Crítica de ¡Corten! (Hack!)
Vincent King (Sean Kanan) y su esposa Mary Shelley (Juliet Landau), son dos amantes apasionados y enfermizos del cine que deciden crear un homenaje al género de terror haciendo una macabra filmación. Cuando un grupo de estudiantes universitarios liderados por la empollona Emily (Danica McKellar) desembarca a la remota isla King a estudiar el ecosistema salvaje del lugar, se dan las condiciones perfectas para que la pareja homicida ponga en marcha su terrible proyecto…
Estrenada directamente en DVD, «¡Corten!» («Hack!») es la segunda película escrita y dirigida por un tal Matt Flynn, y pretende ser un homenaje en clave desenfadado al cine de terror de todos los tipos y tiempos, o al menos, eso creo. «Tiburón», «Sé lo que hicisteis el Último Verano», «Los Pájaros», «Saw», o «La Casa de los 1000 Cadáveres» entre muchas otras tienen cabida en el guión, ya sea a través de escenas o frases que pretenden homenajearlas (copiarlas), o mediante diálogos entre los protagonistas, que constantemente se están preguntando entre ellos cuál es su película de terror o asesino favoritos.
La idea del director, devorador (que no adorador) del cine de género, era pues hacer un batiburrillo de los killers más míticos de la historia del cine, cuyos modus operandi debían verse reflejados en los terroríficos ataques de los asesinos. Pero «¡Corten!» debía ejercer al mismo tiempo de abogado acusador y defensor, imitando pero también criticando los lugares comunes de los slasher. Así, por ejemplo, el grupo de personajes principales está formado por el afroamericano graciosete de turno, la chica fea pero lista, el guaperas angelical, el musculoso estúpido, la tetuda estúpida… o el chino gay, entre otros.
El problema es que la línea que separa tan nobles intenciones con la vulgaridad y mediocridad de, precisamente, los objetivos contra los que carga, es muy ligera, y Flynn no ha sido capaz de evitarla. Ni mucho menos.
«¡Corten!» es la enésima teen-horror movie de segunda (o tercera), en la que un par de referencias no bastan ni de lejos para maquillar su verdadera esencia. Y es que por más que se busque es imposible hallar algo de la frescura que prometía la propuesta, quedando todo en un calco más de «Scream». Y si bien es cierto que hay que mantener los pies en el suelo y reconocer las limitaciones que la rodean, sí debía exigírsele algo que muchos de los estrenos directo-a-vídeo tienen: alma, carisma, fuerza o como quieran llamarle.
Que la historia sea más que previsible no es tan grave como el hecho de que ni uno solo de los personajes despierte el mínimo interés, algo provocado tanto por lo mal que están delineados como por la risible actuación de todos y cada uno de los actores que los encarnan. Es tan grave la cosa que ni siquiera logran despertar en el espectador esas ganas de verles morir despiadadamente, algo tan típico y ya entrañable en todo slasher malo que se precie.
Pero es que a la fiesta se suman por un lado uno de los peores montajes que un servidor ha visto, causante de infinitos fallos de continuidad, y por otro una dirección casi timorata, que logra la difícil tarea de colocar la cámara en el sitio correcto, y aún así hacerlo mal.
Para redondear la jugada, cabe agregar a todo el conjunto unos efectos especiales absolutamente espectaculares. Baste con citar como ejemplo las filmaciones de las pirañas asesinas que la adorable pareja de asesinos tiene como mascotas, cortadas directamente de un documental (como mínimo), o el momento en que alguien (ya no recuerdo quién) dispara a otro (lo mismo) provocándole un estallido de sangre en la espalda. Hecha por ordenador, la mancha de sangre esta sobrepuesta de tal manera que se mueve frenéticamente por la camiseta mientras el herido está inmóvil en un plano a cámara fija. Os puedo asegurar que hacía tiempo que no me reía tanto.
Y no, no me creo que todo esto siga siendo premeditado, para lograr ese espíritu de parodia mencionado al principio. No cuela.
Por otra parte, es justo decir que la película es bastante generosa en gore, con densos salpicones, amputaciones, y aplastamientos cerebrales (algunos de ellos hasta sorprendentes, como esa especie de golpe de críquet con mazo…y cabeza) así como (un poco menos) en tetas, con una escena muy similar a la mítica «Vixen!«. Ambos, elementos básicos en toda peli-caspa que se precie.
Así pues, el mejor término para definir «¡Corten!» es despropósito. A caballo entre el (supuesto) homenaje y la (supuesta) crítica, la película se mueve entre escenas y diálogos banales, sin gracia, e intrascendentes, que pretenden hacer recordar al espectador secuencias míticas de «Tiburón» o «La Matanza de Texas». Lamentablemente, todo acaba quedando en una especie de «Scary Movie» descafeinado, que provoca más de una risotada debido a sus infinitas carencias, es decir, justo cuando menos se lo propone su director. En cambio, cuando sí busca ser cómica, hace aguas por todos lados, logrando arrancar alguna sonrisa solo en uno o dos momentos aislados.
Válida única y exclusivamente para ver bajo el efecto de algún alucinógeno, o en compañía de amigos con ganas de reírse sin preocupación. A saber cómo demonios han engañado a William Forsythe para participar en ella, por mucho que salga solo tres minutos.
3/10
Un diálogo para acabar…
-¿Cuál es vuestro asesino favorito, Jason, Freddy, Michael Meyers, o Hannibal Lecter?
-Creo que Hannibal es el mejor, se come los cerebros y todo eso.
-No es cierto, para mí el asesino de Saw.