Crítica de Un desmadre de viaje (The Guilt Trip)
Pintan bastos cuando una película con dos actores reconocibles, uno de ellos por historia del cine en general, el otro por cierta cantidad de groupies a su alrededor, ni siquiera se deja ver por la cartelera. Máxime cuando se trata de una de esas comedias de corte familiar que más o menos bien funcionaría casi por inercia en taquilla. Es el caso de Un desmadre de viaje, que reúne a Barbra Streisand y Seth Rogen en una suerte de road movie de amable premisa: madre e hijo deciden emprender un largo viaje en coche con la esperanza de dar, la primera, con un antiguo amor, y, el segundo, de tener el éxito profesional que cree que se merece. Por el camino, obvio: se limarán asperezas de una relación irregular, aceptándose el uno al otro y creciendo, de paso, como personas. Lo dicho, muy mal tiene que hacerse todo para que la película no pueda siquiera emparejarse con ese grupo de comedias norteamericanas mediocres pero distraídas, decepcionantes pero válidas, intrascendentes pero perfectas para un domingo tonto por la tarde. De nuevo, es el caso de Un desmadre de viaje.
Y es que menudo suplicio, con todas sus letras, el que nos ha traído una especialista precisamente en el tipo de películas antes citado. Anne Fletcher, como directora, es la responsable de 27 vestidos y La proposición, entre otras; como productora se le atribuye Planes de boda; y como directora de segunda unidad aparece entre los créditos de Hairspray. Todo esto obviando sus participaciones como actriz en un buen puñado más de cintas del estilo. Vamos, pocas personalidades cinematográficas hay mejor definidas que la suya, suficiente como para delimitar casi a la perfección expectativas y limitaciones de la cinta que ahora nos ocupa: no se le pidan peras al olmo, y búsquese en Un desmadre de viaje una producción vulgar, anodina, pero amable y distraída. Si cumple bien, si no, a la hoguera. Y resulta que sí, es vulgar y anodina: no hay un solo fotograma en ella que se desmarque con un mínimo de frescura, todo ha sido visto en muchas, demasiadas ocasiones. Ni tampoco hay un giro de guion que no sea adivinable casi de manera automática.
El problema es que, además, ni es amable, ni distraída. Es un verdadero tostón que no consigue despertar sonrisa alguna a lo largo y ancho de sus noventa y pocos (parece que sean novecientos y muchos) minutos de duración. Un irritante feel good time que ofrece la peor versión de la Streisand, aquí reconvertida en una histriónica y casi senil señora insoportable, y por el que pulula un Rogen que sólo convence cuando parece preguntarse qué demonios está haciendo ahí metido. Carente de fuerza, de chicha, de originalidad o de frescura, lo único que consigue, a la postre, la Fletcher, es redefinir el concepto de pérdida de tiempo. Y no creemos que fuera ese su propósito inicial.
2/10
Y en el Blu-Ray…
Paramount Pictures edita Un desmadre de viaje a niveles muy superiores de los que se merece. No tanto por su calidad audiovisual, sino por su cantidad de extras… aunque en realidad el mero hecho de aparecer en Blu-Ray ya es más de lo que merecería. No brilla a nivel de imagen, puesto que la definición se antoja algo justita, y por lo general los colores no han recibido un buen tratamiento, descubriéndose más fríos y apagados que el ritmo de la película en sí; en cambio, nada que decir del audio en versión original (obligado master DTS-HD para la versión original, Dolby Digital para sus doblajes).
Pero lo importante aquí, decíamos, radica en sus extras, todos ellos en alta definición y subtitulados. Varias cápsulas (Barbra y Seth, El mundo de Barbra, Un desmadre de viaje: La verdadera madre de Un desmadre de viaje…) van sumando de 8 en 8 minutos, dibujando un Cómo se hizo de lo más solvente, a lo que cabe añadir un par de Comienzos alternativos y un Final alternativo (lo que confirmaría que esta película no convenció ni a sus propios responsables). 12 minutos de Escenas eliminadas y unos 5 de Tomas falsas completan una edición quizá inferior a la de otros títulos más importantes de la distribuidora, pero igualmente cuidada y mimada. Más de lo que se merece.