Crítica de Defendor
Las películas de superhéroes están perdiendo el miedo (o respeto, más bien) a sí mismas, y tras unos años de inocencia y total inocuidad, la transgresión esta a la orden del día. Ya vimos hace unos meses “Kick-Ass”, que contará además con secuela, y mientras esperamos como agua de mayo que alguien se atreva a distribuir “Super” en España, llega en DVD sin hacer demasiado ruido (y previo paso por Sitges) “Defendor”, un batiburrillo entre la primera de las mencionadas y “El Caballero Oscuro” (a día de hoy, principal referente del género), pasado por un prisma paródico y canalla, con aire de indie y mucho factor entrañable.
Sus credenciales: argumento en dos líneas temporales que explica hazañas y gestación de un héroe enmascarado sin poderes y tocado del ala; demostración de sus ¿habilidades? como luchador del crimen, con consecuente recepción de paliza física; clave desenfadada, fresca y divertida, con un punto de originalidad y mucha irreverencia hacia los iconos de las viñetas; y la presencia de un Woody Harrelson en estado de gracia, simplemente perfecto para el papel de Defendor.
Todo ello hace del arranque del film una muy grata sorpresa. La frescura de esos primeros minutos, el ritmo dinámico y su empaque visual invitan a pensar en, como mínimo, un pasarratos atractivo, una propuesta digna y por consiguiente de inexplicable desaparición de las carteleras españolas y norteamericanas -donde también se estrenó directamente en DVD.
Claro que cuando nos hacemos esa pregunta, ignoramos que la respuesta está a la vuelta de la esquina, y es que nada más arrancar el segundo tercio, “Defendor” se desinfla.
Se desinfla hasta quedar en tan poquita cosa que durante buena parte del metraje, lo único que realmente salva los muebles acaba siendo la interpretación de un Harrelson entregado, pletórico. Todo lo demás empieza a calarse a marchas forzadas, hasta que el sentido del ritmo llega a desaparecer por completo, el guión se pierde y no evoluciona hacia ninguna parte, repitiendo una y otra vez los mismos conceptos y, al final, quien paga los platos rotos es el espectador con un buen puñado de inevitables cabezadas.
Si se quiere arañar algo positivo de tan desafortunado desaguisado además de su actor, habría que remitirse a John Rowley, compositor de una banda sonora que juega con la partitura de “Superman”, a la que homenajea y hace objeto de mofa a la vez.
O a la premisa general del director y guionista Peter Stebbings (que tras una larga carrera como actor secundario debuta tras las cámaras), que se aleja de la mera comedia para proponer un discurso más concienzudo de lo esperado sobre el ser humano, la sociedad actual, los sueños rotos y los traumas no superados. O así.
El caso es que todo ello no hace sino acrecentar la sensación de lástima por ocasión perdida, ya que cuando al fin acaba su tremebundo bloque central, “Defendor” logra alzar de nuevo el vuelo hasta desembocar en una conclusión arriesgada, emotiva y cargada de mensaje (que, sin embargo, no se hace molesto en ningún momento). Los mejores minutos de la película.
En definitiva, se echan a perder un material de base francamente bueno, un argumento que daba para mucho más y un actor estupendo, a causa de un guión que decepciona y al que cabe sumar un surtido de gags que no acaba de funcionar en ningún momento. Fruto de la inexperiencia de Stebbings, supongo, y por lo tanto hasta cierto punto perdonable; pero la sensación de lástima no se la quita a uno nadie. O quizás todo sea culpa de «Super», similar pero a la vez infinitamente superior.
5/10