Crítica de Dheepan
Jacques Audiard llegó a los oídos y a los ojos del gran público cinéfilo en 2009, con la magnífica Un profeta, una película que, si no fuera porque la edición de aquel año del festival de Cannes fue una de las mejores de los últimos años, habría ganado la Palma de Oro. Se tuvo que conformar con la medalla de plata, el Gran Premio del Jurado.
Seis años más tarde, y tras una irregular aunque interesante De óxido y hueso, el director parisino ha conquistado finalmente al jurado de Cannes gracias a Dheepan, en una decisión que no ha estado exenta de polémica.
La cinta nos cuenta la historia de Dheepan, un soldado de la guerra civil en Sri Lanka que consigue huir del país haciendo pasar a una mujer por su esposa y una niña por su hija. Los tres emigran a Francia, donde se instalan en una de las ya célebres banlieues. Allí tendrán que luchar por adaptarse, no sólo a un nuevo país y a una nueva cultura, sino también a vivir como una familia aunque no tengan ni un solo lazo de sangre.
Pese a que el punto de partida añade un punto diferenciador e interesante a los dramas sobre la emigración -el hecho de que la familia no se conozca entre sí-, el inicio del film es bastante convencional. Audiard es un director que es capaz de dar mucha fuerza visual a sus películas, con planos que pesan varios kilogramos, y es indudable que Dheepan posee una profundidad de gran cine. Sin embargo, el guion avanza con algunas soluciones narrativas que hacen torcer el gesto, otras ya demasiado manidas, con el agravante que el conflicto central no empieza hasta muy tarde, con lo que hasta ese momento no se sabe muy bien hacia dónde se dirige la historia.
Como viene siendo habitual en las películas del director francés, uno de sus grandes aciertos es la elección de actores, que brillan sobre unos personajes muy bien construidos. El otro gran acierto es ser capaz de poner los temas de la película sobre la mesa, de una manera clara pero sin ser obvio, cosa muy difícil en el mal llamado cine social. Gracias a la cercanía de la cámara, a colocarla en el centro del universo, el director logra que no nos chirríe en absoluto la manera en que muestra uno de los grandes problemas de la Francia contemporánea -la falta de adaptación de la inmigración-. Muy al contrario, hace que nos interese observar, tal y como hace Dheepan a través de su ventana, la vida en las afueras de las grandes ciudades, muchas veces auténticos guetos donde conviven realidades y personas completamente diferentes.
Hasta la aparición del conflicto central, el film se podría comparar, por estilo y temas, a alguno de los hermanos Dardenne. Sin embargo, en algún punto de la película Audiard decide que ya ha tenido bastante de inmigrantes que sufren y tranches de vie, y decide convertir a su personaje en una suerte de Rambo Tamil. Es ahí donde la película pierde fuelle, no sólo por el hecho de exagerar una historia de manera que vaya donde el director quiera, sino porque con el cambio de foco el resto del metraje quema demasiado rápido y nos da poco tiempo a procesar todo lo que pasa, que no es poco. No ayuda tampoco un torpe final, un ex machina como un elefante, que provoca que toda la fuerza del tercer acto se vaya por el sumidero.
Dheepan contiene muchos elementos de una muy buena película, pero seguramente no llegue a ser ni una película necesaria ni tampoco esté cerca de ser una obra maestra, dos condiciones que se exigen para ser Palma de Oro en un festival como Cannes. Aunque esto, por supuesto, no es culpa ni de la película ni de su director.
7/10