Crítica de De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni naru)
Familias japonesas. Niños. Focos de atención habituales en la filmografía de Hirokazu Kore-Eda, desde los que el puntero cineasta nipón parte para explorar las relaciones de unos con otros, las diversas perspectivas que puede ofrecer este protagonista o aquél, la afección que pueda suponerles alguna circunstancia, drama o acontecimiento. De tal padre, tal hijo reincide y de hecho, casi podría decirse que lleva al extremo tales intereses, y es que el argumento se antoja aún menor que de costumbre, si cabe, limitándose a una excusa tratada con anterioridad (y también posterioridad: El hijo del otro es el triste último ejemplo) y de mil maneras: dos familias con los hijos intercambiados al nacer. Y lo dicho, a partir de ahí Kore-Eda explora en las emociones de todos y cada uno de los involucrados, sin preocuparle prácticamente nada más, y limitando la atención sobre el argumento a descubrir cuál, de los dos finales posibles (que se vuelvan a intercambiar o no los niños), acabará siendo el escogido. Al japonés le interesa en cambio proponer algunas preguntas, más al espectador que a los protagonistas de su film, y a partir de ahí buscar argumentaciones para que cada cual dé respuesta a las mismas… en lo que al final acaba resultando, a su vez, un puntilloso retrato de dos familias netamente distintas que bien podrían abarcar a una gran mayoría de la sociedad japonesa.
Sutileza por bandera, pues; minimalismo a todos los niveles para acabar en un film cuya grandeza se extrae del profundo calado que llega a ejercer sobre el espectador. Un drama que no se olvida de la comedia y no, no se me malinterprete que de gags no va la cosa: aquí y allá hay hueco para alguna sonrisa ora generosa, ora negra, porque como en la vida misma, en medio de un drama (cuanto menos definible como grave) siempre hay espacio para un chispazo de distensión. Y hete ahí el motivo del éxito de De tal padre, tal hijo, su habilidad por asemejarse tanto a la realidad como para suponer una historia reconocible para el espectador, vívida por más que difícilmente haya pasado éste por un caso similar; suya, pese a que puede que desconozca en su totalidad las costumbres japonesas, o las implicaciones que un caso de estas características pueda suponer para una cultura tan particular como la nipona. Claves para ello, fundamentalmente el excelente estado de forma de sus tres pilares principales. Una dirección alejada de cualquier manierismo que opta por una naturalidad total para recoger todo lo que acontece en una y otra casas, haciendo de la cámara los ojos de un espectador que parece sentado a la mesa junto a los protagonistas, o bien escudado tras una puerta entreabierta espiando sus momentos de intimidad (sus confesiones, sus miedos, sus llantos silenciosos). Un guión exquisito, nunca precipitado, siempre obsesionado con la comprensión de todos y cada uno de los puntos de vista que ofrecen sus personajes. Y unos actores de escándalo.
El conjunto, pues, es de notaza. La versión más íntima y sensible de Kore-Eda se descubre igualmente lúcida en su visión de la realidad y la realidad emocional que lo (nos) rodea. Sin nada que envidiarle a Nadie sabe o Kiseki (Milagro), De tal padre, tal hijo es tan diminuta de aspecto como gigante en esencia, sabe evitar todo atisbo de cliché (o incluso parodia: mal llevado, esto hubiese podido quedar en una suerte de Tú a Londres y yo a California con el habitual contraste entre una familia rica y aséptica, y otra más sencilla pero cálida, incluido; hilarante…), y quizá sólo pueda achacársele si acaso cierta distancia emocional. Pero es lo que se comentaba al principio: el japonés prefiere hacer unas preguntas al espectador, y luego establecer las pautas para que él mismo se responda. Dándole un par de vueltas, cuaja y de qué manera. Como las grandes, las universales.
8/10
Y en el DVD…
Cameo sigue firme en su lucha por ofrecer, en el mercado doméstico, la mejor oferta imaginable, y se ha hecho también con De tal padre, tal hijo, que presenta en una sencillita edición en DVD disponible tanto en versión original subtitulada como doblada al castellano y catalán (todos los casos en un 5.1 de calidad prácticamente idéntica), con apenas un tráiler y las obligadas fichas técnica y artística. Nada que objetar de la imagen, ya de por sí tirando a fría, por lo que el visionado del film se disfruta sin problema alguno.