que la ópera prima del protagonista de O Brother!, tomada por separado, no podía salir mejor. Argumento y personaje interesantes, intérpretes en estado de gracia, y un estilo ágil y preciosista, evidentemente deudor de Soderbergh pero no sin un bienvenido regusto a clásico (otra de las filias del Clooney director: dejar constancia en cada producción de la importancia del cine de antaño) son las principales bazas de una cinta cambiante y juguetona, dinámica y vital, cuya pega, si acaso, pasa por un guion algo disperso en su bloque central. Como viendo siendo habitual en los libretos de Kaufman, en algunas ocasiones la cinta peca de cierta prepotencia, generando inesperados distanciamientos entre espectador y personajes, si bien se encauce rápidamente todo de nuevo.

Borrón sin demasiada importancia para una joya cuidada hasta el detalle, en definitiva; un juguete casi perfecto que invita abiertamente al espectador a entrar en su terreno de juego para sonreírle las gracias (visuales y sonoras, argumentales, y de reparto) con complicidad. Y que encima se toma la molestia de razonar y denunciar abiertamente los mamoneos presentes aún ahora y no sólo en los USA. En su día, Confesiones de una mente peligrosa fue injustamente olvidada pese a su buena acogida crítica. Ya va siendo hora de recuperarla.
7,5/10

Y en el Blu-Ray…
Cuando se creía perdida habida cuenta de los mil y un problemas de la Miramax, Emon nos brinda una alegría reeditándola en Blu-Ray. Lo hace con una edición sumamente sencilla, carente de extras y con algunos problemas de imagen en su primer tramo, ya de por sí cromáticamente alterado y por tanto algo deslucido en un salto a la alta definición. Pero sigue siendo una ocasión para el festejo. Geroge Clooney va camino de convertirse en uno de los Directores Importantes de esta generación, y qué mejor que ver su debut en condiciones de, al menos, notable alto. Golosa adquisición cuyo rechazo se torna aún más complicado si se opta por un pack triple, que además de Confesiones de una mente peligrosa, incluye los Blu-Ray de Michael Clayton y En el valle de Elah, estos sí, con varios extras añadidos. Difícil negarse, ¿verdad?

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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