Crítica de Cosas que perdimos en el fuego
Lo más probable es que nada más salir de la sala de proyección de Cosas que perdimos en el fuego más de uno recoja sus bártulos y se vaya a casa sin ganas de hacer nada más que echarse en la cama y ponerse a dormir. Y es que en las poco menos de dos horas que dura la película, el espectador se transforma en una esponja que absorbe el enorme derroche de aflicción que el guión del debutante Allan Loeb (firmante de la posterior 21 Black Jack), supone. Es tal la sensación de congoja, que al final a uno le parece que el alma de golpe le pese tanto como si estuviera hecha de plomo. Y sin embargo, todo ello sin hacer uso del pañuelo.
Sin duda, la gran baza del film de Susanna Bier (en la que es su primera película con presupuesto norteamericano) es que ataca al subconsciente y es capaz de hacer explotar una bomba de sensaciones tan o más intensa que una película de lagrimeo sin buscar precisamente eso, la lágrima; tan solo pueden contarse a lo sumo un par de escenas donde los sentimientos se vean desprotegidos. Algo lógico, ya que de lo que habla Cosas que perdimos en el fuego no es del dolor que supone la irremediable pérdida de un ser querido, si no de la superación, de la búsqueda de esperanza. Los personajes de Benicio del Toro y Halle Berry siguen dos vías aparentemente distintas, pero paralelas al fin y al cabo: ella acaba de perder a su marido, él ha encontrado las drogas, pero con ello ha perdido su vida. Ahora, ambos deben encontrar de nuevo la luz de la esperanza, para lo que deberán pasar por otro abandono, esta vez el de la adicción a las drogas.
Es cierto que el argumento tampoco es que descubra la pólvora y es más, más de un pasaje resulta bastante previsible, pero aún así son muchos los elementos que la hacen sobresalir, además de la inteligencia y el mimo con el que ha sido cuidado su guión.
Sin ser excelente, casi todo en Cosas que perdimos en el fuego resulta apreciable, desde la banda sonora a la fotografía, pero si hay un aspecto que merece un aparte por su magnífico resultado es el reparto.
Halle Berry y David Duchovny están perfectos, demostrando la primera que debería centrarse únicamente en dramas, y el otro su gracia y desparpajo delante de una cámara. Además, logran la difícil tarea de hacer creíble la extraña pareja que forman. Pero el que está realmente inmenso es, una vez más, Benicio del Toro. Su actuación es de aquellas de ovación, llevando a cabo la evolución de su personaje de manera sumamente sutil y sentida.
Tal vez en el apartado negativo de la película deberíamos incluir una dirección que en ocasiones parece demasiado interesada en resaltar, llegando a desvirtuar un poco el resultado de determinadas escenas y momentos. Bier parece tener una obsesión por los primeros planos, y en numerosas ocasiones realiza excesivos zooms a los ojos de los personajes, lo cual en ocasiones funciona, pero como norma general resulta un elemento que desconcentra y desconcierta. Pero vaya, nada excesivamente molesto, ni mucho menos.
En resumidas cuentas, Cosas que perdimos en el fuego es un más que correcto drama que pese a la relativa previsibilidad general logra convertirse en una película notable debido a la inteligencia con que trata sus temas, y a la portentosa labor de sus actores. Supone un duro golpe a la moral del espectador, pero también esconde un mensaje positivo y esperanzador. Muy aconsejable.
Trailer de Cosas que perdimos en el fuego
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un drama tirando a previsible que, sin embargo, trata con inteligencia los temas que trata y, por tanto, al espectador. O quizá todo sea que cuenta con un reparto de lujo, no sé.