Crítica de Cronofobia
El cine italiano está muy de capa caída, y esto se viene diciendo desde hace años. Ah, pero. Pero resulta que tiene fogonazos de iracundo reproche, y no sólo gracias a Sorrentino: hay una vertiente alejada de lo comercial que muestra brillantes briznas de esperanza, con Lazzaro feliz por ejemplo. O con la que nos ocupa, una Cronofobia diametralmente opuesta al bucólico título recién mencionado, lo que confirma que sigue saliendo buen cine del país de la bota, tenga la forma que tenga. Y en este caso es un thriller dramático-romántico, o así.
En él, dos personas se encuentran de manera un tanto extraña, y empiezan a construir una relación partiendo de unos cimientos cuanto menos difíciles: los dos muestran serias complicaciones emocionales, que les han impedido hacer vida normal, sentir plenamente; y queda por ver si el hecho de coincidir en el mismo espacio y tiempo puede hacerles avanzar. Hay secretos de por medio, la tensión se palpa… si bien no acaba de saberse muy bien por qué.
Oh, claro, la habilidad del tándem de guionistas, Daniela Gambaro y Francesco Rizzi, pasa por ir desgranando poco a poco la información que nos falta para ir uniendo puntos. Y así venimos a saber con cuentagotas, que sus rarezas tienen justificación. Lo sabemos de manera vívida, pero gélida a la vez. Los parajes suizos en los que todo transcurre se antojan grises, fríos, tan implacables como el jarro de agua fría que Cronofobia nos echa. Interesante la labor de Rizzi, también director, a la hora de empaparnos de tales sensaciones a base de elegantes planos largos, de movimientos lentos, imperceptibles a veces.
Y es ahí, en ese tiempo que parece no pasar, donde está el mayor logro de una película que gana en matices y dimensiones conforme progresa: los dos personajes parecen tan estancados, como con miedo a dejar que el tiempo vuelva a moverse hacia delante. Estimulante disertación, pues, la que se propone sobre las heridas que no se curan si el tiempo no pasa, o del tiempo que no pasa si no se puede, o no se quiere que las heridas se curen.
Cronofobia es pues, una película densa, de cocción lenta para poder dedicar suma atención a cada detalle. Es claustrofóbica, ya que también el espectador acaba sintiéndose atrapado en este hiato temporal y emocional. Demonios casi deseamos desenmarañar con nuestras propias uñas el embrollo en el que están los dos protagonistas. Es también una película intensa, habida cuenta de su crescendo emocional. Y también es una exquisitez formal, a caballo entre el noir y Vermut, con un guión pensado y una consecuencia total de principio a fin. Vamos, una gratísima sorpresa, por mucho que duela.
Trailer de Cronofobia
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Nuevo exponente de ese cine italiano de ese que sí vale la pena, Cronofobia se descubre como un elegante, gélido, y a la vez sumamente sentido drama que reflexiona sobre el (no) paso del tiempo para la (no) sanación de las heridas. De las joyas del Atlàntida 2019.