Crítica de Crónicas mutantes
Sin que se sepa nada aún de su estreno estadounidense (no digamos ya español), «Mutant Chronicles» intenta repetir la fórmula que hace algunos años supuso cierto éxito para la película «Snakes on a Plane». Se trata de una producción evidentemente casposa y de serie Z (cuyo estreno apuntaría directo a vídeo), de pocos recursos y muy pobres efectos especiales, protagonizada sin embargo por un reparto atractivo (Samuel L. Jackson en el caso de las serpientes, Ron Perlman, Thomas Jane, Devon Aoki y hasta John Malkovich en el que nos ocupa), y con un argumento a todas luces más que molón.
Dirigida por el debutante Simon Hunter y escrita por Philip Eisnet (guionista de «Horizonte Final»), la película adapta un juego de rol y nos traslada al año 2707, periodo en el que el mundo está dividido en cuatro regiones enfrentadas entre sí, dominadas por las compañías Bauhaus, Capitol, Imperial y Mishima.
En pleno combate entre dos de las facciones, una anitugua maquinaria escondida es desenterrada, liberando una plaga de terroríficos Necro-Mutantes (medio hombres, medio mutantes, y medio máquinas) que se dedican a causar estragos por todo el mundo. Un grupo de héroes capitaneado por el mayor Mitch Hunter (Thomas Jane) y el cura sectario Samuel (Ron Perlman) se convierte en la última esperanza para el planeta, pues deberá llegar hasta el origen del desastre y destruir la maquina que mantiene con vida a los mutantes.Si hay algo realmente encomiable de esta clase de producciones es su sinceridad y falta de pretensiones. Ya desde su introducción (voz en off y mapas explicativos, muy similar a las de «El Señor de los Anillos» por poner ejemplo), tanto el espectador como la propia película toman plena consciencia de dónde se encuentran y qué clase de producto se traen entre manos, por lo que desde ese momento «Mutant Chronicles» se libera de toda la presión que metas mayores podrían suponer y se limita a contar su historia de manera directa y llana.
En otras palabras, se limita a dar lo que promete, esto es, algo más de hora y media de guerras, naves, peleas, gore, monstruos y mucho, mucho CGI.Eso, obviamente, significa que cualquier atisbo de profundidad argumental, buena definición de personajes, o giros argumentales que reaviven la atención del espectador quedan para otra ocasión. Por más que el argumento tratado dé pie a todo ello, nadie parece interesado en hacer trabajar a las neuronas, por lo que todo queda en una deliberadamente muy superficial aventura de acción cuya única obsesión es la de entretener de manera burda, o sea, a base de tortas y poco más.
Como puede intuirse, eso supone diversión, sí, pero hasta cierto punto. Pasados los primeros compases de la película, la primera mitad si se quiere, la sorpresa desaparece, y da paso a cierto asentamiento emocional que no desaparece hasta el final del film. Apatía potenciada por los propios derroteros que toma la acción, que va abandonando la grandilocuencia inicial (acontecimientos a gran escala centrados en poblaciones siendo atacadas por hordas de mutantes o ciudades siendo evacuadas con enormes naves) por la menos interesante misión que debe llevar a cabo el heterogéneo grupo protagonista. Estructura vista, por otra parte, en infinidad de ocasiones, como en las recientes y también apocalípticas «28 días después» o «Doomsday. El día del juicio«. Pero a diferencia de éstas, que contaban con más de un elemento con los que sorprender pese a lo manido de su argumento, «Mutant Chronicles» no tiene absolutamente nada más que la curiosa puesta en escena (pensada para maquillar en medida de lo posible las importantes carencias técnicas y cercana por cierto a la más que reivindicable «Sky Captain y el Mundo del Mañana»), que a todas luces se antoja como un notable intento pero a todas luces insuficiente para sobrepasar la línea de la mediocridad propia de, justamente, las producciones televisivas. Es tal la sensación de indiferencia que ni siquiera en su teóricamente apoteósica conclusión, cargada de luchas de espadas en escenarios imposibles y ordenador a diestro y siniestro, logra animar al espectador, eso sí, siempre más o menos atento a la pantalla.
En pleno combate entre dos de las facciones, una anitugua maquinaria escondida es desenterrada, liberando una plaga de terroríficos Necro-Mutantes (medio hombres, medio mutantes, y medio máquinas) que se dedican a causar estragos por todo el mundo. Un grupo de héroes capitaneado por el mayor Mitch Hunter (Thomas Jane) y el cura sectario Samuel (Ron Perlman) se convierte en la última esperanza para el planeta, pues deberá llegar hasta el origen del desastre y destruir la maquina que mantiene con vida a los mutantes.Si hay algo realmente encomiable de esta clase de producciones es su sinceridad y falta de pretensiones. Ya desde su introducción (voz en off y mapas explicativos, muy similar a las de «El Señor de los Anillos» por poner ejemplo), tanto el espectador como la propia película toman plena consciencia de dónde se encuentran y qué clase de producto se traen entre manos, por lo que desde ese momento «Mutant Chronicles» se libera de toda la presión que metas mayores podrían suponer y se limita a contar su historia de manera directa y llana.
En otras palabras, se limita a dar lo que promete, esto es, algo más de hora y media de guerras, naves, peleas, gore, monstruos y mucho, mucho CGI.Eso, obviamente, significa que cualquier atisbo de profundidad argumental, buena definición de personajes, o giros argumentales que reaviven la atención del espectador quedan para otra ocasión. Por más que el argumento tratado dé pie a todo ello, nadie parece interesado en hacer trabajar a las neuronas, por lo que todo queda en una deliberadamente muy superficial aventura de acción cuya única obsesión es la de entretener de manera burda, o sea, a base de tortas y poco más.
Como puede intuirse, eso supone diversión, sí, pero hasta cierto punto. Pasados los primeros compases de la película, la primera mitad si se quiere, la sorpresa desaparece, y da paso a cierto asentamiento emocional que no desaparece hasta el final del film. Apatía potenciada por los propios derroteros que toma la acción, que va abandonando la grandilocuencia inicial (acontecimientos a gran escala centrados en poblaciones siendo atacadas por hordas de mutantes o ciudades siendo evacuadas con enormes naves) por la menos interesante misión que debe llevar a cabo el heterogéneo grupo protagonista. Estructura vista, por otra parte, en infinidad de ocasiones, como en las recientes y también apocalípticas «28 días después» o «Doomsday. El día del juicio«. Pero a diferencia de éstas, que contaban con más de un elemento con los que sorprender pese a lo manido de su argumento, «Mutant Chronicles» no tiene absolutamente nada más que la curiosa puesta en escena (pensada para maquillar en medida de lo posible las importantes carencias técnicas y cercana por cierto a la más que reivindicable «Sky Captain y el Mundo del Mañana»), que a todas luces se antoja como un notable intento pero a todas luces insuficiente para sobrepasar la línea de la mediocridad propia de, justamente, las producciones televisivas. Es tal la sensación de indiferencia que ni siquiera en su teóricamente apoteósica conclusión, cargada de luchas de espadas en escenarios imposibles y ordenador a diestro y siniestro, logra animar al espectador, eso sí, siempre más o menos atento a la pantalla.
Por consiguiente, «Mutant Chronicles» es justamente la clase de producción que se espera de ella, ni más ni menos. Una mediocre pero divertida exploit de acción y ciencia ficción, casposa a más no poder pero plenamente consciente de ello, que desaprovecha todas las oportunidades argumentales de destacar en favor del simple y llano entretenimiento, meta a la que llega a base de su desenfadada propuesta, su apuesta por la acción sin límites, y su atractivo reparto. Ideal tanto para los forofos del cine fantástico cargado de CGI como para cualquiera que quiera apagar neuronas un domingo por la tarde. Cualquiera que busque algo más, que pase lo más rápido posible de largo.5,5/10
Pues yo tengo que reconocer que el otro día empezé a verla y cuando llegué a los 40 minutos lo dejé porque me estaba aburriendo como una ostra.
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