Crítica de Cumbres borrascosas

Nueva vuelta de tuerca sobre una historia ya universal en una época proclive justo a eso, a ofrecer nuevas visiones del poliedro que es cualquiera de esas mismas «historias universales», esas cuyo espíritu transgrede épocas y geografías y cuyo impacto se puede rastrear a lo largo de las sucesivas generaciones de lectores. Ya es eso, sea para actualizarlos, sea para adaptarlos a los gustos y modas mercantilmente más golosas, este tipo de clásicos nunca mueren, aunque vengan presentados de maneras variopintas. Debería ser, y es, el objetivo de cualquier creador que quiera meterse en la cama con el legado de un grande. Debería ser, y es –o casi–, el objetivo de Andrea Arnold, que mirando para el otro lado (el de Emily Brontë, autora del novelón original) remoza Cumbres borrascosas en una especie de drama romántico juvenil que traje de época arriba, ambientación clásica abajo, podríamos ver en cualquier calle del extrarradio londinense actual.
Pero ya digo que es la cualidad universalista de su original. Al que cabe guardar respeto, por supuesto. Lo guarda la directora de Fish Tank y construye una historia a partir de las sensaciones sentimentales subidas de tono. De los extremos de la afectividad plasmados en pasiones extremas para un amor de largo recorrido, el que mantienen Heathcliff y Cathy desde niños, y que llegará a límites paroxísticos cuando su relación se alargue hasta bien entrada la juventud.
Bien conocida la historia, lo que plantea Arnold en su revisión es menos una película literal que sensorial. Un puro tratado de evocaciones y sugerencias, de atmósferas y estados de ánimo a través de la representación física de la naturaleza, los elementos, los ambientes y muy especialmente los cuerpos que lo habitan, o bien que ahí están encerrados. Se recrea la directora en la contemplación de las tensiones de los elementos y los sentidos para transmitir texturas emotivas relacionadas con la pasión, el dolor, el desgarro amoroso (celos, desengaño, pérdida). De modo que no es extraño que el estado de ánimo con el que se recibe la historia venga en cierto modo condicionado -o finalmente cristalizado en- la visión casi microscópica de las cortezas de los árboles, la tierra húmeda, los desconchados de los muros.
Ello confiere al conjunto una cualidad telúrica, una humedad impregnante, un aire neblinoso. Estamos ante una película atmosférica, de belleza brumosa, donde los sonidos cobran significancia y relevancia plástica y emotiva (especialmente el persistente viento), donde el entorno se convierte en un personaje más. Un posicionamiento visual y auditivo fruto de una inteligente postura, la de Arnold, al enfrentarse a una novela que resulta canónica en el tratamiento de las pasiones más desatadas. Porque su opción autoral pretende recuperar la lúgubre belleza que ha vehiculado las anteriores adaptaciones de la obra de Brontë y la re-adapta a un espíritu acorde con la realidad cinematográfica europea actual basada en una cierta reivindicación de una estética «sucia pero hiperestilizada». Algo como lo que hace el último Von Trier a la hora de revisitar la palpabilidad fugaz y escurridiza de la naturaleza cuando la retrataba Tarkovsky.
De modo que en lugar de ofrecer nuevas capas al clasicismo de la visión de Peter Kosminsky o de las versiones televisivas, en lugar de enmarcarse en la vertiente más dislocada pero formalmente enigmática del Buñuel de Abismos de pasión o bien tender hacia la radicalidad casi fantástica de la estupenda versión de Yoshida, Arnold opta por quedarse en un punto intermedio. Y recurrir esa teatralidad falsamente fantastique que también rodeaba la (muy superior) versión Fukunaga de Jane Eyre. Y como en esa, un cierto espíritu indie recorre los planteamientos visuales: en esta Cumbres borrascosas hay abundancia de desenfoques (un uso expresivo del macro para prestar atención al detalle), de luces incidiendo en el objetivo, de planos con la inestabilidad del cámara al hombro.Y además hay un espíritu joven y rebelde, un aire de producto generacional (que se cuece durante la película hasta germinar en el plano final) que pretende imbricarse  fluidamente con el peso del relato mediante el uso de la personalidad visual y estética de la directora.
Un esteticismo, no obstante, que no rehuye del falseamiento, de la concepción impostada de la representación de los sentimientos. Y que cae, siéntase el espectador irritado en mayor o menor medida, en un inevitable y casi presuntuoso manierismo formal.
Así que conviene no dejarse atolondrar por la poderosa fuerza narrativa de la directora y examinar el puro contenido para dictar sentencia. Aquí entra en juego la íntima y personal emotividad del espectador. Y es este el punto donde la película puede hacer aguas. Porque aunque como decía está rodada con considerable capacidad lírica, sentimiento de misterio y poder de seducción, Arnold socava, consciente o inconscientemente, la pasión abrasiva y explícita que el texto contenía en su forma primigenia y, me temo, en algunas de sus traslaciones a la gran pantalla, con la versión de Wyler (aún la mejor de todas ellas) como gran estandarte de lo que debe ser una traducción al leguaje fílmico de la novela Romántica. Así que a pesar de sus impresionantes localizaciones y de su enormemente hermosa fotografía, la opción de la realizadora está más cerca del minimalismo del drama de cámara que del tremendista exhibicionismo melo. Más cerca del riesgo calculado para un salto triple con tirabuzón que cae de pie y con nota, pero sin aplausos.
Demostrando que una película de estas características puede nacer, crecer y respirar por sí misma con un par de pulmones, un cerebro bien formado y un juego de tripas activas.
A mí me basta, pero no sé qué diría Emily Brontë de un producto acardio que suple con esos órganos la ausencia de un corazón musculoso y tonificado.
6’5/10
Y en el DVD…

Cameo edita tan sólo en DVD esta revisión de Cumbres borrascosas, y lo hace manteniéndose fiel a su aspecto original, natural pese a que ello condicione su visionado. Y es que la apuesta de Andrea Arnold por rodar en 4:3 le resta, en pequeña pantalla, toda la espectacularidad de impecable factura, poseedora de maravillosos planos y con una impronta muy marcada de la directora (tanto como para parecer excesiva). Estilo que se ve y se escucha perfectamente, si bien echamos de menos una edición en Blu-ray con, de paso, alguna entrevista o cómo se hizo que aclarara los motivos de la decisión formal de la directora…

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Copy-Paste de cuando la comente en el trailer:

    La acabo de terminar…2 horas de película. La fotografía es magnifica, abusa de un enfoque muy característico de la directora, el de mostrar los sentidos: tacto (Mucho tacto), oído (con el murmullo de los vientos), vista obviamente…
    La trama…me ha parecido muy sosaina…amores profundos e irracionales que no explotan hasta el tramo final, diálogos casi inexistentes, mal me pese los dos actores jóvenes son mejores y mas emotivos que los adultos.
    Comete el mismo fallo que Fish Tank, contar una historia llena de sentimiento, pero solo llena de emoción en las formas no en el contenido, una visión muy poética de todo. Esto no hace mas que alejar al espectador de los personajes mostrándolos como bellas criaturas en un marco. No te deja amarlos u odiarlos. Simplemente disfrutas desde la distancia.

    Y añado, clavada la critica, gusta pero no convence del todo. A ver si veo la de Wyler. Por vuestros comentarios, esperaba mas drama "soap" con familias enfrentadas y tal, aquí todo eso pasa bastante por encima.

  2. Muy linda la crítica.
    A pesar del 6,5, de los Barrycomments y de mucho temer que me va a decepcionar, quiero verla, me cuesta perderme un Wuthering Heights. Lástima que sea imprescidible pantalla grande, porque si se sostiene más en la forma que no en el fondo en pequeño no aguantará.
    El trailer ya hacía sospechar que el tono esteticista y lírico diera una peli demasiado desapasionada, demasiado alejada… Si le llega a salir lo mismo pero con pasión hubiera sigo muy guay, Brönte siglo XXI.

  3. "Disfrutas desde la distancia". Buen comentario, Simon… Compro

    Y Sid, gracias por el parabién. Y sí, véla. Es material tú, aunque luego pueda gustarte menos o menos menos…
    Pero creo que te pega bastante.
    6'5 por coherencia. Pero ya os digo que a mí no me ha desagradado nada…

  4. Pero cuantas peliculas han hecho de cumbres borrascosas ya?¿?¿?¿?

  5. Sin contar las de tele, ya son un buen puñado. Que yo recuerde la de Wyler, la de Buñuel, la de Rivette, la de Yoshida, la de Binoche y Fiennes y alguna más que me dej

    Ah, que era una pregunta retórica

  6. La verdad es que la pregunta era fifty fifty…conocia un par pero no todas las que has dictado acontinuacion…..

  7. Gran critica, como siempre llena de referencias! :)
    Pues yo tambien creo que voy a ser de las que vea, tarde o temprano eso no se,).
    y ya que estamos con las versiones de la novela… como queda esta en tu ranking? despues de la de Wyler me imagino, despues de la de Buñuel? (es que son las unicas que he visto, glups)

  8. Sí, por debajo de la de Wyler y de la de Buñuel. No me acuerdo un carajo de la de Rivette (pero supongo que estaría por encima) e insisto con la japonesa: muy guay.

    Sea como sea, si la ves no vas a perder tu tiempo ;)

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