Crítica de Cuando un hombre vuelve a casa

Peligro, tema escabroso: Thomas Vinterberg. Al cineasta danés se lo conoce por ser uno de los principales fundadores del movimiento dogma, una de las grandes fuentes de polémica del cine de los últimos 20 años. Por ello, acercarse a sus películas requiere de pies de plomo siempre y sin excepción alguna, por mucho que luego la calidad de lo visionado pueda acercarse a la condición de obra maestra, que ahí está «Celebración». Y «Submarino», la última de sus producciones que la cartelera española recibía hace apenas unos meses, tras haber cosechado elogios de manera casi unánime. Quizá sea por ellos que ahora se recupere del olvido «Cuando un hombre vuelve a casa» estrenada en el 2007 en su país de origen y mal etiquetada como comedia, acerca de un chaval tartamudo a causa de las hostias que le ha ido dando la vida, que en su trabajo como mozo de hotel debe preparar la acogida de un antiguo vecino del pueblo, ahora estrella mundial. A punto de casarse y de recibir la visita de su madre y la novia de la misma, al chico le sobrepasa descubrir sentimientos ocultos e información inesperada sobre su pasado, lo cual desata un torbellino de acontecimientos a caballo entre lo gracioso, lo dramático y lo desdichado. ¿Perdices a la vista? Algo escasas, la verdad. Pero de lo contrario esta no sería una dramedia danesa, sino más bien una comedia romántica made in Hollywood.
Y eso que, a riesgo de que se me acuse de herejía, «Cuando un hombre vuelve a casa» se acerca con bastante peligrosidad a ello. De hecho, toca separar conceptos a los que asociar sensaciones bien distintas entre sí. Por un lado está el dibujo de personajes, completos, profundos, y sobre todo entrañables. El famoso que retorna y su demencial séquito políglota alteran la pacífica vida del pueblo en que todo pasa como si de un Mr. Marshall se tratara (pequeña diferencia: aquí el invitado sí se queda) y supone la activación de ciertos mecanismos internos de todo el que le rodea, a partir de los cuales se acaba enarbolando todo el argumento. Sin embargo, es justamente este argumento el que deja bastante que desear, por limitarse a recorrer una senda trillada hasta la saciedad, dando como resultado un film muy previsible y de entramados más bien poco interesantes. Película de personajes, dirán algunos. Parcialmente decepcionante, diría yo más bien. Claro que seguimos en territorio europeo, con todo lo que eso conlleva, y ante un director al que se le reconoce su marcada vertiente autoral (por así decirlo), así que a la escasa motivación de su guión se oponen destellos de savoir faire que bien suponen una resolución técnico-artística notable, que una puntual desviación de los raíles preestablecidos de su guión. Como botón de muestra, el hiriente prólogo (en que seguramente estén los mejores minutos), los susurros en una cena hacia el final, o el retrato de la infidelidad a través de escenas de cama. O sea, que bien: a falta de una trama que atrape, diversos focos de interés pueden evitar que el espectador caiga en las redes del puro y llano tedio.

 

Y del dogma, ¿qué? Pues pocos resquicios sobreviven, a Dios gracias. Movimientos de cámara aparentemente involuntarios por aquí, destellos de luz falsamente inesperados por allá, y ya. Algo muy similar a lo que hiciera Lars Von Trier (otro ex-dogmático empedernido) en su última comedia, «El jefe de todo esto». En conjunto, un cúmulo de recursos que, intenciones al margen, dotan al empaque visual de la película de algo de embriagador. Y que constata que lo del experimento dogmático estuvo bien, pero se agotó con el primer par de cintas que aparecieron bajo su manto.
En resumidas cuentas pues, con «Cuando un hombre vuelve a casa» estamos ante un producto a caballo entre drama y comedia, que no acaba de apuntillar pese a tener opción para ello en más de una ocasión. La falta de decisión hacia uno u otro género (o hacia una apuesta por la mezcla de ambos) evita que se desmelenen las emociones, y hacen de su irregular argumento la más evidente de sus lacras. Ahora bien, sus interesantes personajes, sus momentos más cabroncetes y ciertos toques de clase siguen haciendo de ella una cinta correcta, de especial atención por parte de quienes gusten especialmente del cine gélido, riguroso y distante propio de Europa del norte.

6/10

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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